Ciencia

La Tierra, un planeta con millones de virus: 586 afectan a mamíferos y 264 a humanos

Experimentos muestran su capacidad para propagarse, sin vacuna, se frena al nuevo coronavirus con armas del medievo: distancia social, lavado de manos y mascarilla

Fotografía cedida por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), este jueves 8 de diciembre de 2016, que muestra una especie de murciélago polinizador del agave. Autoridades mexicanas presentaron un caso de éxito sobre la integración de la biodiversidad en el sector productivo que muestra la recuperación de un tipo de murciélago como polinizador de los agaves de los que se obtiene el tequila
Fotografía cedida por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), este jueves 8 de diciembre de 2016, que muestra una especie de murciélago polinizador del agave. Autoridades mexicanas presentaron un caso de éxito sobre la integración de la biodiversidad en el sector productivo que muestra la recuperación de un tipo de murciélago como polinizador de los agaves de los que se obtiene el tequilalarazon

El SARS-CoV-2, nombre oficial que la comunidad científica ha puesto al último coronavirus que ataca a los humanos, ha rescatado una cita del Nobel de Medicina de 1960, Peter Medawar: “Un virus es una mala noticia envuelta en una proteína”. Pero aunque los virus son unos seres extraños, porque sin una célula viva donde puedan reproducirse son como una mota de polvo inerte, la gran mayoría no causan enfermedades a las personas. Del universo viral no se sabe mucho, porque los humanos sólo tienden a estudiar los que causan enfermedades, pero hoy se sabe que la Tierra está llena de virus. Para hacerse una idea, en 1986, a una estudiante de la Universidad Estatal de Nueva York, Lita Proctor, se le ocurrió mirar si el agua de mar tenía virus. Y descubrió que en apenas unlitro de agua de mar hay hasta 100.000 millones de virus. Pero como cuenta Bill Bryson en su último libro, “El Cuerpo Humano” (RBA), una exhaustiva guía que recorre nuestro microcosmos, se calcula que de los millones de virus que habitan el planeta, se sabe que unas 586 afectan a los mamíferos y 263, con el SARS-CoV-2, 264, afectarían a los humanos.

El resto prefiere infectar células bacterianas y no tienen efecto alguno en las personas.

Los coronavirus tienen más años que Matusalén. Pero el nuevo SARS-CoV-2 tiene unas características más virulentas. El doctor Antoni Trilla, jefe del servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Clínic y profesor investigador del ISGlobal, cuenta que lo que lo hace un buen virus es su capacidad de ser tremendamente contagioso. El mejor virus no es el que más mata, porque lo que quieren estos microbios, como cualquier otro ser vivo es vivir, así que el mejor virus es el que vive y contagia más.

Sin vacuna ni tratamientos, para reducir el riesgo de contagio, la recomendación más sólida es mantener una distancia de seguridad, lavarse las manos y utilizar mascarillas. En el siglo XXI, por ahora, las medidas más efectivas para reducir la cadena de contagio son medievales. Los virus no vuelan ni andan. Para desplazarse los tiene que coger un humano de una barandilla o inspirarlo en el aire.

Hay siete tipos de coronavirus conocidos que pueden infectar a los humanos, los denominados HCovs. Cuatro de ellos (HCoV-229E, HCoV NL63, HCoV-HKU1, y HCoV-OC43) son los que suelen provocar un resfriado común, que no suelen ser peligrosos para las personas excepto si están inmunodeprimidas.

Los otros tres coronavirus que han causado brotes de enfermedades graves en son el SARS-CoV (2002-2003), MERS-CoV (2012-actualidad) y ahora el SARS-CoV-2 2019.

Igual que los primos que causan el resfriado, hay muchas formas de contraer el virus. Bryson cuenta que Gran Bretaña tuvo un centro para investigar los resfriados, la Unidad del Resfriado Común. Pero acabó cerrando sin encontrar una cura porque hay tantas maneras de coger un resfriado que es difícil llegar a desarrollar la suficiente inmunidad para salir indemne de todas. Este centro dejó un experimento curioso, que con la crisis del coronavirus se ha vuelto a desarrollar. Un equipo desarrolló un dispositivo que goteaba al mismo ritmo que las secreciones nasales y se lo puso a un voluntario. Ese voluntario acudía a un cóctel simulado con otras personas que no sabían nada del dispositivo. El fluido tenía una tinta que sólo se veía con luz ultravioleta. La supuesta fiesta transcurría con normalidad y cuando se dio por acabada, se encendió una luz ultravioleta y la sorpresa fue que el fluido estaba en todas partes. En las manos y en la cabeza de todos, en los vasos, las manijas de las puertas, los cuencos de los frutos secos o los cojines de los sofás. Bryson cuenta que que un adulto de media se toca la cara 16 veces cada hora. He ahí la importancia de lavarse las manos.

En la Universidad de Arizona, hicieron un experimento similar untando un virus al pomo de una puerta de una oficina. En cuatro horas, el supuesto virus se propagó e infectó a la mitad de los empleados. Que la mitad de la ofician tuviera rastro de fluido no implica contagio directo. No sabemos cuántas partículas del virus son necesarias para que se produzca la infección aún ni cuánto tiempo permaneces suficientes partículas de virus viables en el ambiente.

Para mostrar cómo se habían producido contagios como el del crucero Diamond Princess, que estuvo dos semanas en cuarentena en el puerto de Yokohama, la televisión japonesa reproduzco estos experimentos con un grupo de diez personas. En el Diamond Princess, de los 2.300 pasajeros que viajaban en él, 700 contrajeron el coronavirus y 13 fallecieron. En este experimento con tinta invisible, los diez participantes estaban encerrados en un comedor. Se sirvieron comida de un buffet y luego comieron. Uno de los participantes llevaba tinta invisible en las manos. Pasados 30 minutos, activaron las luces especiales para ver los resultados y el líquido estaba presente en numerosos platos, vasos, cubiertos y manos y caras del resto de participantes.

En el caso del nuevo coronavirus, otra recomendaciones para reducir el riesgo de contagio es mantener la distancia de seguridad, porque este microbio se transmite cuando de persona a persona cuando alguien con el virus habla, tose o estornuda. Aunque los expertos hablan de contacto cercano y prolongado. El doctor Trilla recomienda una distancia de 1,5 metros, aunque si son 2 metros, mejor. Cuando se está en movimiento, mejor 4 o 5 metros, y cuando se corre o se va en bicicleta, todavía mejor si son 10 metros. Aunque si se va al lado o en diagonal, el riesgo de contacto con el virus se reduce.