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Turismo

La espectacular villa medieval que National Geographic califica como la más bonita para visitar en enero de 2025

Se trata el primer municipio de España declarado Monumento Histórico Artístico

Plaza Mayor de la localidad salmantina de La Alberca JcylJcyl

España es fascinante. Así lo demuestra que haga el frío que haga, hay innumerables rincones que merecen una visita da igual en la época del año en la que se este. La revista más prestigiosa de viajes, Natioinal Geographic, ha vuelto a elegir entre las muchas localidades, la villa medieval que es la más bonita para visitar en el mes de enero del año que acaba de comenzar. La publicación destaca que “esta vez puede que la cantidad valga más que la calidad. Más allá de la Plaza Mayor, del Ayuntamiento o de la iglesia, la pieza que la convierte en uno de nuestros cascos urbanos más cautivadores es la densidad de fachadas típicas con su característico patrón geométrico”.

Asimismo, pone de relieve que “a su arquitectura popular le basta y sobra con tres materiales para crear un ritmo exquisito, como si fuera una secuela del arte mudéjar: sobre una planta baja de roca granítica con aires de fortaleza, luego se levantan una o dos alturas con muros de adobe y madera, formando un entramado cálido y accesible, casi como si fuera una celosía. Tampoco hay que restar mérito a la pertinaz costumbre de llenar las ventanas y balcones de flores”.

Además, recuerda que “solo un año después de que terminara la Guerra Civil, en 1940, fue el primer pueblo de España en ser declarado Conjunto Histórico-Artístico. La calle del Puente y la plaza Mayor bastan para entender los porqués, aunque su monumento de mayor valor se erige en su propia plaza”.

La impresionante villa medieval que recomienda National Geographic es La Alberca, en la provincia de Salamanca. Enclavada en el corazón de la Sierra de Francia, es sin duda uno de los pueblos más representativos de España. Los primeros vestigios de la historia de La Alberca hay que buscarlos en la prehistoria, cuya huella permanece en las pinturas rupestres de la época del neolítico en numerosos canchales y riscos de los valles que rodean a La Alberca: Lera y Las Batuecas.

En la Edad Media, entre los siglos XII y XIII se produjo la repoblación por decisión del rey Alfonso IX. Del flujo de gente que llegó a esta tierra, parte destacada fue la de origen francés a través de D. Raimundo de Borgoña, noble francés casado con doña Urraca, una de las hijas de Alfonso VI. Este origen justificaría la numerosa presencia de topónimos franceses en la Sierra de Francia.

Al final de la Edad Media destaca un hecho de importancia capital para la zona: el hallazgo de la imagen de la Virgen de la Peña de Francia (1434), que convirtió el santuario construido posteriormente en un lugar de peregrinación, al que se unieron los peregrinos del Camino de Santiago que seguían el llamado Camino del Sur por la Calzada de la Plata.

En el siglo XVII la Peña de Francia, con su Virgen Negra, es ya citada por Cervantes en El Quijote; el valle de Las Batuecas es para Lope de Vega el escenario en el que se refugian dos enamorados que huyen de la Corte. Desde entonces La Alberca, con la Peña de Francia y Las Batuecas, han sido un escenario convertido en mito, en leyenda. Esencia mítica que se mantiene en la actualidad en su arquitectura y su paisaje, en sus gentes y costumbres.

Atractivos monumentales

Para conocerla a fondo hay que recorrer sosegadamente las calles y plazas de La Alberca, para que el viajero se vaya encontrando, con atractivos rincones y perspectivas, en los que resalta una arquitectura popular levantada a base de piedras y geométricos entramados de madera. Destacan los dinteles cincelados con fechas de fundación de las casas, con inscripciones, signos y anagramas religiosos, que quieren ser profesión visible de fe. Cada una de las plantas superiores va sobresaliendo sobre la inferior, hasta llegar casi a tocarse los aleros de los tejados de las casas que se hallan frente a frente, lo que hace que en las calles se produzca un curioso juego de luces y sombras.

