Comida, esperanza y una sonrisa para los que menos tienen

España se enfrenta a una crisis económica y social sin precedentes, derivada de una pandemia que parece que comienza a aflojar y al menos permite subir las verjas para abrir las puertas de los negocios y comercios pequeños tras más de dos meses de parálisis casi total. Una situación que ha provocado ya un aumento espeluznante del paro, miles de expedientes de regulación de empleo temporal (ERTEs) activos o que se empiecen a ver ya interminables colas junto a los bancos de alimentos y oenegés como Cáritas, en las que esperan cientos de personas que no tienen ingresos ni nada que llevarse a la boca ni a la de sus familias y necesitan ayuda para no quedar definitivamente excluidos de la sociedad.

Pero es en estos momentos de zozobra, inquietud y de miseria entre las clases más desfavorecidas cuando surge como el ave fénix la España solidaria que los españoles llevan en su ADN. Algo que se vuelve a demostrar una vez más en esta crisis sanitaria, como al principio cuando no había mascarillas ni equipos de protección para los sanitarios, ni geles para la higiene de manos ni nada que pudiera preservar la salud de los que estaban hace dos meses mirándole a los ojos al virus y aún siguen.

Y ahora que la alerta sanitaria se está difuminando poco a poco aparecen nuevas necesidades sociales que han vuelto a reavivar esa generosidad intrínseca de los españoles, que en este caso llega desde el popular y obrero barrio leonés de San Esteban-Vías, localizado entre la avenida de Asturias y la avenida Padre Isla, en el entorno de la antigua Estación de Matallana de la capital leonesa, donde van a poner en marcha una campaña solidaria en la que repartirán menús gratuitos en sus casas a las personas o familias del barrio que se encuentren en una situación de extrema necesidad derivada de las circunstancias provocadas por la actual crisis del coronavirus.

Un barrio en el que viven alrededor de dos mil personas, y que cuenta desde hace cuatro años con una asociación del mismo nombre que es la que impulsa esta iniciativa, y que trabaja cada día para dar voz a los habitantes y comerciantes de este distrito, así como para reclamar mejoras a nivel urbanístico y defender los intereses de los vecinos ante las administraciones, fomentar el comercio de la zona y la participación ciudadana. Y esta entidad, también social, ha decidido poner manos a la obra tras haber detectado durante las últimas semanas que muchos de sus vecinos, la mayoría gente mayor, no se alimenta bien ni mucho menos realiza las tres comidas diarias recomendadas para tener buena salud.

“Sabemos que hay gente que solo se alimenta de comida fría y yogures”, advierte a LA RAZÓN Francisco Fernández, uno de los impulsores de esta campaña solidaria, conocido en el barrio como “Tato”, que espera que pueda arrancar ya este lunes. Cuenta este hostelero, propietario delBar Ferecor ubicado en este barrio, que la idea es recoger alimentos de todo tipo, aunque principalmente legumbres “porque esta gente necesita comer platos de cuchara y consistentes”, dice, para después cocinarlos y elaborar los menús para finalmente repartirlos entre las personas y familias más necesitadas.

“Se lo llevamos a su casa, porque sabemos que muchos de estos vecinos son personas de avanzada edad o les da cierta vergüenza tener que pedir”, apunta, a la vez que destaca que el principal objetivo es, aparte de la comida, llevar cariño, esperanza y una sonrisa a estas personas que lo están pasando mal, además de trasladar el mensaje de la necesidad de ayudarse los unos a los otros en estos momentos tan complicados.

Renovarse o morir

Por otra parte, este periódico pregunta a Francisco, como hostelero que es, por cómo está viviendo esta pandemia y el hecho de no haber podido abrir sus puertas hasta este lunes, cuando ha empezado a repartir raciones sobre todo con sus especialidades a domicilio. “La verdad es que la situación es difícil y lo estamos pasando mal. En mi caso tengo cinco empleados a los que he tenido que despedir temporalmente con un ERTE", cuenta el dueño del Bar Ferecor que, pese a la adversidad, es de los que suele ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío y aprovecha estas líneas para lanzar un mensaje de optimismo de cara al futuro.

De hecho, cuenta que esta crisis sanitaria le ha hecho reflexionar mucho y repensar sobre el futuro de su negocio, al que considera que le faltaba una pata, que era la digitalización para poder repartir sus productos y especialidades a domicilio, y que no solo ha rellenado sino que está convencido de que ha llegado para quedarse.