
Sociedad
Cuando la luz nos abandona
El apagón masivo tras la caída del suministro eléctrico condiciona la actividad diaria y genera incertidumbre y resignación entre ciudadanos y trabajadores

Cuando la luz nos abandona
El apagón masivo tras la caída del suministro eléctrico condiciona la actividad diaria y genera incertidumbre y resignación entre ciudadanos y trabajadores
David Herrero / ICAL
Incertidumbre, paralización y resignación. Sensaciones comunes que definen a ciudadanos, viajeros y trabajadores de la ciudad de Valladolid, los cuales han visto trastocada, de una u otra forma, su día y sus planes para este lunes, 28 de abril, con el apagón masivo en el suministro eléctrico que ha afectado desde las 12.30 horas al conjunto de España y Portugal. Una situación que ofrece una realidad muchas veces olvidada, que no es otra que la crucial y vital necesidad de la energía eléctrica.
La estación de ferrocarril de Campo Grande ha sido uno de los puntos donde mayor caos se ha generado, dado que se agolparon gran número de viajeros que veían como su trayecto se quedaba varado. Sin información en las pantallas, una mínima megafonía ratificaba la paralización de los servicios. La esperanza llegaba, en ocasiones, cuando la multitud que abarrotaba el hall de la estación veía como las pantallas se encendían, aunque era un espejismo momentáneo gracias a un generador con el que cuentan en la infraestructura.
Mercedes, junto a su hermana, Ana, se lo toma con humor. Explican a Ical que una de ellas había venido durante el fin de semana a Valladolid, pero ahora el regreso a Andorra se complica. El tren que tenía que coger procede de Salamanca, pero no saben nada. “No hay tráfico ferroviario y no hay ningún tipo de información”, que se tendrá que sumar a las horas de retraso que se añadan cuando se vuelva a retomar la situación de normalidad, añaden.
Y es que una de ellas iba directa a Lérida y allí tomaría un autobús hasta Andorra. “Se complica todo, porque no tengo posibilidad de llamar ni comunicarme con el trabajo”, explica. De igual manera se muestra Inés, una joven que espera resignada con su pareja y su maleta en la entrada. Su destino era Castellón, aunque se repite la misma premisa y denuncia que no cuenta con ningún tipo de información. “Espero de den soluciones, porque a la hora de la verdad nunca las dan”, lamenta.
A diferencia del ferrocarril, el transporte por carretera funciona con una relativa normalidad, pese al tráfico denso y las complicaciones viales debido al no funcionamiento de los semáforos. Como una alternativa, el autobús ha experimentado un aumento de viajeros y largas colas se apreciaban en las dársenas de la estación. Entre la multitud se encuentra Sara, que viaja a Tordesillas, aunque comenta que su mañana se ha visto truncada al no haber podido realizar las compras que tenía pensadas. “No funcionan los datáfonos y no puedo pagar con tarjeta”, remarca.
La actividad laboral se ha visto limitada a la mínima expresión y la imagen de empleados a las afueras de los establecimientos es una postal más que repetida. Desde un locutorio, gestorías o peluquerías, pasando por una clínica de fisioterapia, donde detallan que tenían citados a unos 100 pacientes para este lunes. “Estamos parados y sólo podemos aplican aquellos tratamientos manuales”, relatan.
Temor y miedo
El temor es una sensación que trasmiten diversos ciudadanos que realizan acopio de víveres: “Con las cosas que se escuchan por ahí, uno no sabe qué pensar”, afirma una de ellas, que paga con un billete varias botellas de agua en el locutorio de Nubia, en plena estación de autobuses, al mismo tiempo que afirma tener la “piel de gallina” con todo lo que ocurre. Traslada estar preocupada, porque si la situación no cambia todo el género refrigerado se echará a perder. En su establecimiento se produce un constante flujo de personas preguntando por botellas de agua, donde muchos de ellos confirman que a sus casas únicamente llega un hilo de agua o nada, según la altura.
Misma estampa se aprecia en una gasolinera del polígono San Cristóbal, donde permanecen abiertos, aunque sin poder ofrecer combustible debido al no funcionamiento de las bombas.
Lo que sí suministran son bombonas de butano y agua, aunque explica a Ical uno de sus trabajadores que se están gestionando de manera independiente e individual, ya que no han tenido ninguna comunicación ni orden de supervisores. “No tenemos forma de saber nada”.
A grandes males, grandes remedios y donde se aprecia gran afluencia es en bares y terrazas, que también se las ingenian para poder salir al paso y dar un servicio a sus clientes de la forma más normalizada.
En otros casos, la espera y la paciencia se convierte en el único aliado. Así lo viven varios trabajadores de una empresa de metálicas, quienes se encuentran en corrillo fuera de la empresa. “Dependemos de la electricidad para poder usar la radial y las máquinas”. Paralización que se suma a la Inspección Técnica de Vehículos, quienes no pueden realizar ninguna cita dado que depende de sistemas informáticos.
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