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Cambios traumáticos de cantante: Queen, Iron Maiden, Van Halen, Judas Priest, Genesis, Parchís...

En muchos casos estas sustituciones provocan con extrema rapidez un descenso vertiginoso de éxito

El contraste entre Bruce Dickinson y Blaze Bayley en Iron Maiden fue dramático
El contraste entre Bruce Dickinson y Blaze Bayley en Iron Maiden fue dramáticoLa Razón

Los cambios de cantante en un grupo son la peor pesadilla para un fan, especialmente en el ámbito del rock y si el vocalista en cuestión es muy talentoso, carismático y único en su especie. Algunos ejemplos serían Mick Jagger, Johnny Rotten, David Lee Roth o Freddie Mercury, aunque la lista es muy larga.

Precisamente el caso de Queen es de los más recientes y traumáticos para sus fans más veteranos. Ver al semidesconocido Adam Lambert, que quedó cuarto en la versión yankee de “Operación Triunfo”, cantando “Killer queen” debe de ser muy duro para los que tengan la discografía completa de la banda en vinilo y que no sepan lo que es un mp3. La historia ya es conocida por todos. De momento la alianza sigue adelante aunque no amenazan con ir a un estudio de grabación.

Dentro del mundo del heavy metal hay sustituciones traumáticas. Por ejemplo, en Iron Maiden. Nos tenemos que situar en 1992, el año del notable “Fear of the dark”. Tras la correspondiente gira, igual de masiva y exitosa que todas las del grupo desde 1982, la banda se tomó un descanso.

El carismático vocalista, Bruce Dickinson, siguió practicando esgrima, pilotando aviones, escribiendo y...pensando en seguir su carrera en solitario, que había empezado con “Tattoed millionaire”. Y lo hizo, seguramente harto de la continua y gigantesca maquinaria disco-gira de Maiden.

Fue en 1994, y tras el obligado casting, el indiscutible líder de la banda, Steve Harris, se decantó por Blaze Bayley antes de la opción más lógica y acertada, Michael Kiske de Helloween.

En esa época, la revista británica de metal Kerrang! le dedicó su primera portada a Bayley. Se veía al cantante abriendo una botella de champán, bajo el titular “¿ Es Blaze Bayley el hombre más afortunado del mundo?”. Eso parecía, pero el mundo de la música llevaba años cambiando, en gran parte debido a la explosión alternativa. algo que no afectó a Guns N’Roses y Metallica.

El debut se llamó “The X Factor” (1995). En plena época grunge y punk pop masivo como Green Day y Offspring, se empezaba a ver a la banda un poco anacrónica, y el disco no ayudó. Las letras son ridículas, y la portada la primera suya que es horrible (no han mejorado después). No obstante, hay buenos temas como “Sign of the cross y “Man on the edge”.

 

La gira más o menos funcionó y grabaron su peor disco en 1998, “Virtual XI”, dedicado al mundial de fútbol de ese año, en Francia. Esta vez no se salva nada, e incluso hay temas con nombres tan ridículos como “Futureal”, “The educated fool” y “Como estáis amigos”. Junto con el anterior, los discos menos vendidos de Maiden, y sin descargas de Internet. Resultado: gradas vacías, retorno con Bruce Dickinson y Bayley grabando en los siguientes años...11 discos en solitario!

Un poco antes, hubo otra sustitución igual de ridícula y sin sentido. Gary Cherone, hasta hace poco cantante de Extreme, se convirtió en el cantante de Van Halen. Estamos hablando de LA BANDA DE AMÉRICA entre 1978 y 1984, con David Lee Roth al frente. El vocalista rubio se lanzó en solitario y entró Sammy Hagar.

Fue un cambio polémico, pero muy fructífero a nivel artístico. Hagar es “party all night long” como Roth, pero es muy diferente como cantante. Con su fantástica voz, grabaron discos tan buenos como “5150″, OU812″, “For unlawful carnal knowledge” e incluso “Balance”. Pero dejó el grupo, y entró Cherone.

Durante los años con Hagar, muchísimos fans de Van Halen echaban de menos a David Lee Roth, realmente era muy traumático para ellos. Hubo innumerables protestas y campañas, y todo sin Twitter ni Facebook. Pero con la nueva sustitución todo fue mucho peor.

Cherone era muy odiado por muchos rockeros, que veían a Extreme como una broma de grupo, pese a contar con el virtuoso de las seis cuerdas Nuno Bettencourt. Todo tiene un límite y los fans “die hard” de Van Halen no querían ver ni en pintura al que cantaba “More than words” .

Grabaron el disco y...se publicó, en 1998. Se llamó “III”, por ser Cherone el tercer cantante del grupo, fue uno de los fracasos más sonoros de la historia del rock. No se salvaba nada, la voz no pegaba con la música y la banda, incluyendo al todopoderoso guitarrista Eddie Van Halen, había perdido todo el gancho, la fuerza. Temas como “Without you” y “Josephine” son tan mediocres que nadie se acuerda de ellos. Lo mejor fueron unas entrevistas delirantes de Eddie con Cherone, en las que aparecían abrazados y lanzándose mutuos piropos. Concretamente, el guitarrista no paraba de repetir “me siento tan afortunado...”. Las ventas no fueron tan “afortunadas” y la historia se terminó pronto.

