Turismo
La joya escondida entre cañones rojos de Guadalajara que parece sacada de una película
Escondido en el Alto Tajo, se encuentra una ermita legendaria tallada en la roca que sorprende a todo el que la descubre
En lo más profundo del Parque Natural del Alto Tajo, muy cerca del pequeño pueblo de Ventosa, se encuentra un enclave que parece sacado de un western o una película de aventuras, pero cuya magia es tan real como su historia milenaria. El Barranco de la Hoz presenta paredes de roca roja que superan los cien metros de altura y un cañón esculpido por el río Gallo.
En ese entorno escarpado se adentra discretamente una ermita sostenida por siglos de tradición. Se trata de la ermita de la Virgen de la Hoz. Allí, cuenta la leyenda, un joven pastor encontró en 1129 una talla de la Virgen escondida en una gruta, un refugio divino durante tiempos de invasiones. Con el paso del tiempo, esa aparición se convirtió en motivo suficiente para construir una capilla que conserva bajo bóveda ojival el universo de piedra y fe.
Una vez dentro, el silencio abruma; la estructura románica del siglo XIII, sencilla y sobria, arropa una talla refulgente que, según el rector, "ha sido amparo y consuelo de peregrinos" desde entonces. El alba o la media tarde son los momentos en los que esta atmósfera envuelve a quien acude en búsqueda de luz, descanso o silencio.
La senda que va desde la ermita hasta los miradores es prácticamente cinematográfica. Escalones tallados en la roca, barandillas rústicas y señalizaciones narran el origen geológico del paraje a cada paso. Se asciende en unos 15‑20 minutos hasta el primer mirador, donde el rojo del cañón estalla ante los ojos.
Más arriba, los otros dos miradores ofrecen vistas que combinan fauna aérea, buitres leonados, águilas reales, vegetación de pinos rodenos y abedules, y los matices rojizos de un desfiladero que fascina a todo el que acude.
Pero la vida del lugar no acaba en lo visual. Cada Domingo de Pentecostés, la ermita revive en la Loa a la Virgen de la Hoz, un ritual que mezcla teatro sacro, danzas tradicionales y la eterna lucha entre el Bien y el Mal, transmitido por los más mayores como un legado de identidad colectiva que resiste en la España rural.
Y si el cuerpo pide descanso, a escasos minutos de la ermita hay alojamientos rurales con encanto, ideales para desconectar entre las hoces del Alto Tajo. Muy cerca, el imponente castillo de Molina de Aragón domina el paisaje, custodiando siglos de historia.