Rafael López Borrego, autor del libro ‘Cómo entender el Arte Contemporáneo’

Rafael López Borrego: “Se requiere cierto conocimiento para enfrentarse al arte contemporáneo”

El historiador del arte salmantino publica el libro “¿Cómo entender el arte contemporáneo?” para explicar y acercar de una manera sencilla a esta disciplina

¿Qué es el arte contemporáneo? En un mundo en el que a ojos de muchos espectadores todo tiene cabida, las propuestas artísticas van mucho más allá, aunque comprenderlas suponga adentrarse dentro de un mundo que, a priori, parece difícil. Para abrir la mente de la población hacia este estilo y aprender a distinguir lo que es una obra de arte de lo que no, el historiador del arte Rafael López Borrego (Salamanca, 1969) publica el libro ‘¿Cómo entender el arte contemporáneo?’, a través del cual busca evitar ese rechazo hacia una disciplina por la que apuesta a su favor. “Se requiere cierto conocimiento para enfrentarse al arte contemporáneo”, afirma en una entrevista con la Agencia Ical, en la que aborda todas estas cuestiones y da un paso más allá para entender uno de los movimientos artísticos más influyentes del siglo.

¿Cómo surge la idea de escribir este libro?

Yo tengo un canal de YouTube bastante seguido, y con otros compañeros siempre hemos hecho varios debates en los cuales, hay algunas personas a las que no les gusta el arte contemporáneo, quizás porque no lo entienden o quizás porque no se han puesto a estudiarlo y no se han metido dentro de ese mundillo. Y hay gente que lo desprecia porque lo ven como simples objetos que cualquiera podría hacer. Por ahí surge un poco la idea de hacer el libro, para explicar que es fácil, que se puede entender y que simplemente hay que poner un poquito de interés.

¿Por qué cree que la gente tiene ese rechazo hacia el arte contemporáneo? ¿Únicamente por la falta de interés sobre ello o hay algún añadido más?

A partir de finales de los años 60 se le requiere al espectador una participación mucho mayor que la que tenía antes cuando visitaba las exposiciones. Y también un posicionamiento hacia algunas cuestiones que te plantea la obra de arte. No es que tenga que ser un intelectual, pero sí tiene que tener cierto conocimiento para enfrentarse a algunos trabajos o a algunas obras. Por ejemplo, Andy Warhol presenta unas cajas de estropajos en una galería en el año 1964 por primera vez. Quizá lo que está planteando esa obra es un debate. Es decir, se requiere una posición respecto a ese tema. Quizá no es que tengamos ya una experiencia estética del placer de la belleza, sino que nos pide un poquito más.

¿Cómo podemos llegar a saber lo que es arte y lo que no?

No es que todo lo que se haga sea artístico, porque también hay mucho impostor que intenta favorecerse. La publicidad y los medios de comunicación pueden ayudar muchísimo a ello y tanto autores como galerías lo saben. Estamos en un momento en el cual el mercantilismo lo mueve todo y económicamente puede ser rentable para el artista. Nosotros debemos de diferenciar cuándo existe una voluntad de permanencia, de cuándo esa obra sea capaz de que con el tiempo podamos volver a ella, analizarla, hablar sobre ella, y cuándo intentan aprovecharse del sistema económicamente o reírse del espectador.

No es una cuestión de conocimiento, es una cuestión de posicionamiento. Y tener en cuenta que ahora nos movemos en pequeños microrrelatos que tienen que ver con aspectos que preocupan a la sociedad. La ecología, la inmigración, el feminismo, cuestiones de género… Todo este tipo de cosas también nos las plantea el arte contemporáneo. Nos piden que nos posicionemos, que nos demos cuenta de que hay situaciones que no salen en los medios de comunicación y que requieren una respuesta.

¿Dentro de este arte contemporáneo existen movimientos y corrientes o es todo abstracto?

Hasta finales de los años 60 tenemos estilos artísticos. Arte pop, expresionismo abstracto, minimalismo… A partir de ese momento se da un eclecticismo tal que no somos capaces de decir que eso pertenece a un estilo concreto. Entonces llamamos arte contemporáneo a todo lo que tiene que ver con un estilo que no es calificable, porque cada artista además busca ser individual, crear de una manera distinta, una cosa nueva.

¿Qué supone ser un artista de arte contemporáneo en estos momentos?

