
Medio Ambiente
El sorprendente lago rosa español en el que puedes flotar como en el Mar Muerto
Este asentamiento fue clave en el abastecimiento de sal para todo el norte peninsular

España nunca deja de sorprender. En cualquier rincón de nuestro país puedes encontrar monumentos, parajes naturales o pequeños pueblos que no dejan indiferente a nadie. Es el caso del municipio que cuenta con un asombroso lago rosa en el que puedes flotar como si te encontraras en el mismísimo Mar Muerto.
El Mar Muerto, según Wikipedia, es un lago endorreico salado situado en una profunda depresión a 435 metros bajo el nivel del mar, entre Israel, la parte cisjordana de Palestina y Jordania, en la región de Oriente Próximo. Ocupa la parte más profunda de una depresión tectónica atravesada por el río Jordán, que también incluye el lago de Tiberíades más al norte.
Los griegos de la Antigüedad lo llamaban «lago Asfaltites», por los depósitos de asfalto que se encuentran en sus orillas, conocidos y explotados desde la Edad Antigua. Debido al cambio climático y a la extracción de agua dulce, el nivel del agua del mar se reduce un metro al año y las tierras ribereñas se hunden 15 cm al año.
Tiene unos 80 kilómetros de largo y un ancho máximo de unos 16 km; su superficie es aproximadamente de 810 km². Recibe agua del río Jordán, de otras fuentes menores y de la escasa precipitación que se produce sobre el lago, y el nivel de sus aguas es el resultado del balance entre estos aportes y la evaporación.
Una de las razones por las que el Mar Muerto es tan salado se debe a que está ubicado en una cuenca hidrográfica endorreica, es decir, no hay salidas. Los minerales que desembocan en él se quedan allí para siempre. La mayoría de los cuerpos de agua dulce tienen puntos de salida, como los ríos y arroyos, lo que les permite disponer de los minerales disueltos que pueden fluir en ellos de otras fuentes. Hay varios ríos y arroyos que desembocan en el mar Muerto, pero ninguno que drene hacia afuera.
El agua del Mar Muerto tiene una densidad de 1,24 kg / litro, lo que hace que el cuerpo humano pueda flotar sin esfuerzo en el agua, porque la densidad de este último es menor que la densidad del agua salada del propio lago.
Poza de la Sal
Pues en un recóndito, pero precioso pueblo de la provincia de Burgos, se sitúa un espectacular lago en el que puedes flotar como si te encontraras en el Mar Muerto. Uno de los atractivos más curiosos del lugar es la llamada Poza Rosa, una pequeña laguna situada en las alturas del monte salinero, cuyo color rosado se debe a la presencia de un microorganismo fascinante: la Artemia salina, un crustáceo que tiñe las aguas con su característico tono fucsia. Este mismo organismo es el que, indirectamente, da color a los flamencos, pues forma parte de su dieta.
Este fenómeno cromático aporta un valor paisajístico extraordinario a Poza de la Sal, y refuerza su atractivo para los amantes del ecoturismo, la geología y la fotografía de naturaleza.
Las Salinas
La Poza Rosa forma parte de Las Salinas, que dan nombre a este pueblo burgalés, situadas justo en el borde del Páramo de Masa, donde los terrenos descienden bruscamente hacia la planicie Burebana, como un inmenso cráter de 2,5 Kilómetros de diámetro que constituye uno de los diapiros más perfectos que existen. Los bordes del falso cráter, de contorno prácticamente circular, encierran dentro de sí la cuenca salinera y sus paredes muestran la historia geológica del lugar desde la formación de la sal que se corresponden a los períodos triásico, jurásico y cretácico.
El dato más antiguo sobre el poblamiento de esta zona nos lo aporta el yacimiento El Castellar, atribuido tradicionalmente a un Castro de la Edad del Hierro, del que apenas quedan restos de superficie.
El Salero de Poza ocupa una gran superficie encajado en el fondo del diapiro, fenómeno geológico que provocó un importante yacimiento salino en el subsuelo. La cuenca salinera se dividió en valles -zonas independientes de producción-, y granjas –propiedades- que integraban los distintos tipos de instalaciones destinadas a la producción de sal. Debido a la importancia del mineral, la Corona siempre tuvo propiedades en la salinas, y este aspecto se unió al monopolio sobre la venta de sal establecido por Felipe II en 1564 que perduró hasta 1868, momento en el que cae la monarquía de los Borbones con Isabel II.
