Opinión
Réquiem en honor a los españoles muertos en pandemia
“El maestro Ernesto Monsalve supo invitarnos a todos a rezar unidos por nuestros compatriotas españoles”
En Valladolid pudimos asistir el lunes, día de todos Los Santos, a un hecho especialmente importante en los momentos que vivimos. En la Iglesia de San Pablo, un maravilloso concierto de la Joven Orquesta Sinfónica de Valladolid y del Orfeón Complutense de Alcalá de Henares, junto a Conchi Diaz Leal, Marta Bornaechea, Alain Damas y David Gascón, dirigidos magistralmente por Ernesto Monsalve, nos cautivó a todos en una tarde fría pero con una Iglesia repleta , todos unidos en un homenaje emocionante a tantos miles y miles de españoles muertos en la pandemia, así como por los que aún mueren todos los días, y por sus familias .
Un homenaje, unido al rezo, así como al luto y con todo ello, el respetuosísimo recuerdo a todos los fallecidos, como cuestión trascendental que ha de presidir nuestra prioridad de vida.
Una tragedia que estamos viviendo de enorme repercusión social y de enorme dolor en tantas familias.
Recordaremos siempre el esfuerzo sobrehumano de los médicos y de todo el mundo sanitario, junto a cualquier sector y oficio trabajando a una con el ejemplo inigualable de todo lo mejor de lo que son capaces las personas, persiguiendo solo el bien y la dignidad humana.
Entre esos recuerdos no se nos borraran nunca a los españoles los vividos y de los que todos conservamos su imagen al ver a nuestros militares velar los cadáveres y acompañarles en los peores momentos, cuando sus familias no podían ni estar con ellos ni enterrarles.
Ellos representaban junto a sus capellanes, lo mejor de las familias españolas, en un servicio desprendido y de extraordinario valor humano, mucho más allá de sus responsabilidades y cometidos, ya de por si ejemplares. Pues bien, estos son los valores esenciales que todos hemos de admirar y agradecer profundamente pues en su ejemplar labor y emocionante compañía, velando aunque fuera a un sólo fallecido, lo han hecho con cualquier español que ha muerto de entre todos nosotros.
Nunca antes un hecho tan continuado y luctuoso en lo que va de siglo, y probablemente también en el anterior, ha sido tan trágico y ha afectado a tantísimas personas y familias, con el profundo dolor y desgarro, con tanta impotencia y falta de recursos para afrontarlo. Una imagen y unos hechos de enorme sentimiento y también de replanteamientos esenciales de la vida, de bajar a una realidad humana que los supuestos avances quieren ocultar con soberbia e impedir reconocer nuestra debilidad.
El Réquiem de Mozart, precedido de la Obertura Les Danaides de Salieri, y con el Aleluya de Haendel, como colofón, nos transportaron en el incomparable marco de la Iglesia de San Pablo a un rezo espiritual que llamaba a nuestras conciencias a reconocer la profundidad de los valores humanos más nobles, a ensalzar la dignidad de las personas, a sentir en lo más hondo de nuestros corazones el dolor del prójimo y a tender nuestra mano sin condiciones a quienes han sufrido tanta tragedia en sus vidas y en las de sus personas más queridas.
El lunes el corazón de España quiso rendir el más sentido homenaje de respeto y permanente recuerdo a quienes nos han dado un ejemplo para siempre, a quienes con su testimonio y supremo sacrificio han cincelado en nuestras conciencias los valores imperecederos haciéndonos recordar lo verdaderamente importante, lo único importante en la vida.
El maestro Ernesto Monsalve supo dar un aldabonazo en nuestras almas con un réquiem exquisito y la emoción profunda más allá del gran conocimiento de sus intérpretes, y supo hacernos compartir el dolor de la muerte y la alegría de la resurrección de tantos españoles. Supo invitarnos a todos a rezar unidos por todos los españoles, esos grandes españoles que nos han dado un ejemplo único, y los que aún nos lo dan, y a los que siempre hemos de honrar y preservar su memoria, desde los mejores sentimientos de las personas.
No tengo palabras que colmen el agradecimiento como español de a pie por este sentido y profundo homenaje de oración y respeto, por todos loa españoles fallecidos y por sus familias, pues lo vivido en Valladolid el lunes rinde el más emocionado honor a quienes nos han dado ejemplo y que ya están en la Gloria del Señor.
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