Cargando...

Polémica

Un concejal de Puigdemont abre la veda: "Muchos en Junts estamos de acuerdo con Aliança Catalana"

La formación postconvergente lleva tiempo girando hacia la derecha

Sílvia Orriols EUROPAPRESS

La última encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) ha confirmado lo que ya venían apuntando diversos sondeos: Junts pierde apoyo mientras Aliança Catalana continúa al alza: ambos empatarían con 20 escaños. El crecimiento del proyecto de Sílvia Orriols —muy marcado en Girona y Lleida— ha encendido las alarmas en Junts per Catalunya, el partido que más está notando la fuga de votantes hacia posiciones más firmes en cuestiones como inmigración, seguridad y convivencia. Pero el impacto no es solo numérico: los datos han vuelto a poner sobre la mesa un descontento interno que lleva tiempo gestándose dentro de la formación.

El ejemplo más claro lo ha dado Miquel Casajuana, concejal de Hacienda y Proyectos Urbanos en el gobierno de Junts en Malgrat de Mar, que ha publicado un mensaje inusualmente explícito en X. Sus palabras han sorprendido, no tanto por su fondo —compartido por muchos cargos locales— como por la claridad con la que lo expresa públicamente.

"En Junts no debe asustarnos la cocina del CEO. Aliança sube porque aborda debates que los partidos centrales han descuidado -como en toda Europa- por miedo a "desestabilizar".

Pero son precisamente esos tabúes autoimpuestos los que han alimentado el malestar social de fondo. Los temas complejos deben afrontarse. Debemos ser capaces de ofrecer respuestas y soluciones a todas las necesidades del país.

Muchos votantes y simpatizantes de Junts están -estamos- de acuerdo con parte del discurso de AC, pero también tenemos claro que la centralidad del relato y la acción indepe debe configurarse alrededor de Junts. Hay que aprender de los errores del procés y repetir sus aciertos, y reanudar desacomplejadamente el discurso catalanista y nacionalista. Encontrar el encaje entre la gestión del "mientras tanto" y la lucha política por la independencia."

El mundo local de Junts —el que gestiona cada día la seguridad, la convivencia y los servicios públicos en los municipios— hace meses que alerta de que Aliança Catalana está quitando votos al partido. Y lo hace por una razón sencilla: ha ocupado un espacio que Junts abandonó cuando se alineó con las políticas de ERC y la CUP, especialmente en inmigración, multirreincidencia, okupaciones y delincuencia.

Mientras tanto, Junts inició hace unos meses un tímido giro hacia la derecha, en parte como reacción al ascenso de Orriols. Pero ese giro convive con una dirección obsesionada con un único eje estratégico: el retorno de Carles Puigdemont. Una prioridad legítima para el partido, pero que —según cargos municipales— está condicionando todo lo demás.

“No todo puede girar alrededor de Waterloo”, repiten desde hace tiempo alcaldes y concejales, pidiendo más autonomía territorial y más libertad para pactar con el PSC cuando haga falta o aplicar políticas de firmeza sin complejos. Reclaman menos gesticulación y más gestión: capacidad de negociar presupuestos municipales, reforzar la seguridad, afrontar la multirreincidencia y marcar distancias con el “buenismo” que ha dominado el independentismo en la última década.

La reflexión de Casajuana va más allá del análisis electoral y abre un debate identitario dentro de Junts. El concejal reclama recuperar “la centralidad del relato y la acción independentista alrededor de Junts”, corregir los errores del procés y retomar sin complejos el catalanismo y nacionalismo clásicos, un espacio que el partido fue cediendo y que ahora ocupan parcialmente Aliança Catalana por la derecha y el PSC por el centro. Esa pérdida de terreno tiene dos vertientes: Orriols capitaliza el discurso de orden, seguridad y orgullo nacional, mientras los socialistas se consolidan como opción pragmática allí donde Junts duda o se divide.