Cataluña

Tengo las manos agrietadas de tanto lavarlas, ¿qué hago?

La necesidad de protegerse contra el coronavirus empieza a provocar múltiples rojeces y problemas dermatológicos en las manos

en menos de un minuto, un lavado de manos eficiente puede contribuir de forma significativa a reducir el riesgo de enfermedades
en menos de un minuto, un lavado de manos eficiente puede contribuir de forma significativa a reducir el riesgo de enfermedadeslarazon

Lo mejor para prevenir el contagio del coronavirus es lavarse con frecuencia las manos. Este axioma es tan cierto que ha provocado que millones de personas se laven hasta más de 25 veces las manos al día. Sin un jabón de calidad que además de limpiar proteja la dermis, las manos puede convertirse en un arma de doble filo. Las prioridades están claras, pero ¿cómo podemos no perder la piel de las manos por el camino?

Hasta hace muy poco, lavarse más de 25 veces las manos al día era una señal de trastorno obsesivo compulsivo, el célebre TOC. Si te lavabas más de una hora al día las manos es que tenías un problema de muy fácil diagnóstico. Ahora, todos nos hemos convertido en trastornados obsesivos compulsivos ante un virus que amenaza nuestra forma de vivir y que según los médicos nos dicen que hemos de estar hasta un minuto para que el lavado sea totalmente efectivo. Ante esto, es necesario prevenir también con todos los problemas que puede ocasionar esta frugal necesidad de desinfección.

Los problemas que pueden suceder son muchos. Primero, podemos eliminar los aceites naturales de la piel, la conocida como dermis. Su función es protectora, convirtiéndose a su vez en un aislante térmico que permite salvaguardar nuestra extremidad más en contacto con agentes externos. Al lavarnos las manos, además de los agentes patógenos eliminamos los aceites dérmicos que protegen las manos, que volverán a aparecer en pocos minutos. Eso sí, al lavarnos compulsivamente las manos, no damos tiempo a que estas células aceitosas se regeneren y entonces empiezan los problemas, que van de las simples rojeces a sangrados y dermatitis.

De esta forma, se empieza a empobrecerse la flora bacteriana cutánea, bacterias propias que nos protegen contra patógenos externos, perdiendo defensas y provocando el afeamiento de la piel. Y esto puede incluso provocar una bajada de nuestra flora intestinal. La asepsia excesiva de la epidermis hace que no reforcemos nuestras defensas naturales intestinales.

Por ello, junto a jabones y desinfectantes, es importante utilizar un hidratante de manos o cremas reparadoras para reequilibrar esta descompensación. Aquí la variedad es máxima, desde la más comprada en farmacias, la de los laboratorios Neutrógena, a las más sibaritas, como las de Amiliorate. Lavarnos las manos pueden salvar vidas, pero hidratarlas puede salvar las manos.