El diapiro de Poza de la Sal aparece incluido en 1983 por el Instituto Geológico y Minero como uno de los Puntos de Interés Geológico (P.I.G.) del sector oriental de la cordillera Cantábrica. Esta estructura diapírica está situada en el límite suroccidental de la cuenca Vasco-Cantábrica, y constituye un notabilísimo ejemplo de tectónica halocinética por la calidad de sus afloramientos, sus dimensiones, y por sus perfectas condiciones de observación.
La Casa de Administración de las Reales Salinas es sin ninguna duda el mejor ejemplo de arquitectura civil, asociada además a la explotación del Salero, producto de un concepto y un estilo derivado del ideario ilustrado. Su construcción comienza en el año 1786 promovida por la Hacienda Real de Carlos III, con un proyecto de José Benito Cortés del Valle. La obra estará terminada en el año 1789 y desde entonces acogerá el control y la administración de los procesos de elaboración, producción, almacenamiento y distribución de la sal producida en las salinas de Poza y también de la procedente de aquellas salinas entonces llamadas salinas subalternas: en Álava, Salinas de Añana, Buradón y Herrera; en Burgos, Salinas de Rosío.
El edificio estará en uso hasta el año 1868 en que se produce la caída de la monarquía de los Borbones con Isabel II. Entonces pasará al concejo municipal y desde 1880 será la sede de la escuela que hasta ese momento se encontraba en la Plaza de la Villa, en el edificio en el que actualmente se encuentra el Consultorio médico. En los años sesenta del siglo XX se construye un nuevo edificio destinado a la escuela, y la que fuera Casa de Administración de las Reales Salinas se abandona durante casi cuarenta años hasta que se acomete su rehabilitación como Casa de Cultura. Finalmente, en el año 2003 se instala en su sótano el Centro de Interpretación Las Salinas, que tiene como objetivo proporcionar a los visitantes una visión general de la explotación de las Salinas, las vivencias de los últimos salineros, el patrimonio industrial existente y el fenómeno del Diapiro.
Otros atractivos
Pero Poza de la Sal, no es solo sus salinas. Este precioso pueblo cuenta con otra serie de atractivos entre los que destacan:
Casco urbano
El casco urbano de Poza fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1982. El carácter medieval de su trazado se ha mantenido a lo largo de los últimos siglos.Poza de la Sal sigue siendo en su configuración urbana una villa medieval con rasgos muy especiales derivados de su emplazamiento y del uso de determinados materiales de construcción en algunos casos peculiares por su origen y características.
La localidad burgalesa constituye un claro ejemplo de adaptación de un casco urbano a un emplazamiento con unas características topográficas muy peculiares. El caserío de la villa se asienta sobre la ladera oriental del macizo calizo sobre el que se levantó el castillo. En este emplazamiento es destacable la pendiente y también el asentamiento del caserío sobre los conglomerados terciarios formados durante el Mioceno en la zona de contacto entre el páramo y la cuenca sedimentaria de la Bureba.
Este último rasgo es quizá el más característico: la ausencia de cimentación en la mayor parte de las casas y en la muralla, directamente asentadas sobre estos conglomerados del terciario y apoyadas unas en otras, estructura que es perfectamente visible en el interior de la Casa de Administración de las Reales Salinas, en la Puerta de la Fuente Vieja de la muralla, y en el exterior de muchas viviendas caminando por cualquiera de las calles.
Durante la Edad Media el espacio urbano de la villa está ceñido por la muralla y definido por ella, de tal manera que el caserío se adapta a un espacio en pendiente y constreñido por la cerca. Las casas apiñadas configuran su peculiar trazado laberíntico de calles angostas y empinadas, en definitiva, una configuración urbana caracterizada por una escasez de espacio y luz que se trata de compensar mediante el incremento de la altura de sus casas, con desarrollo de dos, tres y hasta cuatro plantas, un rasgo destacable del caserío pozano.
A partir del siglo XVI comienza a desaparecer el Paseo de Ronda que separaba la muralla del caserío, y las casas se adosan a la propia cerca, remontando incluso su altura, y rebajando su potencia para un aprovechamiento mayor del espacio. Este aspecto es en la actualidad perfectamente visible en los lienzos sur y norte que aún se conservan de la muralla.
