Temporal
El temporal deja un paisaje devastado
El desembalse de los pantanos, a tope de su capacidad, principal preocupación en la fase final de la borrasca
El temporal “Gloria”, que ha azotado estos días Cataluña, ha dejado un paisaje devastado en el litoral. A vista de pájaro cuesta divisar las playas del Maresme y del Garraf, el mar ha engullido el delta y los ríos se han desbordado en Girona.
En la zona del delta, el temporal se ha “tragado" 25 metros de la línea de costa, ha afectado a 3.000 hectáreas de cultivo de arroz y ha desdibujado 6.500 metros de playas del municipio, además de causar daños en caminos rurales y desagües. Un golpe al corazón de la biodiversidad, a un ecosistema frágil de referencia en Europa y ha una economía autóctona basada en la tierra y el mar. De hecho, han desaparecido numerosas mejilloneras y los arrozales se han cubierto de agua salada.
Más al norte, a partir del Maresme, los ríos son protagonistas: ayer causó estragos el desbordamiento del río Tordera, sobretodo entre Malgrat y Blanes, donde se llevó por delante dos puentes. Uno cayó sobre la vía ferroviaria y su reparación obligará a interrumpir el servicio entre ambas estaciones entre seis y nueve meses. El puerto de Blanes, además, ha quedado parcialmente destruido por el impacto del fuerte oleaje que ha golpeado estos días la costa.
Se prevén además grandes afectaciones económicas en la zona afectada por el desbordamiento de la Tordera, con hasta el 80% de la cosecha de hortalizas perdida por el destrozo de kilómetros de campos.
En Girona, la virulencia de las lluvias -hasta 200 litros por metro cuadrado en 24 horas- ha favorecido la crecida de ríos como el Ter, que ha afectado a diversas carreteras de la provincia, y el desbordamiento de la riera Major, lo que ha obligado a los vecinos de las zonas inundables de la cuenca, que afecta a una treintena de municipios a su confinamiento nuevamente, tal y como sucedió la pasada noche.
Las calles inundadas, los golpes de olas, la espuma en las calles de Tossa, el mobiliario urbano caído en los paseos marítimos o las carreteras impracticables han dado paso hoy a la situación preocupante de los pantanos: los de Sau y Susqueda, en la cuenca del Ter, están al máximo de su capacidad y empezarán a desembalsar agua a un ritmo de unos 1.200 metros cúbicos por segundo, unas 120 veces más de lo habitual.
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