Antigua Convergència

El PDeCat aprovecha la debilidad de JxCat para vapulearlos en el Congreso

El partido liderado por Ferran Bel cosecha éxitos en sus negociaciones con el Gobierno, mientras que los de Laura Borràs quedan totalmente al margen

(I-D) Los diputados del PDeCAT, Genís Boadella, Ferran Bel y Concepció Cañadell, intervienen durante una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados.
(I-D) Los diputados del PDeCAT, Genís Boadella, Ferran Bel y Concepció Cañadell, intervienen durante una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados.Alberto OrtegaEuropa Press

El espacio de la antigua Convergència se halla ahora en un momento delicado tras haber tocado fondo. Está más fragmentado que nunca, está fuera de la Generalitat y las perspectivas electorales son catastróficas, según las últimas encuestas, pero las elecciones municipales pueden marcar un punto de inflexión y presionar hacia una refundación e integración de los partidos postCiU (Convergència i Unió). La gran esperanza de JxCat pasa por rescatar a Xavier Trias para dar la batalla en Barcelona, mientras que, en el resto del territorio catalán, va a intentar conquistar el máximo poder municipal posible y el PDeCat aspira a conseguir un nutrido grupo de alcaldías.

No obstante, las perspectivas parecen muy poco halagüeñas tanto para JxCat como para el PDeCat. De producirse un hundimiento, ahí sí podría empezar abrirse la puerta a una reagrupación de las dos almas del espacio, aunque ahora se antoje difícil: los pragmáticos, diseminados en varios partidos (desde el PDeCat a Convergents, pasando por Centrem o Lliures), y JxCat (controlado ahora por los radicales).

Los pragmáticos están en proceso de reestructuración bajo la nueva marca de Espai CiU, que busca recuperar la esencia de la Convergència de Jordi Pujol, haciendo política útil en Madrid. Y eso es lo que está haciendo ya el PDeCat y, a tenor de los resultados, con éxito en el Congreso. La formación que lidera Ferran Bel en la Cámara Baja se ha ganado el respeto de los grupos parlamentarios por su talante negociador y está cosechando sus frutos en cada presupuesto o en cada ley, mientras JxCat permanece desaparecido, sin ningún tipo de protagonismo y sin margen para la interlocución con el Gobierno.

Así, en las últimas leyes más importantes, los presupuestos generales del Estado para 2023 o el impuesto a la banca y eléctricas, el PDeCat ha logrado introducir algunas de sus exigencias y se ha llevado hasta reconocimientos públicos del PSOE. Los socialistas ensalzaron la capacidad negociadora de Bel para lograr la gratuidad de las líneas nacionales de autobús (por ejemplo, rutas que vayan de Barcelona a Madrid); en el impuesto a las eléctricas, han logrado algunas mejoras, como la detracción de las actividades reguladas de las compañías en la base imponible.

Pero no solo en los presupuestos de 2023 ha conseguido frutos el PDeCat (con 86 enmiendas por valor de 40 millones de euros para Cataluña, en total): también en 2022 logró permitir que entidades privadas sin ánimo de lucro pudieran aprovecharse de los fondos europeos (en atención, sobre todo, a hospitales de prestación publica pero que son entidades privadas sin ánimo de lucro, como Sant Joan de Déu o Sant Pau); y, en 2021 consiguió «salvar» la UOC (la UNED catalana) con una reforma legislativa para convertir a 5.000 profesores en profesores asociados y logró un acuerdo para traspasar el déficit tarifario de Rodalies a la Generalitat (acuerdo de 300 millones de euros, luego ratificado en Comisión Bilateral entre Gobierno y Govern).

El PDeCat también se ha posicionado con claridad en materia de seguridad y economía, dos banderas en las que busca convertirse en la referencia del espacio posconvergente frente a JxCat, un partido sin rumbo ideológico definido. En la carpeta de seguridad, ha logrado la reforma del Código Penal para incluir penas de prisión para los autores de hurtos multirreincidentes, una reivindicación importante de comerciantes y vecinos de Barcelona ante los niveles elevados de hurtos. De momento, no ha conseguido medidas «antiokupación» pese a su insistencia, pero sí se ha hecho un importante hueco en el Congreso con esa «lucha» que abandera el PP. En la carpeta económica, ha apostado sobre todo por rebajas fiscales (aunque quirúrgicas) y por el apoyo a las pymes, con medidas como el endurecimiento de la penalización a la morosidad en la Ley crea y crece o la introducción de un procedimiento especial en la reforma de la Ley concursal. Además, ha impulsado una ley de mecenazgo que puede ser aprobada en el Congreso.

Todo este reguero de medidas han conseguido posicionar al PDeCat, a ojos de muchos en el Congreso, como un partido con influencia e importante. Sin embargo, también es cierto que, por ahora, de poco le sirve si es incapaz de rentabilizarlo electoralmente con una marca fuerte y viendo cómo las encuestas dejan al partido al borde del abismo tras quedarse sin escaño (por pocos votos) en el Parlament. Para las elecciones municipales, el espacio se articulará bajo la marca Ara Pacte Local y sus 300 candidatos a la alcaldía de los 947 municipios que hay en Cataluña podrán adaptar esas siglas.

A partir de ahí, se abrirán dos escenarios: el partido buscará tomar vuelo con Espai CiU mientras habrá que ver si tiene margen para la reagrupación con JxCat. En JxCat, hay quien lamenta no disponer de los integrantes del PDeCat en el partido para haber moderado y contenido los impulsos radicales que han conducido al partido de Carles Puigdemont y Laura Borràs a la irrelevancia en Cataluña (tras la salida del Govern) y en Madrid. Y es que es evidente que JxCat necesita rearticularse estratégicamente e ideológicamente porque la unilateralidad es cada vez más residual (tan solo un 11% de los catalanes la defiende, según el último CEO) y está muy indefinido en muchos temas económicos y sociales.