La fábrica de sus casas se caracteriza por presentar aparejo de mampostería o sillería en las plantas bajas, con paramentos muy singulares por el uso de la ofita como material de construcción, que también aparece en el empedrado de las calles y en las construcciones salineras.
Los pisos superiores son de fábrica de adobe, y entramado de vigas de madera como elemento sustentante y de descarga de tensiones, en el caso de Poza peculiar pues no se limita a una disposición vertical u horizontal de las vigas sino también con una disposición oblicua de las mismas, que resuelve el reparto de las cargas de un modo más racional y eficaz mediante el apoyo de las vigas horizontales superiores no en sus extremos sino en tercios de su longitud.
Otro elemento típico fue el enlucido de las fachadas con yeso, pues el yeso fue otro material de construcción que se explotó en Poza a nivel local, producto, como la ofita, del especial fenómeno geológico que aquí se produjo. En algunos casos ha sido posible ver trabajos de ladrillo, quizá recuerdo de antiguas obras de alarifes mudéjares, según destaca lapágina web del Ayuntamiento.
Castillo de los Rojas
El emplazamiento del castillo en la cima de un macizo rocoso, aislado, de una verticalidad que lo hace casi inaccesible, no permitió otro acceso que peldaños tallados en la propia roca. El castillo y el roquedo en el que se asienta se encuentran en el borde oriental del diapiro, en el escalón entre el Páramo y la Bureba, lo que supuso por el oeste el control de la entrada a la villa y a la Bureba desde el páramo y también el control de todo el territorio salinero, y por el este un dominio visual absoluto sobre la cuenca burebana. Protegió sobre todo el caserío de la villa, ceñido por la muralla y asentado en su falda oriental, sobre la Bureba.
Al pie del peñón quedan los restos de los dos cubos que flanqueaban el arco de entrada, del que aún se puede ver el salmer, y que constituyó la puerta de acceso al patio de armas de la fortaleza. En la cima el castillo se dispone en dirección norte-sur, con la fachada en el oeste, y los restos de la torre en el extremo sur. Un vano ojival doblado, con aparejo de sillería colocada a hueso, sobre el que se encuentran lo que parece las ménsulas de arranque de un matacán, permite el paso al interior: una estancia larga y estrecha cubierta por una bóveda de cañón levemente apuntada cuyas tensiones se resuelven directamente sobre los propios muros, de gran potencia.
Existe también un tramo que parece cubierto por bóveda de arista. Esta estancia está parcialmente excavada en la roca, y aparece dividida en dos espacios por un paño de muro en el que se abre un arco de medio punto; antes de pasar este vano es destacable una caverna artificial, también excavada en la roca. Al fondo una escalera tallada en la roca conduce al piso superior, una terraza de unos 36 metros de longitud en la que está excavado un aljibe. Son elementos constructivos importantes además de los ya mencionados y el aljibe, los garitones sobre modillones, y también la aspillera con un amplio derrame al interior.
Este castillo tuvo las funciones de prisión, vigilancia y defensa. Entre los días 22 de enero y 19 de mayo de 1528, siendo noveno señor de Poza Juan Rodríguez de Rojas, los embajadores de Francia, Milán, Florencia, Inglaterra y Venecia, de la Liga Clementina, estuvieron presos en este Castillo por orden de Carlos I. Fueron conducidos a la villa por Pedro López Hurtado de Mendoza. Andrea Navaggero, el embajador de la república de Venecia, describe su estancia y la villa en su obra Viaje por España.
Al mismo tiempo que estos embajadores, el día 15 de abril de 1528, Carlos I ordenó el encierro en Poza de Ricardo Cuper, Procurador de los corsarios ingleses que asaltaron y tomaron la nao “Espíritu de Gracia”, propiedad de mercaderes burgaleses, en Belém, cerca de Lisboa, en la noche del 10 de marzo de 1525.
La función defensiva del castillo se puso de manifiesto en la Guerra de la Independencia entre las tropas francesas al mando de General Palombini y la guerrilla de Francisco Longa y Juan de Mendizábal en la que se conoció históricamente como acción de Poza. Durante las Guerras Carlistas el castillo fue ante todo lugar de vigilancia.
