
Sociedad
Idem de Lienzo, la magia de un telar muy vivo
Desde Santa Cecilia del Alcor, Luisa Guardo Cruz teje piezas únicas que entrelazan tradición, sostenibilidad y memorias familiares

En un rincón de Santa Cecilia del Alcor, un pequeño pueblo de apenas 90 habitantes en la provincia de Palencia, el sonido rítmico de un telar de bajo lizo resuena como un eco del pasado. Es el latido del taller de Luisa Guardo Cruz, donde nace Ídem de Lienzo, un proyecto que no solo teje hilos, sino historias, memorias y un compromiso profundo con la sostenibilidad y la tradición textil.
Desde una antigua tejavana rehabilitada, Luisa crea pañuelos, chales, ponchos y bolsos que son mucho más que complementos: son piezas únicas que llevan impresa su pasión, su herencia familiar y una conexión íntima con la naturaleza.
Luisa, con su mirada serena y manos hábiles, es la heredera de un oficio que comenzó a gestarse en su infancia. A los siete años, acompañó a su madre, Concha Cruz, a un encuentro textil en Besalú, Girona.
Allí, entre madejas de lana teñidas con colores extraídos de la tierra y el murmullo de los telares, descubrió un mundo que la cautivó. “Me crié entre el compás del telar y el perfume de los tintes naturales”, recuerda Luisa con una sonrisa que destila nostalgia y orgullo. Aquella experiencia marcó el inicio de una vida dedicada a la artesanía textil, un camino que la ha llevado a transformar su taller en un refugio de creatividad y sostenibilidad, donde cada pieza cuenta una historia.
La historia de Ídem de Lienzo es inseparable de la de Concha Cruz, la madre de Luisa y fundadora del proyecto en 1985. Concha, una mujer apasionada por los textiles, comenzó a tejer en 1983, cuando Luisa era apenas una niña. “Mi madre es mi gran pilar, mi mentora, mi maestra”, dice Luisa con emoción. En su hogar, el arte estaba en todas partes. Su padre, un ceramista que evolucionó hacia la escultura y la acuarela, llenaba la casa de creatividad, mientras amigos artistas, poetas y fotógrafos de Palencia aportaban un ambiente vibrante.
“Había arte por todos los sitios”, recuerda Luisa, quien creció impregnada de esa energía creadora. Aquella casa era un punto de reunión de maestros, creativos e intelectuales que desde muy pronto comenzaron a influir en una inquieta e inconformista niña.
A los 22 años, tras finalizar sus estudios de Magisterio, Luisa se unió al taller familiar, Cruzes Textiles e Ídem de Lienzo, donde perfeccionó el arte del telar de bajo lizo y los tintes naturales.
Durante esa etapa dorada, la familia participó en ferias internacionales y colaboró con grandes marcas como El Corte Inglés y Piamonte. Sin embargo, la crisis de 2008 golpeó con fuerza, y el negocio familiar no pudo superarla. Fue un momento de quiebre, pero también de reinvención.
En 2019, Luisa decidió tomar las riendas y relanzar Ídem de Lienzo como diseñadora independiente, manteniendo viva la esencia de la marca familiar. “Quise conservar Ídem de Lienzo por mi madre y por mi tía Rosa”, afirma con determinación.
Un Taller en el Corazón del Campo
El taller de Luisa, ubicado en una antigua tejavana donde antaño se guardaba el grano, es un espacio diáfano y luminoso que refleja su conexión con la tierra. Santa Cecilia del Alcor, un pueblo tranquilo cerca de los Montes Torozos, no es solo el escenario de su trabajo, sino una fuente de inspiración.
“Soy muy de campo”, confiesa Luisa. “Me gusta salir a pasear, observar la naturaleza, las plantas tintóreas, los encinares, las piscinas naturales. Es un escondite bellísimo dentro de Tierra de Campos”. Este entorno rural, con su riqueza botánica, le proporciona los recursos naturales que dan vida a sus tintes ecológicos, extraídos de plantas como la rubia tinctorum o la cáscara de cebolla.
El taller es más que un lugar de trabajo; es un espacio donde Luisa se siente cerca de lo esencial: la tierra y sus gentes. Aquí, cada pieza se elabora con un proceso lento y consciente, desde la selección de fibras nobles —como lanas merinas, alpacas, cachemiras, seda natural, lino o bambú— hasta el tejido en el telar manual. “Cada prenda es una obra única”, explica Luisa. “La energía y la intención que pongo en cada momento se reflejan en el resultado final. Es como si cada día que te levantas, tu estado de ánimo se trasladara al tejido”.
Ídem de Lienzo se sustenta en tres pilares fundamentales: artesanía consciente, fibras nobles y diseño atemporal. La artesanía consciente implica un proceso manual, pieza a pieza, donde no hay lugar para la producción masiva. “Es un proceso lento, sin emisiones, con un impacto ambiental mínimo”, subraya Luisa.
