Libros

El canon personal de J.V. Foix

Edicions 62 recupera la semana que viene los textos en los que el poeta de Sarrià hablaba de sus escritores y artistas de cabecera

El poeta J.V. Foix es autor de "Noms propis. Escriptors i artistes"
El poeta J.V. Foix es autor de "Noms propis. Escriptors i artistes"larazonLa Razón

Como viene siendo habitual por estas fechas, Edicions 62 lanza un nuevo título de la biblioteca que desde hace años dedica a la obra de J. V. Foix. Estos libros, editados con la implicación directa de la fundación que lleva el nombre del poeta de Sarrià, son una fiesta literaria porque además de textos conocidos se tiene la vocación de recuperar algunos que habían quedado dispersos e, incluso, algún inédito. La próxima semana llega un nuevo título de esta serie «Noms propis. Escriptors i artistes» donde podemos acceder a las opiniones que Foix dejó por escrito de nombres como Josep Pla, Gabriel Ferrater, Carles Sindreu, Josep Carner, Joan Salvat-Papasseit, Salvador Dalí, Joan Miró, Pablo Picasso o Josep Obiols, entre muchos otros.

En la mayoría de casos nos encontramos con textos que Foix publico en diferentes medios, especialmente «La Publicitat», pero también en «Quaderns de Poesia» o «Serra d’Or», además de algunas conferencias. De esta forma, Foix de alguna manera nos va mostrando lo que es su muy personal canon literario y artístico, tanto lo viejo como lo nuevo, es decir de Llull a Ferrater, de Goya a Miró. No en vano el poeta es el creador de un verso que resume muy bien su filosofía: «M’exalta el nou i m’enamora el vell». Y así es leyendo este excelente libro.

Desde el punto de vista de las letras, para Foix la literatura catalana se inicia con la incuestionable labor de Ramon Llull. En «Noms propis» se han recopilado una serie de varios artículos alrededor de la figura de Llull, ya sea matizando la vigencia de su figura así como los vínculos que pudiera tener su obra con el Neorromanticismo o la Renaixença, aparte de la conmemoración de su séptimo centenario. Hay, por encima de todo, una reivindicación como lector, un ruego de que no nos olvidemos de leerlo. Por todo ello apunta en diciembre de 1935 que «Llull és el primer dels nostres poetes, el primer d’alliberar, en poesia, el català de la llengua trobadoresca, el primer a tot Europa a escriure de filosofia en llengua popular, un dels primers pedagogs del segle tretzè, un dels més decidits a reclamar l’ensenyament de la llengua vulgar als infants».

En el canon de Foix también tenemos, ya más centrados en los siglos XIX y XX, a Jacint Verdaguer y Joan Maragall. Del autor de «L’Atlàntida» recomienda, no su maestría literaria sin reservas sino «exaltem en ell un dels primers restauradors de l’idioma, un dels primers prosistes de la nostra llengua –d’ara i adés– i el nom d’un precursor de l’ideal dels catalans». Del otro poeta nos expone que era un autor puro entre los puros, además e sereno y que «cercava el mot planer que ell il·luminava amb clarors pròpies tot desentenent-se de les regles preceptives que ell mateix aconsellava de conèixer i d’exercir per la lectura».

Más cercanos en el tiempo de Foix son Josep Carner, Carles Riba, Joaquim Folguera, Josep Maria de Sagarra, Josep Pla, Ferran Soldevila o Xavier Benguerel, todos ellos protagonistas de este libro. Una mención aparte la merece un texto aparecido en marzo de 1962 en la revista «Serra d’OR». Es una emocionada y emocionante carta que dirige a otro poeta barcelonés, otro ejemplo de vanguardia literaria. Es Joan Salvat-Papasseit, de quien rememora su amistad. Lo pone al día de lo que ha pasado desde su muerte, en un lejano 1924, ya sea desde un punto de vista moral como científico o artístico.

Y hablando de lo artístico, tenemos otro canon, el de los pintores que le resultan imprescindibles, una serie que se inicia con Francisco de Goya en un artículo en el que analiza la recepción que en 1935 tuvo una exposición de sus grabados en la Biblioteca Nacional parisina. Allí, con inteligente sentido común, Foix se cuestiona por qué los surrealistas franceses no han acogido al gran pintor como precedente.

No puede faltar Picasso en este camino gracias a unos artículos que toman como punto de partida la mítica muestra que ADLAN organizó en 1936 con la implicación de admiradores del malagueño de la talla de Salvador Dalí, Joan Miró, Tristan Tzara o Paul Éluard.

Fascinante es el bloque centrado en uno de los artistas que más interesaron a Foix. Hablamos de Joan Miró a quien definía como «el pessebrista astral». Al poeta, en «La Publicitat» en 1933, le gusta resaltar la catalanidad mironiana y cómo la ha divulgado en exposiciones en Londres o Nueva York. Por todo ello afirma que en su pintura surrealista hay una irradiación de Cataluña al nutrirse de «les més delicades essències de la nostra espiritualitat».

Salvador Dalí es el otro gran referente de Foix. Resalta en el padre de los relojes blandos «perdudes les esperances en l’idealisme sense ideal, un incompatible pintor de classe, un realista desesperat».