Palacio de los Marqueses de Poza y muralla
En la ladera oriental del castillo, entre la Villa y la fortaleza, se encuentran las ruinas del palacio de los Marqueses de Poza, y los restos de la ermita de Santa Cecilia. Al otro lado del lienzo de muralla que desde el caserío por el sur sube hacia el castillo, encontramos las ruinas de la ermita de San Juan. Se conservan de norte a sur lienzos de muro y una torre de planta cuadrada, de dos pisos, con un acceso y organización direccional del espacio en el interior en zig-zag, siguiendo el característico modelo defensivo musulmán que también puede observarse en el castillo de Frías. Esta torre tiene en el piso superior cubierta de bóveda de cañón con restos de pintura probablemente del siglo XIV, y fábrica de sillarejo y mampostería, en la que se abren aspilleras y vanos de arcos escarzanos.
La muralla definió durante siglos el espacio urbano de la villa, el trazado de sus calles. Si en un principio tuvo como función primordial la defensa de la villa, con el transcurrir de los siglos sólo mantuvo su función de control de las epidemias y también de las transacciones comerciales.
El lienzo sur se conserva completo en todo su trazado, desde el sector más alto que recibe el nombre de Paseo de la Reina, junto a las ruinas de la ermita de San Juan y del palacio, hasta su extremo en la calle llamada La Ronda –clara alusión a la función de este espacio hasta el momento en el que el caserío comienza a adosarse a la muralla-, lugar en el que estuvo la cárcel de la villa y donde el trazado de la cerca continúa en sentido noroeste rodeando todo el flanco norte del casco urbano.
Este lienzo norte tiene su extremo frente a la Casa de Administración de las Reales Salinas, y aquí queda el testigo en el paramento de la desaparecida puerta de la muralla llamada de la Fuente Vieja y también de la Verónica, que facilitaba el tránsito entre la villa, el valle más cercano de las salinas –Rusalado- y el complejo de manantiales, lavaderos y abrevaderos conocido como Fuente Vieja. Algunos especialistas opinan que en esta zona, extramuros, podría haber estado ubicado el barrio judío.
A lo largo del lienzo sur se conservan tres puertas, abiertas frente a la Plaza Nueva y a lo largo de la calle La Red. La puerta principal de la villa, entre la Plaza Nueva y la Plaza Vieja es remodelada en 1694 tras la construcción de la Plaza Nueva. Es conocida como Arco de la Concepción o Puerta del Conjuradero, pues desde el balcón corrido construido sobre el arco de medio punto los sacerdotes conjuraban los nublados que amenazaban las cosechas y la producción salinera.
En 1741 se abre junto al ayuntamiento la puerta de acceso a la Plaza de la Villa y al final de la calle La Red, junto a la Fuente del Berro, la Puerta de las Eras, de fábrica más antigua con un arco ojival doblado. La muralla presenta en todos los lienzos conservados elementos arquitectónicos como las torrecillas o garitones sobre modillones, rematados por una especie de matacanes a modo de arcos geminados, a los que se atribuye una cronología correspondiente a los siglos XIV y XV, y que también aparecen en el castillo. Sin embargo es preciso considerar que pueden consistir en modificaciones y remodelaciones introducidas en la época señalada, y que no afectan por tanto al establecimiento de una cronología anterior para el inicio de su construcción, probablemente del siglo XIII.
Iglesia parroquial de los Santos Cosme y Damián
La iglesia fue declarada Monumento Histórico-Artístico en 1974. Su construcción comienza probablemente a finales del siglo XIII, pero es objeto de reformas que modifican su planta y alzado a lo largo de los siglos y enmascaran su origen gótico temprano. Actualmente presenta una planta basilical de tres naves con cabeceras rectas y cubierta de bóvedas de crucería con seis tramos en la nave central y cuatro en las laterales. En su origen, al acceso al templo se encontraba a los pies de la nave central, en la plaza de la Villa, creándose en ésta un espacio urbano muy característico integrado por la iglesia, el ayuntamiento y la escuela de primeras letras. En 1665 finalizó la obra de la actual portada principal en el lado norte.
Su advocación es San Cosme y San Damián, patronos de la Villa. En su interior destacan:
- Retablo Mayor: Barroco del siglo XVIII, en la cabecera de la nave central, obra de los hermanos Cortés del Valle, sustituyó en 1710 a un retablo renacentista cuyo Sagrario se encuentra en el Retablo de San Andrés.