Se ha dicho que la estructura urbana de La Alberca es la de una judería, por lo intrincado, laberíntico y secreto de sus calles. Pero tampoco han faltado quienes, al recorrer el pueblo, lo han asociado con los arrabales de Damasco. Este pueblo es así, la unión, a lo largo de los siglos, de las culturas cristiana, islámica y judaica.

Plaza Mayor

La Plaza Mayor, es el corazón de La Alberca, limitada por las casas porticadas sustentadas sobre columnas de granito. Las fachadas de las casas presentan dos hileras de balcones en los que en primavera y verano se encuentran llenos de flores. Y en el centro de la plaza destaca su característica cruz central.

Iglesia parroquial

También destaca la iglesia parroquial dedicada a Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVIII, que como curiosidad se terminó en 1733, el mismo año que la Catedral Nueva de Salamanca. La torre fue construida doscientos años antes por los Duques de Alba, cuyo escudo de armas está esculpido en uno de los ángulos. Posee un interesante púlpito en granito policromado del siglo XVI, así como una imagen del Santísimo Cristo del Sudor.

La iglesia ha compartido protagonismo con la Ermita del Cristo del Humilladero dentro del pueblo que es la más antigua del municipio. La Ermita de San Blas, antiguamente conocida como la de Los Santos Mártires, hasta hace unos años fue el cementerio del pueblo. Y la Ermita de Nuestra Señora de Majadas Viejas. También cabe mencionar desde la entrada de Salamanca la Ermita de San Antonio.

La Ermita de San Marcos, cerca de la anterior, es un lugar privilegiado por las vistas que se pueden contemplar. Se encuentra junto a una gran laguna en medio de un bosque de robles. En la actualidad, está en ruinas, pero sorprende por su grandeza.

Artesanía

Diversos productos y objetos, producidos artesanalmente, pueden encontrarse en La Alberca. Los días festivos son el momento adecuado para admirar los preciosos trajes típicos de hombres y mujeres y los raros bordados serranos con que engalanan las calles. Acompañando la vestimenta tradicional, la orfebrería de la zona ha creado interesantes joyas y otras alhajas de oro, plata y coral, que se usan como amuletos desde hace generaciones, para la fertilidad, el cuidado de los hijos, contra el mal de ojo…

Por otro lado, destaca el bordado serrano, con imágenes de ramos florales o de animales mitológicos, peces y aves, junto con otros motivos religiosos, que los diferencian de los realizados en otras comarcas. Estas figuras de los bordados tradicionales también se utilizan para decorar platos pintados.

Gastronomía

La Alberca cuenta con sobrados productos naturales que junto con los del campo charro hacen de la comida tradicional y popular, una de las más ricas, sabrosas y variadas de la península. Las carnes son uno de sus platos fuertes, con numerosas especies ganaderas, vacuno, caprino, ovino y porcino. “Cabrito Cuchifrito” y asado típicamente serrano que hacen las delicias de quien lo degusta. Dentro de las carnes tiene un lugar destacado, los embutidos, jamón de cerdo Ibérico, chorizo, salchichón, lomo, cabeza de lomo, curados al aire serrano.

Asimismo, son muy apreciados los hornazos, empanada a base de embutidos. El limón serrano hecho con limón, naranja, huevo duro y chorizo. Sus vinos, cosechas de la comarca y los dulces de extraordinaria calidad realizados con productos naturales, turrones, obleas, perrunillas, miel y polen.

Riqueza Natural

Situada a más de mil metros sobre el nivel del mar, La Alberca es el municipio a mayor altitud de la Sierra de Francia, además de la puerta de acceso al remoto valle de Las Batuecas. Por eso no había mejor ubicación para la Casa del Parque Natural de Las Batuecas-Sierra de Francia.

