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La casa en el lago Ness de Aleister Crowley para ver ángeles

El ocultista compró en 1899 la casa Boleskine, donde en el siglo XVII hubo un enfrentamiento entre un mago, un sacerdote y una multitud de muertos vivientes

El escritor y ocultista Aleister Crowley
El escritor y ocultista Aleister CrowleyLa RazónArchivo

No hay lugar más misterioso en el mundo que la casa Boleskine, un apartado caserón junto al lago Ness en las Highlands escocesas. Sus leyendas se remontan al siglo XIV, pero ha sido a partir del siglo XX, cuando la adquirió el escritor y ocultista Aleister Crowley cuando su fama traspasó fronteras. Tanto es así que en 1971 la compró el mismísimo Jimmy Page, guitarrista de Led Zeppelin, fascinado por Crowley y las historias que se contaban de la casona. “Las malas vibraciones estaban allí mucho antes de Crowley, Un hombre fue decapitado en su interior y a veces puedes oír su cabeza rodando por el suelo”, explicaba el guitarrista en 1975.

¿Puede una casa ser una puerta abierta a otras dimensiones? Muchos creían que sí y allí fueron en busca de respuestas. Lo que encontraron, fuera real o no, nunca fue lo que esperaron. El mayor Edgar Grant adquirió la casa en los años 50 y se suicidó poco después en el dormitorio que había sido de Crowley. El estruendo de la escopeta, dicen, suena cada noche a la misma hora que Grant se disparó. Los fenómenos extraños se acumulan como si fuese un lugar que plegase de forma infinita la historia y todo el tiempo sucediese al mismo tiempo.

La parroquia de Boleskine se remonta al siglo XIII, cuando se levantó la primera iglesia, junto a la que se construyó un cementerio. En la iglesia vivieron una larga lista de sacerdores hasta que a mediados del siglo XVII se documenta el primer fenómeno paranormal, una leyenda que nos habla del párroco Thomas Houston y su enfrentamiento contra un tenebroso mago local que hizo que todos los muertos enterrados en el cementerio de Boleskine saliesen de sus tumbas. Houston, horrorizado, exorcizaba a los muertos de forma precipitada y nerviosa. La leyenda dice que una vez consiguió detener a los muertos, miro a su alrededor y no vio vida alguna, sólo muerte, y cayó fulminado ante el horror de esta percepción. El pequeño arroyo que hay cerca de la casona fue formado por el sudor y lágrimas del sacerdote.

La iglesia se destruyó en el siglo XVIII después de un terrible incendio en donde fallecieron el párroco y todos los feligreses. No se quiso reconstruir la iglesia debido a su desgracia y en 1760 se levantaba por primera vez lo que hoy se conoce como la casa Boleskine. Su responsable fue el coronel Archibald Fraser, que quería contruir un refugio para sus excursiones de caza. La casa sólo tenía un piso y contenía cuatro dormitorios, una cocina, un pequeño ático sobre la cocina para el servicio, un salón, un despacho y una librería. Se dice que incluso tenía un túnel que comunicaba el edificio con el antiguo cementerio. Fraser aseguraba que a veces miraba a su alrededor y sólo veía muerte.

La familia del coronel, harta de los extraños fenómenos que ocurrían en la casa, se la vendieron encantados a Aleister Crowley, escritor, ocultista y conocida como “el hombre más perverso del mundo”. Para Crowley, Boleskine era perfecta para los rituales que quería realizar. Necesitaba un lugar aislado del resto del mundo, donde el silencio ayudase a concentrarse y donde el confinamiento con sus compañeros crease una energía única. Su obsesión era seguir una serie de encantamientos que debían permitirle descubrir la forma de su ángel de la guardia. Para ello, tenía que conjurar a doce reyes del infierno, para desprenderse de la magia negra que le había perseguido hasta entonces y poderse reunir así con su ángel.

El mago no pasó desapercibido en la región, que aseguraba que cada sábado tiraba al agua una oveja muerta como ofrenda al monstruo del lago Ness, "mi mascota Nessie”. Le llamaban el Laird de Boleskine y Abertarff y junto a él llevaba un amplio séquito con los que hacían todo tipo de rituales mágicos, siguiendo los esquemas que luego escribiría en “El libro de la ley”. Uno de los encantamientos era tan complejo y avanzado que duraba seis meses. Tenía normas muy específicas y de obligado cumplimiento que incluían el celibato y la abstinencia. Crowley era un gran mago, pero no uno perseverante, y a los seis meses abandonó el conjuro y marchó a París. Los vecinos del lugar aseguraron que, al no acabar el ritual, los espíritus que había invocado se habían quedado encerrados en Boleskine y ahora reclamaban que les dejasen marchar.

Crowley se deshizo de la casa en 1913 asustado por lo que había hecho y asegurando que sus experimentos con la magia negra se le habían ido de las manos. Los fenómenos continuaron hasta que en 1990 Page vendió la casa asustado por sus extrañas ramificaciones y desde entonces se ha incendiado tres veces. En los últimos años se ha creado una fundación que busca donantes a través de crowdfunding para reconstruir el edificio, pero quizá no sería la mejor de las ideas.

Boleskine es una nueva muestra de que las casas encantadas parten de un largo confinamiento. En este caso, era la propia casa la que estaba aislada del mundo y sus residentes las que parecían entrar en una nueva y peligrosa realidad. En ese espacio, como si un cuento de Edgar Allan Poe se tratara, los especialistas aseguran que existe un pliegue temporal que hace que sea visible la realidad histórica a un tiempo. Los hombres del siglo XIII ven a los hombres del siglo XX como si fueran fantasmas y viceversa y esta disincronía sólo provoca que desastres.