- Retablo de la Virgen del Rosario: Adosado al testero de la nave del Evangelio, es obra del imaginero flamenco Maese Amrique, oficial de Vigarny.
- Retablo de San Andrés: Obra atribuida a Simón de Bueras, realizada a mediados del siglo XVI en la cabecera de la nave del Evangelio.
- Coro alto a los pies de la iglesia: En 1766 se proyecta el nuevo coro donde estuvo ubicada la antigua puerta de la iglesia. El órgano se emplaza en su parte alta, en posición frontal, y data del siglo XVII.
Santuario de Nuestra Señora de Pedrajas
Se trata de una ermita de una sola nave con cubierta de tres tramos de crucería octopartita y nervios secundarios rectos, y una cúpula de media naranja sobre pechinas en el ábside. Adosada a la cabecera, en su mismo eje, se encuentra la sacristía y, sobre ella, el camarín donde están recogidos algunos de los exvotos que a lo largo de los siglos los fieles y devotos de la Virgen de Pedrajas han depositado en el santuario como testimonio de su devoción.
Este lugar aparece ya documentado en un diploma del Monasterio de Oña, de 14 de mayo de 1011, entre los lugares –después despoblado- que integran el alfoz de Poza: ad Sancta Eulaliam de Pedragas, con el significado de lugar de piedras, quizá haciendo referencia a los restos de la antigua Flavia Augusta. La fábrica que hoy presenta la ermita es el resultado de diversas intervenciones bien documentadas desde 1573 hasta 1749 y 1757, fechas en las que en esa línea de intensa actividad constructiva en toda la villa, se construye una hospedería, también se prolonga la nave hasta la espadaña y finalmente se levanta la torre actual.
La imagen de la Virgen de Pedrajas sufrió a lo largo de su historia frecuentes modificaciones que alteraron la talla y policromía original, hasta que en 1975 es restaurada con el fin de devolverle su primitivo carácter.
Presenta unas características iconográficas propias del tipo románico de la Virgen Trono de Dios o Trono de la Sabiduría pero ya con cierta influencia gótica. La imagen corresponde al modelo frontal y hierático de Virgen sedente, entronizada y sin comunicación con el Niño al que sirve de trono, pero que está sentado en posición que ya no es rigurosamente frontal, sobre la rodilla izquierda, y en actitud de bendecir, aspectos que junto a la incipiente expresividad de los rostros y el plegado de las telas suavizan el hieratismo y el carácter lineal presentes en las imágenes marianas hasta este momento. María levanta el manto con la mano izquierda para resguardar lateralmente al Niño, mientras sostiene una poma con la mano derecha, actitud que marca una tendencia en función de la cual Clara Fernández Ladreda define y establece una modalidad iconográfica que denomina Vírgenes del manto, que se difunde en Castilla sobre todo en la primera mitad del siglo XIII.
Convento de San Bernardino de Siena
Fue fundado a mediados del siglo XV por fray Lope de Salazar y Salinas, de la orden de San Francisco, alentado por quien fuera sexto señor de Poza, Juan Rodríguez de Rojas, y su mujer, doña Elvira Manrique de Rojas, señora de Requena. A principios del siglo XIX sufre una primera desamortización decretada por José Bonaparte en 1809, pero su extinción se produce durante el Gabinete de Mendizábal por Decreto de 11 de octubre de 1935 (durante los gabinetes de Martínez de la Rosa y del Conde de Toreno aún continuaba abierto). Hoy sólo quedan sus ruinas, entre las que podemos ver una iglesia y un claustro de estilo herreriano –está documentada una iglesia anterior-, y algunos elementos barrocos.
Plaza Vieja
Durante largo tiempo debió ser el centro de la vida de la población, por ser la plaza del mercado: Enrique II concede a la villa en 1371 el privilegio de un mercado semanal, los sábados, y dos ferias anuales. Este mercado semanal se vio ampliado a dos días, en miércoles y sábado, en el siglo XVI.
Su estructura responde al tipo de plaza desarrollado durante el medievo: los soportales definen todo su perímetro excepto en su lado oeste, delimitado por la calle Mayor y los muros de la iglesia. La estructura porticada consiste en pilares de madera apoyados en basas de caliza. El acceso a esta plaza es desde la Plaza Nueva, a través del Arco de la Concepción o Puerta del Conjuradero.
