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Muriel Barbery: «Cuanto más nos distanciamos de la realidad, más la comprendemos»

La autora presenta su nueva novela Muriel Barbery

Muriel Barbery presenta su nueva novela
GRAFCAT8356. BARCELONA, 25/11/2019.- La escritora francesa Muriel Barbery, autora de "La elegancia del erizo", posa para la Agencia Efe durante la presentación de su nuevo título, "Un país extraño", parte novela de aventuras, fantástica y fábula de tintes filosóficos. EFE/Andreu DalmauAndreu DalmauEFE

La escritora Muriel Barbery se convirtió en un fenómeno editorial con «La elegancia del erizo». Ahora la autora regresa con «Un país extraño» (en castellano en Seix Barral y en catalán en Edicions 62), una fábula difícil de clasificar que se inicia en una España imaginaria de 1938, con soldados y elfos.

–En «Un país extraño» nos encontramos con un cambio de registro respecto a lo que había escrito anteriormente. Nos lleva a un mundo fantástico con elfos, además de un homenaje a la naturaleza. ¿Por qué quiso este cambio?

–Creo que con la edad la imaginación crece, al menos ese es mi caso. Hacía tiempo que quería inventarme un mundo totalmente imaginario en el que podría dejar libre curso a mis experiencias pasadas, todo ello con una forma libre con la que poder ser la madre de un mundo nuevo. Ha sido una experiencia dura, pero también fantástica porque hay algo que me da mucho miedo con cada novela y es aburrirme. Si vuelvo a hacer lo mismo me aburro. El hecho de crear un universo imaginario fue algo que me aportó frescor. Pude aportar mucho de mi experiencia personal, especialmente de los dos años que viví en Kioto, el corazón del antiguo Japón donde el refinamiento y la elegancia llegan a niveles insospechados. Me resultaba muy difícil hacer una novela sobre Kioto. Así que todo se fue solidificando en un mundo imaginario.

–Es difícil poder clasificar su novela. ¿Es intencionado?

–Cuando escribimos no pensamos en nada. Es una excelente pregunta porque constantemente me interrogan sobre qué género tiene esta novela y es algo que no sé responder. No tengo ni idea. Intento escribir de la manera más libre posible. Creo que está muy bien tomar cosas prestadas de distintos géneros, de cosas que leí de joven. No me quiero prohibir pasar ninguna frontera, pero tampoco quiero encerrarme en un género concreto. Sí, el resultado es extraño, pero es aquí donde se divierte el escritor.

–¿Qué le permite el moverse en el terreno de la fábula?

–Creo profundamente que cuanta más distancia podamos tomar respecto de la realidad en la literatura, más fácil nos será el poder comprender cosas de esta realidad. El hecho de usar la fábula permite soñar con un mundo mejor y, a la vez, regresar a lo que siento del mundo en el que vivo. Cuanta más me distancio de la realidad, mejor es mi comprensión del mundo en el que estoy.

–¿Nos estamos alejando de la naturaleza?

–Es una aspiración personal. Cuanto más pasa el tiempo, más siento la necesidad de reconectarme con lo que viví durante mi infancia. Como tuve la suerte de crecer en el campo, mis primeras experiencias morales y estéticas están relacionadas con los animales y el entorno. Tenía la sensación que viviendo en la ciudad me había perdido esa parte encantada de mi infancia. Estos últimos años los dediqué a quitar de casa todo lo que no era de material orgánico y sano. En mi casa ya no hay plásticos. No es algo que se haya hecho de manera consciente sino que ha pasado de forma natural.

–¿Por qué la novela se inicia en España y en una fecha como 1938, aunque no es sobre la Guerra Civil?

–Las fechas no corresponden históricamente, como se puede ver en la novela. No he querido escribir una obra histórica, aunque a la vez quería que hubiera un ambiente tan terrible como es el de estar entre dos guerras mundiales, donde empezó el nazismo a crecer como la espuma para llevarnos al desastre que todos conocimos después. Por lo que hace referencia a España, es un país que quiero profundamente por diversas razones. Durante mi infancia, cada años atravesábamos España pasando por Burgos y Salamanca cuando buscábamos el barco que nos llevaba a Marruecos desde Algeciras. Me fascinaba el paisaje y me parecía magnífico, pese a que pareciera muy áspero y seco. Tenía la sensación de pasar unas tierras mágicas. Ya adulta he seguido teniendo esa sensación pasando por España.

–Sospecho que el personaje llamado Jesús Rocamora no está basado en un editor de mismo nombre.

–Lo he conocido hoy, antes de esta entrevista. Mi editora Elena Ramírez me dijo un día su nombre y me pareció inspirador para una novela.