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Las fiestas de la edad de oro de Hollywood que acababan con la visita de un fantasma

La villa que se construyeron Mary Pickford y Douglas Fairbanks recibía a gente como Albert Einstein, Thomas Edison o Franklyn D. Roosvelt, pero su invitado más ilustre no estaba vivo

Antes de Brangelina (Bard Pitt + Angelina Jolie) existieron los Pickfair (Mary Pickford + Douglas Faibanks) cuya mansión reunió a lo mejor de Hollywood
Antes de Brangelina (Bard Pitt + Angelina Jolie) existieron los Pickfair (Mary Pickford + Douglas Faibanks) cuya mansión reunió a lo mejor de HollywoodLa RazónArchivo

Si existía un lugar que representaba todo el glamour y sofisticación del Hollywood de la edad de oro ese era Pickfair, la mansión que construyeron los actores Mary Pickford y Douglas Fairbanks nada más casarse en Beverly Hills. Sus fiestas eran legendarias, tanto, que el propio Francis Scott Fitzgerald las utilizó como inspiración para “El gran Gatsby”. Por aquella gran mansión pasaron desde genios como Albert Einstein o Thomas Edison, a presidentes como Franklyn D. Roosvelt y su mujer Eleanor, así como la plana mayor del mundo cultural de la época como Charles Chaplin, Joan Crawford, George Bernard Shaw, Helen Keller, H.G. Wells, Lord Mountbatten, Amelia Earhart, Noel Coward, Charles Lindbergh, Sir Arthur Conan Doyle, hasta el rey y la reina de Siam.

Las conversaciones duraban hasta la madrugada, la música sonaba en directo, el alcohol y la comida eran para quitar el aliento y la alegría era constante, un estado extático que parecía atrapar a las personas dentro, como si Pickfair, más que un lugar, fuera una atmósfera. La revista “Life” aseguró: “Pickfair es un elegante lugar de reunión sólo un poco menos importante que la Casa Blanca... pero mucho más divertido”.

Mary Pickford y Douglas Fairbanks eran los dos actores con más éxito del momento y su matrimonio fue uno de esos acontecimientos del siglo. Ahora tenían que elegir dónde vivirían y encontraron un terreno de 16 acres en San Ysidro Canyon, una de las zonas todavía apartadas del bullicio de Beverly Hills. No había más que una pequeña cabaña de cazador, así que tuvieron que construir una gran mansión que llenase todos sus sueños y ambiciones. Se mudaron en 1920. Allí se confinaron, en una casa estilo tudor de cuatro pisos, 25 habitaciones, ala de invitados y del servicio, establo, una gran piscina y pista de tenis. Además tenían un pista en el interior para que Fairbanks pudiese realizar su ejercicio favorito, correr totalmente desnudo.

Por supuesto, cuando compraron el terreno, ya conocían las habladurías de los habitantes de la zona de que aquella vieja cabaña estaba encantado y que en su ático residía un fantasma. Se hablaba de ruidos sin que hubiese nadie en los alrededores y de pasos que subían las escaleras sin que nadie hubiese entrado en la casa en años. Ellos no creían en este tipo de bobadas, eran actores de Hollywood, no caían en la trampa de viejas supersticiones y levantaron su mansión sobre los restos de la cabaña. Aún y así, los extraños fenómenos continuaron. “No creo en fantasmas. No creo que Pickfair esté encantada, pero Mary está seguro de ello. Yo estoy convencido de que hay alguna explicación, si la podemos encontrar, de los extraños ruídos que oímos allí”, confesaría Faibanks unos diez años después en una entrevista.

En 1935, cuando hacía quince años que vivían allí, Pickford confesó que en múltiples ocasiones había oído con total claridad los extraños ruidos que se oían en el ático y que, aunque ella no había visto nada personalmente, una amiga y la cocinera sí que se habían encontrado cara a cara con una aparición femenina. “Tengo un sueño profundo, pero juro que no podía dormir con aquellos extraños ruidos que sonaban como los pasos de unos pies pesados. Una vez me levanté de la cama y me dirigí directamente a la fantasma. Yo no te trataría así, no es lo propio de una señora, No esperaba que me tratases de esta manera. En ese momento, el ruido desapareció”, confesó Pickford al columnista Lee Frank. “Un día, nuestra cocinera, una mujer práctica y fría, prácticamente sin emociones, salió corriendo aterrorizada de la cocina. Blandía un cuchillo, diciendo que perseguía a una extraña mujer de vestido oscuro que había aparecido de repente en la cocina”, añadió después.

Nada se sabía de esta misteriosa mujer, sólo que debía haber vivido encerrada en la vieja cabaña. Fairbanks compró los terrenos a un tal Lee R. Phillips. En 1931, mientras Pickford se encontraba en Nueva York, un misterioso anciano se le acercó y le preguntó si su mansión se había construido cerca de la casa de Phillips. Ella contestó asustada: “Es la vieja casa de Phillips”. El hombre, blanco, se marchó calle abajo sin decir otra palabra.

La gran pareja de Hollywood se separó en 1933. Él tenía fama de mujeriego y ella de beber demasiado. Con el auge del cine sonoro ambos habían perdido protagonismo y la situación se hizo insostenible. Fairbanks se fue y Pickfors vivió en la casa, obsesionada con aquellos ruidos, hasta que falleció en 1979. Y nunca pudo saber quién era aquella mujer.

Al morir, la casa la compró Jerry Buss, propietario del equipo de la NBA Los Ángeles Lakers y en 1988 lo compró la actriz Pía Zadora. Ella decidió tirar abajo la mansión y construir una nueva sobre sus restos. Muchos criticaron aquella decisión, que echaba a perder una parte de la historia del Hollywood clásico. “Me apena mucho lo que han hecho. Me pregunto que si querían la casa sólo para derruirla, por qué la compraron en primer lugar”, dijo entonces Douglas Fairbanks, Jr.

Ante las críticas, Zadora confesó que no soportaba los ruidos fantasmales de aquella vieja casa y que decidió tirarla para intentar vivir tranquila con su familia. Aseguró que su hija empezó a gritar en plena noche y le confesó que habían visto a una mujer. Ella misma la vio poco después vestida como si fueran los años 20 y que deambulaba riendo por la casa. Gabor aseguró, sin explicar cómo había llegado a esta conclusión, que aquella mujer era una de las amantes de Fairbanks y que había muerto accidentalmente en aquella casa. “Fue una decisión difícil, pero no podíamos hacer otra cosa. Puedes aguantar a las termitas, puedes soportar unas malas cañerías, pero no puedes hacer nada contra lo supernatural”, dijo.

Nunca pensó que quizá, aquella mujer, era la propia Mary Pickford, que en los últimos años vivió como una reclusa en aquella casa. Está claro que el confinamiento prolongado crea fantasmas. A pesar de la renovación total del edificio, las apariciones sobrenaturales continuaron y Zadora vendió la casa poco después. Primero fue una cabaña, luego una gran mansión, y al final un renovado palacete. Los espacios se pueden vestir como quieras, pero no cambian nunca.

Douglas Fairbanks y Mary Pickford eran la pareja más famosa de Hollywood y junto a Charles Chaplin formaron la productora United Artists
Douglas Fairbanks y Mary Pickford eran la pareja más famosa de Hollywood y junto a Charles Chaplin formaron la productora United ArtistsLa RazónArchivo