Tras la Diada
El declive de la ANC en cuatro actos
El distanciamiento de los partidos, el choque directo con Aragonès y los recelos por la lista cívica explican su caída
Apenas 115.000 personas acudieron este año a la manifestación de la ANC en la Diada. La movilización pinchó con la asistencia más baja desde que empezó el «procés», ya en el lejano 2012 y con más de un millón de personas congregadas. La entidad, otrora motor del movimiento en la calle, de deshincha y evidencia el agotamiento de las bases coincidiendo con la negociación de Junts y ERC para la investidura de Sánchez. Son varios los motivos que han llevado a la ANC a perder músculo, una caída explicada en cuatro actos.
Sin un liderazgo fuerte
La manifestación con más afluencia de la ANC fue en 2014, cuando la entidad organizó una «V» en el centro de Barcelona y Carme Forcadell presionó a Artur Mas, entonces presidente de la Generalitat, y le exigió que pusiera las urnas. Un insólito mensaje que se convirtió en la antesala de la pseudoconsulta del 9-N. Sea como fuere, lo cierto es que Forcadell ejerció entonces un fuerte liderazgo al frente de la asociación, con influencia directa en la política como así demostró con su salto posterior a la presidencia del Parlament. Le sucedió Jordi Sànchez, también con una clara capacidad de condicionar la hoja de ruta del independentismo hasta el punto de convertirse luego en secretario general de Junts, un cargo que ya no ocupa. Ahora, Dolors Feliu, escogida pese a no ser la más votada en la consulta interna, está muy lejos de esta influencia.
Tensión con los partidos
De hecho, su distanciamiento con los partidos es otro de los motivos de la caída de la ANC. Con ERC rompió el año pasado hasta el punto de que ni el presidente de la Generalitat ni la parte republicana del Ejecutivo acudieron a la manifestación de 2022. Pese a la reconciliación impostada de este año, Aragonès fue abucheado en la marcha y el grito de «Govern dimisión» se volvió a escuchar la alto y claro. Es más, ERC acusa a la entidad de no ser transversal y el presidente catalán dio un nuevo portazo a su estrategia cuando dijo que la declaración unilateral de independencia no serviría de nada. Menos tensa es la relación con Junts, aunque tampoco pasa por su mejor momento.
Cisma interno
A principios de este año, la ANC protagonizó una severa crisis interna que llevó a 13 miembros del secretariado nacional –su cúpula– a dimitir en contra de la gestión de la presidenta Dolors Feliu. Entre ellos se encontraba el vicepresidente Jordi Pesarrodona, el más votado por la militancia. Y el motivo no fue otro que la lista cívica con la que la dirección de la entidad quiere plantar cara a los partidos políticos –especialmente a Esquerra– y presentarse en las próximas elecciones al Parlament. La ANC se rompió y los partidos independentistas se pusieron de perfil y no intervinieron en el cisma de la entidad que en su día agitó el «procés».
¿Es viable su apuesta?
Pese a que Dolors Feliu no dudara en su discurso de la Diada en amenazar a los partidos con la lista cívica, lo cierto es que esta hipotética candidatura la tendrán que ratificar sus socios en una consulta interna a finales de año. Así lo aprobó la entidad en su nuevo reglamento esta primavera. En este sentido, las discrepancias que ya ha generado pueden convertir el órdago en un auténtico bumerán para la propia ANC. «Al menos serviría para ver qué apoyo popular tiene cada opción», dijo con sorna el presidente Aragonès sobre su hipotética candidatura.
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