
Cultura
La misteriosa iglesia que cuenta con una de las fachadas más bonitas del arte Románico
Fue construida a principios del siglo XII

España es hitoria, es patrimonio, es cultura y es religiosidad. Son numerosos los ejemplos de gran espectacularidad con los que cuenta nuestro país. Muchos de ellos reunidos en los templos que existen en todos los rincones, y que se caracterizan por su belleza. Uno de los artes más fructíferos es el Románico, que se extendió en España en la mitad norte llegando hasta el río Tajo, en plena época de Reconquista y repoblación, en especial tras la conquista de Toledo (1085) que aseguró la paz al norte del Duero y favoreció en gran medida su desarrollo.
El Románico se desarrolló tempranamente en los siglos X y XI, antes de la influencia de Cluny, en los Pirineos catalanes y aragoneses, simultáneamente con el norte de Italia, en lo que se ha llamado «primer románico» o «románico lombardo».
La arquitectura románica plena llegó a través del Camino de Santiago, la entonces más reciente de las tres grandes peregrinaciones cristianas creada después de que en el siglo IX se descubriera en Santiago de Compostela un sepulcro que, según se creía, encerraba los restos mortales del apóstol Santiago el Mayor.
El románico español también muestra influencias de los estilos «prerrománicos» —principalmente del arte asturiano, pero también del arte visigodo, arte mozárabe o de repoblación— y también del arte andalusí o hispanomusulmán y la arquitectura árabe, tan próxima, sobre todo de los techos de la mezquita de Córdoba y los arcos polilobulados. Así se advierte en San Juan de Duero (Soria), en San Isidoro de León o en la peculiar iglesia poligonal de Eunate en Navarra, con muy pocos ejemplos comparables, como la Vera Cruz segoviana, asegura Wikipedia.
Pues uno de los templos más significativos de este estilo, que cuenta con una de las fachadas más bonitas, es la iglesia de Santo Domingo de Soria, que es conocida como “La Biblia en Piedra”, según afirma la web turística del Ayuntamiento de Soria.

Es difícil acreditar su origen pero históricamente se habla de que a comienzos del siglo XII se erigió en este lugar una modesta iglesia románica, de la que sólo se conserva la actual torre, en honor a Santo Tomé. En torno a ella nació una collación con el mismo nombre que estaba junto a la muralla, y situada frente a una de sus puertas, la Puerta del Rosario. A finales de ese siglo el templo fue remodelado profundamente ampliándose las naves y levantándose la monumental fachada que hoy se puede contemplar, posiblemente bajo el mecenazgo de Alfonso VIII y su esposa Leonor de Plantegenet.
En 1556 se funda junto a este edificio un convento de dominicos que ante la falta de presupuesto para construir una capilla propia se acordó el uso de la parroquia de Santo Tomé. Esto conllevaría, con el tiempo, a rebautizarla como de Santo Domingo. Ya instalados los dominicos, se lleva a cabo el derribo de la cabecera románica y la construcción del último tramo de la nave, el crucero y la actual cabecera bajo la dirección de Francisco de Revilla. En 1586 se autoriza la unión entre cenobio y templo.
Con la desamortización de Mendizábal en 1836 los dominicos se vieron obligados a abandonar el edificio hasta que llegaron en 1853los nuevos inquilinos, una comunidad de Hermanas Clarisas. En 1894 el obispo de Osma, don Victoriano Guisasola, suprime la iglesia parroquial de Santo Tomé, pasando a ser desde entonces exclusivamente conventual. En nuestros días continúa siendo la sede de la Orden de Santa Clara y fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2000.
El templo tiene planta de cruz latina, con tres naves, crucero que queda hacia el tramo medio a causa de la ampliación y ábside pentagonal. La parte más antigua corresponde al muro norte y a la torre, de comienzos del siglo XII. A finales de esta centuria se levantan la fachada y el resto de las naves. Las dos laterales se cubren con bóvedas de cañón cuyos arcos fajones se apoyan sobre mensuras con rostros bárbaros y alojan sendas capillas del siglo XVI, la del Santo Cristo y la del Rosario que junto a la capilla mayor, al ser renacentistas desafinan con el resto del ambiente románico.
La nave central se divide en tres tramos con bóveda de cañón ligeramente apuntado, separándose este espacio de las laterales por arcos formeros sustentados en haces de 12 o 14 columnas que forman una robusta pilastra. Esta nave se ilumina con el gran rosetón que porta cristalería del año 1917 mientras que las laterales se quedan con una ligera luz procedente de dos pequeñas ventanas con arco de medio punto.
Varios sepulcros de la familia de los San Clemente se incorporaron en las paredes. En el siglo XVI se reconstruyó la cabecera cubriéndose con una bóveda de crucería estrellada y decorándose posteriormente con un bello retablo barrocoen el que destaca la talla de Santo Tomé, obra de Francisco Cambero, escultor, y Constantino del Castillo, pintor, entre otros. La capilla mayor actualmente queda separada del resto por una verja que dota a las monjas clarisas de una mayor intimidad.
La torre es muy robusta y de planta cuadrada con dos pisos con arcos ciegos sin adornos. Separa el piso superior una imposta decorada. En el piso superior hay unos arcos grandes ciegos y sobre estos los arcos de medio punto de las campanas.
Destaca sobre todo su espléndida fachada monumental, para muchos una de las mejores portadas del Románico español, de influencia francesa (Nuestra Señora de Poitiers), lo cuál explica el concepto de la participación de la reina Leonor en la ampliación y remodelación de la iglesia en la segunda mitad del siglo XII.
Tiene forma de frontón triangular coronado por una cruz florenzada, con un gran rosetón en el centro y filas de arcos ciegos en los laterales distribuidos en dos pisos superpuestos. La portada, conocida como la Biblia en Piedra, tenía el cometido de ilustrar a los fieles incultos de la época medieval la historia sagrada.
En el tímpano, aparece Cristo sedente con el Niño en sus piernas, cuatro ángeles portando los símbolos de los evangelistas, el profeta Isaías y la Virgen María.En las jambas de la entrada los capiteles están decorados con escenas bíblicas del Génesis y de la vida de Cristo. La riqueza de las arquivoltas la convierten en unas de las más alabadas del románico español. La 1ª representa los 24 ancianos músicos del Apocalipsis, la 2ª la Matanza de los inocentes, la 3ª escenas que comprenden la vida de la Virgen, el nacimiento e infancia de Jesús y la 4ª la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
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