Opinión

El estatus de «botifler»

El autor reflexiona sobre el significado de la palabra "botifler"

El periodista Albert Soler, autor de "Barretinas y estrellas"
El periodista Albert SolerAniol Resclosa

La palabra «botifler» se empezó a utilizar para tratar de denigrar a los partidarios de Felipe V en la guerra civil entre Austrias y Borbones que los independentistas han tratado de convertir en guerra de independencia, presentando a Rafael de Casanova –recordemos sus propias palabras invitando a luchar por su patria España–, más o menos como un antecesor de Jordi Cuixart.

Con el tiempo evolucionó el término y ahora constituye un intento de insulto contra quienes somos partidarios entre otras causas de Felipe VI (para que luego digan que la historia no se repite). No obstante, y según quien lo utiliza en la actualidad, se ha convertido en un valor casi aristocrático entre los que no somos independentistas.

Así los «procesistas» suelen emplear con carácter genérico el término «facha» para tratar de denigrar, pero «facha» lo puede ser cualquiera. Si usted cree que la ley del «sí es sí» es un bodrio; si cree no es normal que alguien vaya al Registro Civil a decir que ayer era un luchador de sumo y hoy quiere ser lanzadora de peso y cambiarse en el vestuario femenino sin prueba alguna; si cree que si entra una rata en su casa le puede pegar un escobazo.

«Facha», hoy en día, lo puede ser cualquiera, pero «botifler» no, como describe sensacionalmente bien el maestro Albert Soler en su libro «Un botifler en la Villa y Corte». Para ser «botifler» se necesita una doble legitimidad «de origen y de ejercicio».

De origen, porque un «botifler» de pura raza tiene que ser catalán de generaciones y tener apellidos catalanes, sino corre el riesgo de que se le considere «charnego», que es un título muy honorable pero no llega a la dignidad de «botifler».

La legitimidad de ejercicio se alcanza cuando uno se declara abiertamente contrario a la independencia y no se lo calla. No obstante, y leyendo a Soler, me doy cuenta de que hay diferentes tipos de «botifler». Él pertenece a la casta de «botiflers» de Girona, caracterizado por la genialidad, (que no Generalitat) sigue la estela (que no la «estelada») de otros «botiflers» gerundenses como Josep Pla o Salvador Dalí. Otros pertenecemos a la clase de «botifler» barcelonesa que puede parecer menos auténtica porque somos más, pero que también tenemos nuestro mérito cuando, por ejemplo, un señor que antes se llamaba José Rodríguez Pérez y que ahora se hace llamar Josep Rodrigues Peres, nacido en Barbate, te acusa de anticatalán y lo envías literalmente a hacer puñetas. En fin, que estoy de un subido insoportable, no solo soy ministro de Tabarnia (me encanta repetirlo), sino que gracias a Soler he descubierto que soy un «botifler» de pura raza.

Desde entonces no paro de mirarme al espejo.