JxCat

Puigdemont se aparta de la primera línea en plena pugna entre Calvet y Borràs rumbo al 14-F

La líder en el Congreso cuenta con el aval de Torra, mientras los presos apoyan al conseller

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, durante el acto político celebrado este sábado en un parque de la localidad francesa de Perpiñán con la asistencia de distintas personalidades del mundo independentista.
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, durante el acto político celebrado este sábado en un parque de la localidad francesa de Perpiñán con la asistencia de distintas personalidades del mundo independentista.David BorratAgencia EFE

Lejos de inmiscuirse en el proceso de primarias de JxCat, Carles Puigdemont, que anunció justo hace dos semanas su renuncia a ser candidato a la presidencia de la Generalitat, se ha apartado por completo. Ni una sola referencia a unas elecciones internas que culminarán este fin de semana y proclamarán el domingo al vencedor. Hay tres aspirantes, pero, de ellos, hay dos que, a priori, tienen más posibilidades de vencer: el conseller Damià Calvet y la portavoz en el Congreso Laura Borràs –el tercero en discordia es Jordi Ferrés–. Dos perfiles distintos que permiten visualizar las dos almas del partido -con más de 5.000 militantes- y que auguran una batalla de alto voltaje. Tanto Calvet como Borràs son dos figuras de peso en el nuevo espacio político.

De ahí que Puigdemont, que ha evitado posicionarse públicamente, prefiera optar por mantener aún el silencio para dar apariencia de neutralidad. El expresidente de la Generalitat, que formará parte de la lista electoral, continúa siendo el máximo activo del partido porque sigue manteniendo una gran capacidad de arrastre en el independentismo. Si bien, poco a poco, la contestación interna, liderada por el entorno de Quim Torra –no es militante y sus relaciones con Puigdemont están muy deterioradas– que encabeza la propia Borràs, es cada vez mayor y eso le obliga a mantener un perfil bajo en estos momentos.

Asimismo, en los últimos días, Puigdemont ha estado concentrado en el Parlamento Europeo, donde también se ha empezado a jugar la partida del suplicatorio, que podría desembocar en la extradición a España. Es decir, su futuro judicial va a correr en paralelo a su futuro político. Porque tanto la cita de las primarias como la cita electoral del proximo 14 de febrero serán determinantes también para el porvenir de Puigdemont: si vence Borràs, su liderazgo en JxCat y en el independentismo podría verse mermado. Y, si JxCat pierde el 14-F, su partido, recientemente constituido en un accidentado proceso -por el divorcio con el PDeCat- y sin una fuerte implantación territorial, podría suponer un duro golpe de encajar para el expresident.

Y es que Calvet y Borràs, los candidatos a presidenciables el 14-F, encarnan las dos almas de Junts per Catalunya, una formación que navega entre la herencia postconvergente y la nueva manera de hacer política basada en liderazgos más personalistas, sin ataduras ni herencias de partido. Calvet ejemplifica la primera cara de la moneda: se afilió a las juventudes de la extinta Convergència cuando aún no era mayor de edad (con 16 años), su trayectoria ha ido ligada siempre al partido de Pujol, Mas y Puigdemont, es consejero de la influyente cartera de Territorio en el Govern y colecciona apoyos de los pesos pesados actuales. Es decir, de los presos Jordi Turull, Josep Rull (con quien trabajó codo con codo en la Generalitat) y Joaquim Forn, además del extitular de Cultura Lluís Puig, en Bélgica junto a Puigdemont. También el extitular de Interior Miquel Buch le apoya. Y cuenta con una importante aceptación a nivel territorial, entre cargos municipales y dirigentes intermedios que conforman el cuerpo del partido. Además, reivindica la gestión como clave en época de pandemia. En este sentido, su perfil entra en competencia directa con el de Aragonès (ERC).

A nivel político, Calvet apuesta nítidamente por la independencia –sin fijar fecha ni una hoja de ruta concreta- aunque a un ritmo mucho más lento y tendiendo la mano a la negociación con el Estado y a la reactivación de la mesa de diálogo. En este punto se diferencia sustancialmente de Laura Borràs, cercana a postulados y discursos más beligerantes contra el Gobierno. Y es que Borràs es la otra cara de la moneda, la candidata sin herencias de partido -dio el paso en 2017 como independiente- y que cuenta con una gran aceptación y popularidad entre el grueso de la militancia de JxCat y el foco de ser la líder en el Congreso. Fue la cuarta más votada en la configuración de la ejecutiva –solo por detrás de Puigdemont, Sànchez y Turull– y tiene a su favor al citado Torra. Borràs supone también un duelo directo con ERC, partido en el centro de sus críticas tanto en Madrid como en Cataluña.