Medio Ambiente
Radiografía de los incendios forestales en Castilla y León
Burgos y León son las provincias más afectadas en lo que va de año
Los incendios forestales cada vez se desestacionalizan más, a pesar de que el grueso de ellos, sobre todo los más graves, se producen históricamente en los meses estivales. De hecho, el fuego ya amenazado en estos primeros meses de 2023 sobre lo que puede ser el próximo verano: 1.168 hectáreas arrasadas por las llamas en el inicio de año a causa de 267 fuegos, una cifra que, sin embargo, supone un 35 por ciento menos que la media del decenio 2013-2022; y muy por debajo del catastrófico pasado ejercicio, cuando en esta época ya habían ardido casi 3.500 hectáreas.
La parte menos negativa, en esta ocasión, es que solo el 12 por ciento del suelo quemado tiene origen arbolado, con 143 hectáreas, un 20 por ciento menos que la media y por debajo de la mitad del pasado año.
Burgos y León son las más afectadas en este primer trimestre, con algunos de ellos que incluso alcanzaron nivel 1 de Infocal, como en La Baña o Marrubio: seis de cada diez hectáreas calcinadas en la Comunidad llevaron el sello de ambas provincias. También, en este periodo se apagaron con más rapidez los incendios, un dato que constata el número de conatos, es decir, los fuegos menores a una hectárea, que entre enero y marzo fueron 214, el 80 por ciento del total, con no más de 27 hectáreas ardidas en esta tipología de fuegos, de las que solo cinco fueron de arbolado.
De hecho, el índice de eficacia (superficie arbolada quemada sobre el número total de incendios), según el análisis estadístico facilitado por Ical, fue de 0,53, un seis por ciento por encima del promedio de los diez años, lo que pone de manifiesto esa mayor agilidad del personal del operativo para la extinción de incendios. Y el índice de gravedad (superficie arbolada quemada sobre la que superficie del Inventario Forestal Nacional), fue de 0,0043, un 20 por ciento menos que en la media 20132022, también un dato positivo.
De los 267 incendios registrados en este periodo, una quinta parte, 58, se produjeron en Palencia, provincia en la que, sin embargo, solo se quemaron 35 hectáreas en total, dado que 53 de ellos fueron conatos. En León se originaron 47 fuegos forestales, con 343 hectáreas, 73 de ellas de masa arbolada; y en Burgos, 33 incendios, con casi 365 hectáreas, en este casi, la práctica totalidad (357), matorral y monte bajo y ni siquiera llegó a una hectárea de arbolado calcinado.
A continuación se situó Ávila, con algo más de 200 hectáreas en una treintena de incendios, de las que 56 fueron de superficie arbolada; le siguió Salamanca, con alrededor de 140 hectáreas (25 fuegos), si bien la mayor parte correspondió a matorral (134 hectáreas), en el que se incardina el incendio registrado en Candelario hace unas semanas.
Respecto al resto de provincias, por fortuna, las cifras son significativamente menores. Es el caso de Zamora, que en estos tres meses vio arder medio centenar de hectáreas en 32 fuegos; Soria, con 13 hectáreas en total (15 fuegos); Segovia, con menos de una decena de hectáreas (17 incendios) y menos de tres hectáreas en Valladolid (10 fuegos) En siete de ellas la superficie arbolada fruto de las llamas fue casi inapreciable: todas menos Ávila y León.
Extinciones más rápidas
En declaraciones a Ical, el director general del Medio Natural, José Ángel Arranz, señala que los incendios en esta época del año, habitualmente, “son menos graves”, sobre todo por quemas autorizadas o ilegales “que se escapan de las manos” cuando se hacen limpiezas o búsquedas de pastos. “Los grandes incendios, de más de 500 hectáreas, son más de verano, en época de peligro alto; ahora se observan más fuegos pequeños. En el arranque de año, con un incendio grande podemos registrar la misma superficie quemada que con 500 pequeños”, apunta.
Además, señala que la velocidad de extinción es “más rápida” por las condiciones climáticas, que en los tres primeros meses aún no han registrado altas temperaturas y la vegetación aún cuenta con humedad que ralentiza la generación del fuego. “Pero ya estamos viendo en otras comunidades autónomas que la sequía está haciendo mucho daño. Como no llueva se prevé un año muy complicado”, prevé Arranz, quien alerta de que esta falta de agua puede provocar una “parada vegetativa” en la masa arbolada de ciertas zonas de la Comunidad, lo que convierte a los árboles, aunque estén vivos, “en casi leña", lo que facilita la acción de las llamas”.
Este escenario de arranque de año vaticina unos próximos meses poco optimistas. De hecho, la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio se ha visto obligada a declarar peligro medio de incendios forestales prácticamente todo el mes de abril por las condiciones de sequía y la climatología advertida por Aemet. El consejero del ramo, Juan Carlos Suárez-Quiñones, ya anunció que en esta temporada Castilla y León anticipará a junio el inicio de la época de peligro alto de incendios, que será de cuatro meses, cuando habitualmente empezaba el 1 de julio.
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