La joya mozárabe que esconde un pueblo de apenas un centenar de habitantes

Son pequeños pueblos ahora, grandes antaño y que vivieron mejores épocas. El paso del tiempo y la falta de oportunidades laborales ha hecho que numerosas localidades de toda España y, en especial de Castilla y León, hayan ido perdiendo población y ello lleva el deterioro del patrimonio. Nuestros pasos nos llevan hasta la provincia de Valladolid, a unos 67 kilómetros de la capital. Allí en un valle, se encuentra San Cebrián del Mazote, hoy en día con unos 114 habitantes. Un pueblo que se remonta a finales del siglo IX, cuando una comunidad de monjes mozárabes se asentaba en estas tierras.

Dicen que aquí fue el primer lugar donde se reconoció como rey a Fernando III a la muerte de su padre Alfonso IX en 1230. Y aquí nos encontramos con la iglesia de San Cipriano o de San Cebrián, prerrómanica o mozárabe y el mayor templo hispano de este periodo, y que comenzó a levantarse a principios del siglo X.

Sus dimensiones no son excesivas, unos 30 metros de largo por otros catorce de ancho y unos once de altura en la nave central. Pero su estructura embriaga al visitante por su armonía, elementos y técnicas recogidas de las influencias artísticas del pasado. A lo largo de los siguientes siglos se van haciendo distintas reformas y añadiendo nuevos elementos como la portada con espadaña que se encuentra a los pies del templo.

Pero gracias a Agapito y Revilla y Lámperez, en el año 1902, es cuando comienza a dar importancia a este elemento patrimonial. En 1932 arranca una importante restauración que se prolongaría durante 13 años debido a la guerra civil y una última intervención se haría en el año 1990.

Actualmente nos encontramos con una iglesia de planta basilical de tres naves compuesta por cinco columnas y otra arquería a modo de crucero, aunque todo lo que hay tiene ya poco de original. De su programa escultórico destacan los capiteles, el mayor conjunto que se conserva en una iglesia prerrománica peninsular.

Desde 1916 se encuentra declara Monumento de Interés Cultural. Una visita obligada.