Curiosidades
Así se talla un medallón durante meses en plena Plaza Mayor de Salamanca
El escultor Óscar Alvariño ha estado tallando sobre un andamio el medallón de Alfonso IX bajo los rigores climáticos y acústicos del concurrido ágora salmantino
El escultor Óscar Alvariño acostumbra a trabajar en su estudio de 150 metros cuadrados en la sierra madrileña, pero los últimos tres meses ha estado tallando sobre un andamio el medallón de Alfonso IX bajo los rigores climáticos y acústicos de la concurrida plaza Mayor de Salamanca.
Es la séptima vez que lo hace, pero la última fue en 2005 y "la plaza ha cambiado mucho", cuenta en una entrevista con EFE, cuando quedan sólo dos semanas para que concluya esta obra que perdurará en el corazón de la ciudad.
El medallón conmemora los 800 años de la Universidad de Salamanca, fundada por el rey de Alfonso IX de León en 1218, y se suma a los 66 ya labrados en las enjutas de los arcos de una plaza barroca que todavía tiene 21 vacíos.
"He notado la plaza mucho más contaminada acústicamente que en ocasiones anteriores. Ahora es muy constante el turismo, antes el ruido iba por horas, la del vermú, la del café", comenta.
Y añade: "Los comercios han cambiado, ahora hay muchos dedicados a todo lo rápido, al consumo rápido. Hay colas en los soportales para comprar helados, por ejemplo. Es una plaza más infantil, en el sentido de que hay más ruidos y gritos".
El silencio es muy importante para un escultor, pero un silencio natural, no fabricado con auriculares. "La escultura exige concentración, aislarte del entorno, pero yo no trabajo cómodo con auriculares u oyendo música. Tienes que estar oyendo el sonido de la piedra cuando la estás tallando, el sonido es una guía".
También lo son el resto de sentidos, como el olfato y la vista. La luz incontrolable de una plaza es otra de las dificultades a las que se enfrenta Alvariño (Madrid, 1962) cuando esculpe los medallones en Salamanca.
"Trabajar en un andamio es incómodo para algo de precisión y complejo como esto. La luz natural no la puedes controlar como una luz dirigida en un taller. La plaza es un lugar multiocupacional a todas horas, trabajas con calor, con lluvias torrenciales, con ruido brutal, luz demoledora", describe.
De unamuno a Alfonso IX
Alvariño es madrileño pero su vínculo con Salamanca se tejió a través del escultor Ignacio Villar, quien le ha ido informando de los concursos públicos para ir rellenando los medallones que adornan los arcos característicos de la plaza barroca de Salamanca, considerada una de las más bellas del mundo.
El escultor ya ha dejado siete rostros en este espacio de encuentro: Miguel de Unamuno (1986), Elio Antonio de Nebrija (1992), Fernando VII (2005), Alfonso XIII (2005), La Primera República (2005) , Don Juan de Borbón (2005) y este año Alfonso IX.
En cada obra, Villar es su "copiloto". "Trabajamos en equipo sobre todo a la hora del sacado de puntos, cuando vamos tomando los puntos más significativos del modelo de escayola con un sistema de reglas y un engranaje mecánico; para trasladarlo y que nos dé la medida en la piedra".
Y prosigue la explicación técnica: "La piedra ya está ahí, es un bloque colocado cuando se construyó la plaza. Se trata de trasladarlo con la mayor precisión y ese es el momento de hacer alguna modificación si fuese necesaria".
Bien de Interés Cultural
Es la séptima vez que Alvariño se sube a un andamio en el corazón de Salamanca, pero nunca deja de impresionarle el hecho de trabajar en un Bien de Interés Cultural como es la plaza mayor de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad.
En su taller de Manzanares del Real los techos son muy altos, de 7 metros, la única ventaja del estudio que no echa de menos en Salamanca, donde manejar la luz es duro pero techo más alto que el cielo no se encuentra.
Sin todos los instrumentos y comodidades de su taller, Alvariño está muy contento con el resultado de su último medallón, al que describe como una obra con rasgos "renacentistas y barrocos", "con un gran respeto al entorno
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