Este enfoque sostenible responde a su compromiso con el planeta, en un mundo donde la industria textil es la segunda más contaminante. “Hay una sensibilidad creciente hacia lo artesanal, hacia saber quién está detrás de lo que compras y en qué condiciones se ha hecho”, afirma, citando la importancia de un consumo responsable.
Las fibras nobles son el corazón de sus creaciones. Luisa selecciona materiales 100 por cien naturales, trazables y libres de maltrato animal. “Pido muestrarios, miro la composición, el tacto, la caída, cómo responde la fibra en el telar”, explica. La calidad de las lanas merinas, la suavidad de la alpaca o la ligereza del lino no solo garantizan piezas confortables, sino que cuidan la piel y el medio ambiente.
Además, los tintes naturales, extraídos de plantas y minerales, aportan colores vivos y únicos, con una paleta que evoca la naturaleza misma.
El diseño atemporal y contemporáneo es el tercer pilar. Luisa combina técnicas ancestrales, como el telar de bajo lizo, con métodos modernos. Sus colecciones se dividen en dos líneas: una clásica, donde la fibra es la protagonista y el diseño se mantiene minimalista, y otra más experimental, con texturas y colores audaces que han sido seleccionados en eventos como el Textile Fest de Barcelona o la exposición internacional Transformation.
“Me gusta que la fibra brille por sí sola, pero también jugar con diseños contemporáneos que rompan esquemas”, dice Luisa, quien ha encontrado en esta dualidad un equilibrio entre tradición e innovación.
Trabajar con fibras naturales y tintes ecológicos no está exento de desafíos. “El plástico nos ha invadido”, se lamenta con tristeza Luisa. Encontrar materiales orgánicos de calidad es difícil y costoso, un obstáculo que amenaza la supervivencia de oficios como el suyo.
“Es curioso que comprar la lana para tejer un jersey pueda ser más caro que el jersey hecho en una tienda de fast fashion”, reflexiona. Sin embargo, su compromiso con la sostenibilidad es inquebrantable. Cada pieza de Ídem de Lienzo está diseñada para durar, con una “vejez maravillosa” que desafía la obsolescencia programada. “Tengo clientas que aún usan alpacas que mi madre tejió hace 30 años, y están perfectas”, cuenta con orgullo, ese que también ha quedado transmitido de generación en generación.
La formación de Luisa en Conservación y Restauración de Bienes Culturales Textiles ha enriquecido su perspectiva. No solo le ha dado un conocimiento profundo sobre fibras y tintes, sino que le ha permitido diversificar su actividad con talleres, conferencias y visitas guiadas, como las que realiza en el Museo Nacional de Escultura. “La divulgación es una parte importante del negocio”, explica. En su taller, imparte cursos sobre tejido manual y tintes naturales, compartiendo su pasión con nuevas generaciones y manteniendo vivo el legado textil.
El trabajo de Luisa trasciende las fronteras de Santa Cecilia del Alcor. En los últimos años, su talento ha sido reconocido en eventos nacionales e internacionales.
Ha sido seleccionada para participar en el programa de acompañamiento de Empresas Artesanas de la Moda, organizado por la Asociación de la Moda Española y la Universidad CUNEF, donde 30 talleres artesanos reciben herramientas empresariales para crecer. Además, Ídem de Lienzo ha sido elegido por la Fundación Michelangelo para formar parte de Homo Faber, una plataforma europea que celebra la artesanía de excelencia. “Estamos muy contentos”, dice Luisa. “Es un honor llevar el nombre de Santa Cecilia del Alcor tan lejos”.
Y es que sus piezas han desfilado en eventos como el Textile Fest de Barcelona y han sido exhibidas en exposiciones como El Ciclo de la Vida. Con una agenda repleta de proyectos, Luisa no tiene “ni un minuto libre”. “Quiero llevar Ídem de Lienzo muy lejos, por mi madre”, afirma con una mezcla de determinación, admiraación y gratitud. Su visión es clara: seguir creando piezas que no solo sean bellas, sino que transmitan valores de sostenibilidad, proximidad y respeto por la herencia cultural.
En un mundo dominado por la moda rápida y el consumismo, Luisa aboga por el “lujo lento”. “El saber de dónde viene la prenda que vistes, quién la hizo, qué manos la tejieron, eso es lo que importa”, dice. Su mensaje es una invitación a valorar el trabajo artesanal, a elegir piezas que cuenten una historia y que respeten el planeta. “No olvidemos el comercio de proximidad. Cualquiera puede venir al taller, ver cómo trabajamos y llevarse su Ídem de Lienzo”.
Cada prenda que sale de su telar es un testimonio de su amor por el oficio, de la herencia de su madre y de su conexión con la tierra, aquella que la vio crecer y en la que desea un futuro próspero gracias a iniciativas como la suya. Con cada pieza, Ídem de Lienzo demuestra que lo hecho a mano tiene el poder de transformar, de emocionar y de perdurar.
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