Situado al sur de la provincia de Salamanca y con una extensión de 32.300 hectáreas pertenecientes a 15 municipios, el Parque Natural forma parte de las estribaciones occidentales de la Cordillera Central. Sus cotas más altas se sitúan en el Pico Hastiala (1.735 metros) y en la cresta de la Peña de Francia, que con sus 1.723 m domina el conjunto de la comarca, encontrando la menor altitud en el término municipal de Sotoserrano, a orillas del río Alagón, sobre los 400 metros.

El Parque se establece en la divisoria de dos cuencas hidrográficas: Los ríos Alagón, Francia y Batuecas vierten al Tajo, mientras que el Agadón pertenece al Duero. Aunque está situado en la región mediterránea, la diferencia altitudinal existente y la orientación de las laderas determinan la existencia de zonas con clara influencia atlántica, y otras mucho más cálidas de tendencia mediterránea que en conjunto favorecen una gran diversidad faunística y florística, y permiten la producción de cerezas, uvas, aceitunas o castañas. Pero este singular entorno encierra, además, una gran riqueza cultural y un importante patrimonio histórico-artístico, con cinco núcleos declarados «Conjunto Histórico – Artístico», enclaves con pinturas rupestres, restos de minas romanas o ermitas y monasterios repartidos por todo su territorio.

En las cumbres más altas del Parque Natural, la vegetación ha tenido que adaptarse a la crudeza del clima, dominando el piorno y el erizón. A menor altitud aparecen los bosques de rebollo y castañares, en cuyo sotosbosque crecen acebos, serbales y arce menor. En las zonas de robledal más frías, húmedas y orientadas al noroeste encontramos algunos abedulares. Es reseñable la presencia en el territorio de algunos robles de condiciones climáticas más húmedas, como el carballo (Quercus robur) o la famosa «Haya de Herguijuela de la Sierra», referida por multitud de autores como una de las más meridionales de la Península Ibérica. Al sur y descendiendo en altitud, empiezan a aparecer especies típicamente mediterráneas que dan paso a una de las formaciones más emblemáticas de este Espacio: el encinar.

Entre encinas retorcidas encontramos notables ejemplares de alcornoques, tejos, madroños, durillos, lentiscos, enebros y algún almez, confundidos entre la abundante cobertura que proporciona la jara pringosa. Dentro del Parque se encuentran también comunidades higroturbosas típicas del Sistema Central, en las que destacan la carnívora atrapamoscas o los «brezales de carroncha». Además aparecen grandes áreas cultivadas de árboles frutales, viñedos y olivares, entre los que destacan por su extensión los cultivos de cerezo, base económica de muchos pueblos de la Sierra. Como especie exclusiva del Parque Natural cabe destacar la Armeria salmantica, planta que forma pequeñas matas y crece únicamente en el entorno de la Peña de Francia.

Un total de 213 especies de vertebrados están catalogadas en el Parque, de las que 9 corresponden al grupo de los peces, 13 al de anfibios, 19 al de reptiles, 126 al de aves y 46 al de los mamíferos. En cuanto a las aves es habitual ver volar a los buitres, tanto leonados como negros. También podemos contemplar con suerte al águila real, halcón peregrino, alimoche y búho real. Especial mención merece la esquiva cigüeña negra, catalogada en peligro de extinción dado el delicado estado de sus poblaciones en nuestro país. Esta especie suele elegir lugares apartados del hombre para instalar su nido. Es muy asustadiza, por lo que a la menor señal de perturbación huye, abandonando incluso a sus pollos. Esta región es muy propicia para los anfibios.

En los numerosos arroyos y charcas se pueden encontrar tritón ibérico, sapo partero ibérico, rana patilarga y sapillo pintojo, entre otros. Respecto a los reptiles cabe destacar la lagartija serrana (iberolacerta martinezricai), endemismo descrito recientemente exclusivo de estas sierras y declarado en peligro de extinción. Entre las 46 especies de mamíferos hay que reseñar la cabra montés, reintroducida con gran éxito en la década de los 70, también hay tejón, gineta, gato montés, meloncillo, garduña y nutria. Corzos, ciervos y jabalíes son otras de las especies habituales.