 

El caso de Judas Priest fue muy parecido al de Iron Maiden. Por grabar dos discos con el sustituto (igual de impresentables) y por ser una banda más que emblemática del heavy metal. El gran Rob Halford, The Metal God, se fue de la banda en 1993 para crear el grupo Fight. Metal duro de los 90, en la línea de Pantera. Judas se quedaron sin vocalista.

En la escena cada vez más poblada de bandas tributo en los años 90 (ahora todavía hay más), Judas se fijaron en una dedicada a ellos, British Steel. El cantante era el estadounidense Tim “Ripper” Owens. Lo ficharon y en 1997 lanzaron el disco “Jugulator”, del que no se salva casi nada. Metal gutural tan en boga en esa época, lo que desposó a Judas Priest de uno de sus granes rasgos, la personalidad.

El rechazo fue comparable al de Bayley en Maiden. Grabaron otro disco, “Demolition”, igual de aburrido e impersonal, otra gira y...se acabó. Todo volvió a su cauce cuando Halford regresó en 2003, iniciando una nueva etapa brillante a nivel musical

 

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Black Sabbath no iban a ser menos. Los reyes del heavy metal han tenido en su trayectoria...seis cantantes!, lo que equivale a cinco sustituciones.

Las etapas con Ozzy Osbourne y Ronnie James Dio son las más conocidas por el gran público, y también las más exitosas y mejores, con mucha diferencia. Fueron maravillas, una detrás de otra, desde 1970 hasta 1981.

Los problemas empezaron con la marcha de Dio. El cantante elegido fue Ian Gillan, el ex vocalista de uno de sus grandes rivales, Deep Purple. No pegaba mucho, pero el disco que grabaron, “Born again”, vale mucho la pena, con esa música y portada tan tétricas. No obstante, la gira fue un desastre, con Gillan alcoholizado y agotado, empeñado en cantar “Smoke on the water” cada noche. La puesta en escena, con la reproducción de Stonehenge, era ridícula.

Gillan volvió a Deep Purple y el siguiente vocalista en Black Sabbath fue Glenn Hughes, otro ex miembro de la misma banda. Se ocupó también del bajo, y grabaron el muy recomendable álbum “Seventh star”. Muy buenos temas y una voz prodigiosa que en 2020 sigue en plena forma. Pero duró un disco.

Ahora el sustituto fue Ray Gillen, otra garganta prodigiosa, aunque de estilo más Robert Plant. Entró en la banda para sustituir a Hughes al final de la gira de “Seventh star”, pero problemas internos en Black Sabbath provocaron la marcha de Gillen. No grabaron nada juntos. Una lástima, porque es de los vocalistas más interesantes de su generación, además de buen compositor. Lo mejor que grabó fueron sus tres discos con la banda “Badlands, “Badlands”, “Voodoo highway” y “Dusk”. Murió en 1993 culpa del sida.

El siguiente cambio fue el más traumático. El casi anónimo Tony Martin fue el nuevo cantante. Entró en 1987 y por increíble que parezca, ha sido el vocalista que ha durado más en Black Sabbath, después de Ozzy. Poco hay que decir, cantante y músico bastante mediocre, se salva “The eternal idol”, el disco más digno que grabaron. Los siguientes, “Headless cross”, “Tyr” y “Forbidden” parecen un chiste de malo de heavy de tercera división.

Fuera del metal, hay un ejemplo claro en el rock progresivo, aunque al final era pop progresivo. Hablamos de Genesis, con dos cambios de cantante. Su primer vocalista y líder, Peter Gabriel, es directamente un genio. Él fue el máximo responsable de la etapa dorada de la banda, a nivel artístico.

 

De ahí salieron maravillas como “Nursery crime, “Foxtrot”, “Selling England by the poud” y la obra cumbre, “The lamb lies down on Broadway”. Tanto la música como la puesta en escena, con esos disfraces de Peter, eran inigualables, tremendamente imaginativos. Creyó que ya lo había conseguido todo con Genesis y se lanzó en una igualmente brillante carrera en solitario.

El hasta ese momento batería, Phil Collins, se hizo cargo de las voces. La nueva etapa empezó bastante bien, con “Trick of the tail”, “Wind and wuthering” y “Seconds out”, aunque muy lejos de los primeros años.

Sin embargo, en los 80 la cosa degeneró lo inimaginable, hasta convertirse en prácticamente otro grupo. La “cumbre” llegó con “Invisible touch” (1986), con su interminable sucesión de hits con la voz irritante de Collins. Encima, y paralelamente el por otra parte gran batería se lanzó en solitario, con unos resultados multimillonarios en ventas pero nulos a nivel musical. No creo que haya nadie en este planeta que no haya sufrido “Another day in paradise”, “Sussudio” e “In the air tonight”.

En 1993 Collins abandonó el grupo, que consiguió la hazaña de empeorar. El elegido fue Ray Wilson, cantante de Stiltskin, un grupo de grunge de quinta división. Lanzaron “Calling all stations”, que se debe vender en las tiendas de segunda mano a 20 céntimos.

Finalmente, a nivel nacional, hay que lamentar las huidas como cantantes de Vicky Larraz y Marta Sánchez (Olé Olé), Amaya Montero (La Oreja de Van Gogh) y, sobre todo, la de Tino de Parchís, hecho que hundió a toda una generación.