Plaza Nueva
Doña Juana de Rojas y Córdoba, V Marquesa de Poza, en una de sus visitas durante el año 1660 sugirió la conveniencia de construir una nueva plaza extramuros, en un espacio abierto, junto a la puerta principal de la villa. Con su sugerencia y permiso fueron realizadas las complicadas obras, que requirieron la construcción de muros de contención de gran potencia en sus lados este y sur, que sujetarán la estructura en una pendiente con una notable diferencia de cota.
Con la construcción de esta plaza se inició un nuevo concepto en la configuración del espacio urbano, produciéndose una ocupación fuera de los límites hasta entonces definidos por la muralla primero por las principales familias de la villa, que levantan aquí sus casas.
Ayuntamiento y plaza de la Villa
El Ayuntamiento es una construcción iniciada en 1595, que con el transcurso de los siglos ha terminado albergando tres edificios independientes, pero que aún permiten ver esa clara unidad constructiva en sus dos cuerpos de fachada, separados por una línea de imposta, y la cornisa, formada por un cuarto de bocel entre alero y cimacio rectos. Destaca en la fábrica el cuerpo central del edificio, en el que actualmente se aloja el Ayuntamiento, dos arquerías formadas por tres arcos de medio punto, sobre imposta que sobresale de la línea de la jamba y el intradós del arco y en las que las enjutas aparecen resaltadas en relieve.
La arquería inferior constituye el soportal de la planta baja, siguiendo hoy la estructura de la plaza con soportales en la calle del Diezmo frente a la antigua puerta y fachada principal de la iglesia. Estos soportales presentan la misma estructura constructiva que en la Plaza Vieja, pilares de madera sobre basas de caliza, pero en esta plaza es muy peculiar su aspecto sobre todo en el lado norte, pues el paso de los años ha provocado movimientos en el asentamiento y la estructura de los edificios con un desplazamiento de cargas que los pilares han tenido que soportar adecuando para ello la inclinación de sus fustes.
Lavaderos, abrevaderos y acueducto romano
Saliendo de la villa hacia las salinas por la puerta hoy desaparecida de la Fuente Vieja, se llega a un conjunto de lavaderos, abrevaderos y fuentes construidos en el siglo XVIII, y que constituyen una de las obras civiles más importantes y peculiares de la villa. No hay duda de que si la obra que hoy vemos se llevó a cabo en el periodo ilustrado, su origen se remonta sin embargo a etapas de nuestra historia mucho más antiguas.
El tramo inicial de acueducto, constituido por tres arcos de medio punto, el puente que enfrente nos permite observarlo, alguno de los manantiales de este conjunto, y la calzada que inicia su trazado aquí y por el valle más cercano de las salinas, Rusalado, continúa hacia La Magdalena, Trascastro y el páramo, han sido consideradas obras relacionadas con Flavia Augusta y con la explotación romana del Salero. Las características de sus fábricas, las descripciones de las que han sido objeto en otros siglos, y los estudios e investigaciones realizados por algunos especialistas han permitido atribuirles una adscripción cultural romana.
Félix Rodríguez de la Fuente
La villa de Poza de la Sal fue el lugar de nacimiento de Félix Rodríguez de la Fuente el día 14 de marzo de 1928 y el lugar donde transcurrió su infancia. En la escuela de Poza realizó los estudios primarios y después inicia los estudios secundarios en Vitoria, en los Hermanos del Sagrado Corazón, terminándolos en el Colegio Liceo Castilla de los Hermanos Maristas de Burgos. Estudia medicina en la Universidad de Valladolid y se especializa en Odontología en Madrid. Apenas ejerció la profesión para la que se había preparado. Su pasión por la naturaleza determinó su dedicación exclusiva al mundo de los animales. Primero en el ámbito de la cetrería, fue nombrado Cetrero Mayor de España, después comenzará el estudio, la investigación y la divulgación sobre la vida de los animales.
En 1965 comienzan sus colaboraciones en Televisión Española en el programa Fin de Semana y a partir de entonces comienza una serie de programas –Saber, Fauna, Vida Salvaje y Planeta Azul- que culminan con la serie El Hombre y la Tierra. Son muy importante en su obra, además de la realización de películas, la publicación de dos grandes obras enciclopédicas: Fauna Ibérica y Enciclopedia Salvat de la Fauna.
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