
Opinión
El ejemplo Bukele
La casualidad y la causalidad ha hecho que tuviese la ocasión de conocer y charlar con un alto representante de El Salvador

Se preguntarán mis escasos pero fieles lectores a qué viene que escriba sobre Bukele.
Verán, ya saben ustedes la admiración que profeso por mis amigos, hermanos, compañeros del BOPE de Río de Janeiro, unos hombres cuya misión descrita de forma sencilla es entrar en las favelas jugándose la vida, lugares donde se impone el poder del narco, arriesgarlo todo y recomponer el Estado de Derecho. Comprenderán ustedes lo que me llama la atención un hombre que ha dicho esto no en un barrio o una ciudad, sino un país entero: Nayib Bukele.
La casualidad y la causalidad que no viene al caso explicar, ha hecho que tuviese la ocasión de conocer y charlar con un alto representante de El Salvador, poder hablar largo y tendido y estudiar un poco quién es Bukele y qué ha hecho por el El Salvador, un país de poco más de seis millones de habitantes en el que en la década entre 2009 y 2019 se produjeron 41.000 asesinatos.
Durante años, con alternancia de partidos de derecha e izquierda plagados de corruptos, El Salvador se convirtió en unos de los países más inseguros del mundo, no solo físicamente sino jurídica y socialmente. Es en estas condiciones en las que apareció Bukele. Su partido Nuevas Ideas ganó las elecciones y repitió victoria en 2024.
Durante este periodo han sido detenidos 82.000 miembros de las estructuras criminales, se ha acabado el poder de las “maras”, organizaciones que controlaban el país con la aquiescencia de políticos de los dos grandes partidos que se turnaban el poder ARENA (de derechas) y el FMLN (izquierdas).
Bukele lo ha hecho desde la democracia, desde las decisiones que le dan hoy en día un apoyo superior al ochenta por ciento de la población. Planes de regeneración económica que ha seguido al Plan de Control Territorial y del Régimen de Excepción que ha devuelto la paz social.
Esa actuación ha permitido atraer inversiones extranjeras. Hoy El Salvador es un país seguro para las personas y para las empresas, un país en crecimiento orgulloso de sí mismo y de su propio modelo que empieza a ser referente para muchas naciones de su entorno.
El Salvador ya no necesita exportar talento ni mano de obra, al contrario la importa. El Salvador es un pequeño país en el que se fijan las grandes potencias y al que estas como mínimo respetan.
Atrás han quedado no solo “las maras” sino tras el también la corrupción y la sensación de no poder salir a la calle sin permiso, cuando no previo pago a las mafias que allí se imponían.
Para mí ha sido un lujo y un placer conocer algo de El Salvador y pueden creerme por lo escuchado en directo y por lo estudiado Nayib Bukele tiene en mí a un rendido admirador. Ojalá otros países de nuestra querida Hispanoamérica, sepa seguir caminos semejantes porque para hacer una revolución de verdad no es necesario dar gritos anti nada. Lo que hace falta es lo que ha hecho el gobierno de El Salvador: tener voluntad de vencer.
✕
Accede a tu cuenta para comentar