Sociedad
Talento ingeniero con acento rural
Tres profesionales de Aduriz Energía comparten cómo forjaron sus carreras desde el medio rural y ponen en valor Las Merindades (Burgos) como tierra de oportunidades
A veces el camino indicado para nosotros no es el más fácil, y nuestro trabajo ideal no tiene por qué pasar por una gran ciudad. A veces la solución se encuentra en el pueblo de tu infancia, aquel en el que te instalabas durante los meses que duraban las vacaciones de verano. Algo parecido les ocurrió a Ángela, Idoia y Belén, tres ingenieras cuyo trabajo en Aduriz Energía les llevó a asentarse en entornos rurales de la comarca de Las Merindades (Burgos).
Idoia González, la más veterana de las tres, lleva 19 años en la empresa y ocupa el puesto de ingeniera superior industrial por la rama de electricidad. Su pasión por la ingeniería surge a raíz de su gran afinidad con las asignaturas de ciencias: matemáticas, física, etc. así como esa “inquietud” por encontrar la respuesta a cómo funcionaban las cosas.
Esa curiosidad le llevó a estudiar ingeniería industrial, y a especializarse en electricidad. Bilbao fue la ciudad elegida para su formación, dado que es el lugar donde nació y creció. Tras terminar la carrera llegó la oportunidad de trabajar en Aduriz, y al ver que estaba ubicada en Medina de Pomar no se lo pensó mucho, ya que conocía la zona debido a que sus padres son naturales de Villarcayo (Burgos).
Casi veinte años después, Idoia y Aduriz han crecido juntos. La ingeniera recuerda que cuando ella comenzó su trayectoria en la empresa eran solo once trabajadores, y hoy son más de una treintena. Un crecimiento que no solo se traduce en profesionales, también en experiencia, ya que es un sector en constante cambio, especialmente de la mano de la digitalización y los requisitos medioambientales a cumplir.
También está creciendo en esta empresa Ángela García, que con 25 años es la más joven de las tres. Ya lleva casi dos años en la empresa, en el puesto de técnico de red, al igual que sus dos compañeras, aunque cada una se encarga de tareas diferentes. Su gusto por las matemáticas y la física le llevaron a decantarse por el bachillerato tecnológico cuando estaba estudiando, y finalmente a la hora de elegir carrera se decantó por la ingeniería de telecomunicaciones.
Natural de Burgos, dejó su casa cuando se mudó a Valladolid para estudiar, y al terminar su formación estaba decidida a buscar un trabajo cerca de su hogar. La casualidad quiso que acabase viviendo en Las Merindades, aunque tampoco le era desconocida esta zona, puesto que su familia es de Espinosa de los Monteros.
Tampoco se le hizo extraño asentarse en Las Merindades a Belén Puga, cuya familia materna tiene casa en Villarcayo, y conocía perfectamente el entorno. “Para mí no fue difícil irme a Las Merindades porque para mí era un entorno familiar”, explica. Además, con la posibilidad del teletrabajo, ya que desarrolla su vida entre Bilbao y Villarcayo, todo le fue mucho más sencillo. “La decisión no fue difícil, y cuando estás allí te das cuenta de que vivir en un pueblo no te genera las mismas cosas que vivir en una ciudad”.
Al igual que sus compañeras, Belén también encontró su lugar en la rama de ciencias, y en especial en la ingeniería. En concreto se formó como ingeniera técnica de minas, especializándose poco después en combustibles y explosivos, lo que hoy en día se conoce como recursos energéticos. Su trayectoria laboral le llevó finalmente a Aduriz, donde ocupa el puesto de técnico de red y se encarga de gestionar el sistema de información geográfico, entre otras cosas.
Mayor calidad de vida en el medio rural
En relación a la decisión de irse a vivir a un pueblo como Villarcayo, García explica que no le preocupó dado que conocía la zona, si bien es verdad que había habitado en ella solo en periodos vacacionales. “Esta zona es mucho de segunda residencia y de veraneo. En invierno se despobla y nos quedamos muy poquitos”. Pese a ello, afirma que ha encontrado muchas ventajas en vivir en este entorno rural, como por ejemplo la calidad de vida, que afirma es “mayor”.
“Los desplazamientos son mucho más cortos. No tenemos que sufrir caravanas ni problemas de aparcamiento y aprovecho más mi tiempo en ese sentido”, explica. La vida familiar también se ve beneficiada ya que considera que se vuelve “muy cercana”, porque hay más tiempo libre para dedicárselo a tus seres queridos. “También tenemos un ocio más saludable, con un entorno natural que nos posibilita hacer senderismo, caminar por el monte, pescar...etcétera”.
También tiene grandes beneficios para Ángela García que hoy desarrolla su día a día en Espinosa de los Monteros, un pueblo con apenas 1.600 habitantes. Cuando sus amigos le preguntan qué le aporta vivir allí, ella es sincera al responder que en lo que más ha ganado es en “calidad de vida”.
“Tardas menos en ir a trabajar, puedes salir a pasear en cualquier momento y aunque la gente crea que no hay nada en los pueblos, he descubierto que hay una gran oferta de cosas”, explica …. “Los mismos pueblos quieren que la gente se quede en el pueblo y hay muchas actividades por las tardes para todas las edades. Al final conoces a todo el mundo y entablas amistad con gente con la que igual nunca había visto. Tienes amistades que no piensas que vas a tener”, añade.
“Hay mucha vida en los pueblos y estoy segura de que mucha gente que se niega a venir es porque piensa que no va a poder hacer y va a ser aburrido, pero se gana mucho en calidad de vida y en tiempo libre”, reitera.
Día Internacional de la Mujer Ingeniera
El próximo 23 de junio se celebra el Día Internacional de la Mujer en la Ingeniería, unas efemérides que busca visibilizar el talento femenino de un sector que históricamente se ha vinculado al género masculino. Idoia, Belén y Ángela demuestran que esto no es así, y que son muchas las mujeres que también encuentran su vocación en las carreras STEM y en concreto en el ámbito de la ingeniería.
Aduriz también juega un papel importante en esta lucha, y es que más del 40 por ciento de su plantilla son ingenieros, y en concreto un 56 por ciento de ellos son mujeres. Las tres profesionales de Aduriz coinciden en que a pesar de que sí que ven una mejora en el número de mujeres dedicadas a la ingeniería, aún queda “trabajo por hacer”.
“Las mujeres tenemos aptitudes, y muy buenas para el ámbito de la ingeniería”, explica Idoia González, que señala que las mujeres tienen “ingenio, visión práctica, capacidad de análisis”, y además son “muy responsables en el trabajo”. “Somos perfectamente capaces de hacer lo que nos propongamos y en ingeniería también”. Por ello, anima a todas aquellas niñas que estén dudando de estudiar una ingeniería, que esta es una carrera “con mucho despliegue y muy interesante”.
Por su parte, Ángela recuerda que “si el ámbito de la ciencia te despierta interés, lo mejor es intentar ir a por ello sin miedo”. “Dejar atrás los estereotipos, porque estudiar o dedicarte a algo de esto, no entiende de género”, añadió.
Belén Puga hace hincapié en el papel que juega la educación en este tema, ya que considera que se deberían hacer “más visibles este tipo de profesiones”. “Se debería fomentar y dar a conocer mucho más nuestra profesión en las aulas. Saben que existen las ingenierías, pero no se les presenta como algo atractivo”, concluye.