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El zoo soñado por Ted Hughes

La editorial Elba publica «Cómo la ballena se convirtió en ballena y otras fábulas», el bestiario ideado por el gran poeta británico que aparece con ilustraciones del pintor Miguel Macaya

Sylvia Plath y Ted Hughes, epítome de pareja desgraciada de escritores
Sylvia Plath y Ted Hughes, epítome de pareja desgraciada de escritoreslarazon

Ted Hughes es uno de los más grandes poetas británicos de todos los tiempos. Sin embargo, su obra ha sido juzgada en muchas ocasiones por razones que no tienen nada que ver con la literatura y sí con su vida privada, especialmente con su primer matrimonio con la escritora Sylvia Plath, una relación que acabó con el suicidio de ella. Mucho, demasiado se ha escrito sobre este tema hasta el punto de dejar a un lado la labor literaria de Hughes.

Pese a todo ello, también podemos hablar del escritor en función de su obra que se sigue leyendo. Buena prueba de ello es la reciente publicación de «Cómo la ballena se convirtió en ballena y otras fábulas», publicado por Elba y enriquecido con las ilustraciones de Miguel Macaya.

No deja de ser curioso que el primer libro que el poeta dio a imprenta tras el suicidio de Sylvia Plath fuera esta colección de relatos pensados para el lector infantil, aunque también hay una intención de atrapar al público adulto. Uno no puede evitar pensar que Hughes tenía en mente a sus hijos Frieda y Nicholas, muy pequeños en aquel momento. Y es que el trabajar en estas fábulas, tal y como apunta su biógrafo Jonathan Bate, era una buena manera de poder de que el autor pudiera conectar mejor con sus hijos.

Hughes empezó a escribir estas fábulas durante su luna de miel en Benidorm. Era el verano de 1956 y Hughes y Plath se instalaron en aquella población, por aquel entonces tan alejada de las masificaciones turísticas tan habituales en la actualidad. En el diario personal de Plath ya hay alguna noticia de lo que sería después «Cómo la ballena se convirtió en ballena y otras fábulas». En la entrada del 22 de junio, Plath apuntaba que «ayer Ted me leyó tres nuevas fábulas que acaba de escribir para su maravilloso libro sobre cómo los animales se convirtieron en lo que son (...). Creo que este libro puede conventirse en un clásico de la literatura infantil».

Es evidente que Ted Hughes tenía en mente a Rudyard Kipling y su colección de cuentos breves «Just So Stories for Little Children» donde los animales son los protagonistas indiscutibles. Sin embargo, el poeta británico llevó a su terreno este material para construir once relatos maravillos y que se remontan a «hace mucho tiempo, cuando el mundo era nuevo, antes de que existieran los animales o los pájaros, el sol se alzó en el cielo y trajo el primer día». Fue en ese momento cuando «todas las criaturas eran bastante parecidas entre sí, y muy distintas de lo que son ahora. No tenían ni idea de en qué se convertirían. Algunas querían ser pardillos, otras leones, y algunas querían ser otras cosas».

En este bestiario nos encontramos con un búho, una ballena, un zorro, una osa polar, una hiena, una tortuga, una abeja, un gato, un asno, una liebre y un elefante. Son animales a los que vemos transformarse en los animales que hoy son. De esta manera sabemos, por ejemplo, que la hiena, aspirante a perro salvaje, imitaba en todo al animal que se preparaba para ser leonardo. También sabemos ahora que el gato antes de ser gato era «un auténtico bala perdida».

El libro recibió buenas reseñas cuando finalmente vio la luz en 1964. Buena prueba de ello fue la reseña que la polifacética Gloria Vanderbilt, desaparecida este año, escribió para el «New York Times Book Review». «Estas once encantadoras historias merecen tener su espacio entre las fábulas clásicas. Cobran vida porque están arraigados en la verdad fundamental de la necesidad de una identidad, e ilustran la felicidad que llega cuando nos paramos pretendiendo ser algo que no somos y empezar a ser nosotros mismos», aseguraba con acierto Vanderbilt.

Todo ello en esta edición queda reforzado con los dibujos de Miguel Macaya, de una inteligente sencillez, perfecto complemento a la palabra de Ted Hughes.