Historia
El monasterio medieval que custodia una de las espinas de la Corona de Cristo
Bien de Interés Cultural, se erigió como espacio colonizador con la fundación de una localidad mediados el siglo XX
Ubicado en el valle del río Bajoz en los Montes Torozos, imponente se yerguen las torres del Monasterio de la Santa Espina, en el municipio de Castromonte. La historia cuenta que fue fundado en el año 1147 por la infanta-reina Sancha, tras recibir de Luis VII de Francia en París, una de las espinas de la corona de Jesucristo que custodiaban los reyes de Francia.
Tras volver a Castilla, mandaba fundar este monasterio para albergar la reliquia, misión que se encomendaría a la Orden del Císter. Ese mismo año llegaban los primeros monjes procedentes de la Abadía de Clarival. Alfonso VII confirmaría esta donación dos años después.
Pasarían unos años, y en 1575 se ampliaban las instalaciones y más tarde se construiría la capilla donde se halla la reliquia obras de Francisco de Praves, mientras que en el siglo XVIII, Ventura Rodríguez edificaba una nueva fachada de traza barroca.
Hasta la desamortización de Mendizábal, los monjes residirían de forma permanente en este espacio y en 1865 era adquirido por el marqués de Valderas, y 21 años después su viuda crearía una escuela de primaria y agrícola, encomendada a los Hermanos de la Salle, que estuvieron presentes allí hasta el pasado año. Ahora la gestión la lleva la Fundación Educatio Servanda.
En la guerra civil los terrenos del monasterio fueron utilizados como campo de concentración. Ya en 1967, se constituyó como una localidad homónima, que significó un proceso de colonización también para el uso de las tierras.
El paisaje subyuga al viajero que se acerque hasta él. Una enorme muralla del siglo XVI te lleva hasta él y su entrada es a través de una puerta monumental con arco de medio unto. En su interior nos esperan dos claustros, uno, denominado de la hospedería, del siglo XVI, y un segundo, un claustro procesional.
La sala capitular es las mejores conservadas y representativas de los monasterios cistercienses por su sobriedad, y no ha sufrido grandes transformaciones desde sus orígenes. Ya en la iglesia, cuenta con un retablo de estilo renacentista y hay una estatura que representa a Sancha Raimúndez, fundadora del Monasterio, aunque no está enterrada aquí, sino en el Panteón de los Reyes de San Isidoro de León.
En La Capilla de las Reliquias se guardaban todas las del monasterio, que se perdieron en un incendio, y hoy se guarda la de la Santa Espina. Merece la pena acercarse hasta este santo lugar y sus alrededores, en una bonita mañana de excursión.
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