No todos los artistas son contemporáneos. Tenemos artistas actuales que no entran en este estilo. El que haga un cesto de frutas ahora mismo no es un artista contemporáneo, porque se requiere algo más. Algo que incite al espectador a moverse, revolverse, a tener algo dentro de sí que le haga expresarse y comunicarse con la obra. Por eso es importante distinguir que el arte contemporáneo también tiene una especie de síntomas y de características y que no todos los artistas que trabajan ahora son contemporáneos. La belleza se acabó hace mucho tiempo, a principios del siglo XX, y a partir de ahí vamos caminando hacia los planteamientos que tenemos ahora, donde quizás a lo mejor la obra no es tampoco como antes, no pensemos que es una pintura, sino que es una instalación.

La experiencia en el arte contemporáneo es muy importante. Igual que cuando voy a un parque de atracciones o a un restaurante, puedo tener la misma experiencia en un museo frente a una instalación. Observando las pantallas que tiene, recorriéndola… Dándome cuenta de que puedo vivir algo que al final voy a compartir con mi tribu.

En el libro aborda diferentes tipos de características. ¿Cuáles encontramos?

El libro aborda características del arte de los últimos diez años, pero es un poco complicado, porque esto a diez años vista no va a ser lo mismo. Por eso, en vez de características diría que son síntomas. Algunos síntomas tendrían que ver con dónde establecemos el límite entre lo artístico y lo no artístico, con una belleza que ya no es estética o contemplativa, sino que tiene que ver con la idea que la obra me transmite. Y si esa idea es bella, me produce un placer racional más que uno estético.

Otros de los síntomas que encontramos en el libro sería la búsqueda de un futuro mejor ante la falta de alternativa a un sistema capitalista, el neoromanticismo y la atracción hacia lo retro o cómo influye la tecnología en nuestra vida. La sobresaturación de imágenes de las redes sociales también tiene que influir al artista, cómo establecer una diferencia entre esos miles de imágenes que consumimos a diario y lo que nosotros llamaríamos una obra de arte.

Desde hace años los dispositivos electrónicos y los teléfonos móviles se han vuelto una herramienta aliada. Usted las emplea en su canal de Youtube.

También es verdad que las redes sociales sirven como un escaparate, pero es cierto que a veces la propia red social queda dentro de la red social. La influencia que puede tener lo que se diga dentro de la red social en el mundo real o en el mundo artístico no es tan grande. Aunque tú tengas muchos seguidores no eres capaz de mover un sistema que ya está perfectamente establecido.

Lo digo también porque muchas veces las personas que denigran el arte contemporáneo no están dentro del sistema. No lo aceptan y piensan que hay un complot, y que desde dentro están contra ellos, porque no son capaces de entrar en el sistema. Hay tal cantidad de artistas que es imposible, no se puede dar cabida a todo el mundo. La facilidad de estudio nos lleva a que haya mucha más gente, pero también a que entren menos.

¿Cómo está este sistema a nivel de Castilla y León?

A nivel de Castilla y León estamos un poco flojos últimamente. Aquí hubo muy bien momento, a principios del siglo XXI cuando se abrieron diferentes museos como el DA2 de Salamanca, el MUSAC de León, el Museo Patio Herreriano de Valladolid o el CAB de Burgos. Había cuatro museos de arte contemporáneo con bastante pujanza y fuerza y se invertía bastante dinero en ellos. Pero las inversiones se redujeron y también las exposiciones no son lo que eran antes, sobre todo exposiciones de artistas a nivel internacional que antes podían verse aquí pero ahora no. Tenemos un déficit de galerías. Hubo un momento en Salamanca en el que había tres galerías de arte contemporáneo funcionando, ahora no tenemos ninguna, ni a nivel de Castilla y León. Eso es un entramado en el cual diferentes artistas pueden mostrar sus obras y salir.

Yo creo que al final si los chavales jóvenes no tienen oportunidades en el lugar donde viven van a ir a buscarlos a otros sitios, con lo cual perdemos un potencial importante porque la gente irá a Madrid. Esa apuesta por lo joven debería ser importante a través de talleres, exposiciones, centro de investigación… Y todo esto requiere una inversión que puede que no sea posible o no hay voluntad.

¿Alguien que no sea entendido en el tema y se enfrente a este libro va a acabar entendiendo el arte contemporáneo?

Quienes lo han leído me han dicho que el lenguaje que se utiliza en el libro es muy fácil y accesible para todo el mundo. Yo soy historiador de arte por lo que en el punto de vista aparece una síntesis histórica. Comienza el año 1917, con la obra ‘La fuente’ de Marcel Duchamp, hasta nuestros días. Hacemos un recorrido de cómo ha ido cambiando el arte a lo largo de este tiempo y cuáles son las novedades que se van aportando hasta la actualidad. Yo creo que es muy fácil seguir ese planteamiento de los diferentes estilos, explicado cada uno de ellos de forma muy somera para que todo el mundo lo pueda entender y por qué llegamos al momento actual, con esos síntomas y cómo serían las obras actualmente.