
Salud
La microbiota intestinal está detrás de la reducción de eficacia de la vacuna contra la neumonía
Un estudio demuestra que el déficit de inmunoglobina A provoca una proliferación de la microbiota intestinal, produciendo una respuesta excesiva y prologada del sistema inmune, que se agota y pierde capacidad de respuesta frente a las vacunas

Está comprobado que entre aquellas personas con déficit de inmunoglobulina A (IgA), cuya función es la de controlar a nivel del intestino la expansión y biología de las bacterias que allí se encuentran, es decir, la microbiota, hay más casos de neumonía pese a estar vacunados, lo que podría sugerir que esa inmunodeficiencia genera una disminución de la eficacia de las vacunas contra el neumococo, una bacteria que puede provocar diversas enfermedades, entre las que destaca la neumonía.
Para conocer más acerca de esta relación entre las bacterias del intestino, la inmunoglobulina A y la eficacia de estas vacunas, el Grupo de Investigación en Biología de las células B del Institut de Recerca del Hospital del Mar lideró un estudio, cuyos resultados se han publicado en la revista Science Advances, en el que, a partir de modelos de ratones modificados para expresar deficiencia de IgA, analizaron la respuesta a dos tipos de vacunas contra el neumococo, una de las cuales es la más habitual en la población infantil y la otra, entre los adultos.
Pese a que ambas tmienen una alta eficacia demostrada aunque sus composiciones son diferentes, en el marco de este trabajo se observó que "la respuesta inmune después de la vacunación es menor en el ratón con inmunodeficiencia que en el ratón sano", explica Mauricio Guzmán, investigador postdoctoral del Institut de Recerca del Hospital del Mar, quien aclara que "no es que la vacuna no funcione, al revés, es muy eficaz, pero en estos casos particulares con deficiencia de inmunoglobulina A es menos eficaz".
Cuestión de agotamiento
La explicación es que "cuando hay un déficit de inmunoglobulina A, la microbiota empieza a crecer, a invadir el intestino y a generar respuesta inmune a largo plazo", comenta Guzmán, para a continuación explicar que ante los bajos o nulos niveles de IgA, "se produce la activación del sistema inmune durante mucho tiempo, provocando que éste se canse, se agote y no pueda ya producir otra respuesta".
Así las cosas, en estos casos, con la vacunación, que en condiciones normales genera una respuesta a través de anticuerpos específicos para el neumococo, "la capacidad del sistema inmune está atenuada porque está intentando evitar que las bacterias del intestino invadan el sistema y, por lo tanto, la eficacia de la vacuna baja". Así pues, un paciente con esta inmunodeficiencia tiene más probabilidades de contraer la neumonía y de forma más grave.
Este hecho plantea la necesidad de actuar en dos líneas. Por un lado, apunta a la importancia de "incorporar el diagnóstico temprano para intentar identificar los casos de deficiencia de inmunoglobina A cuanto antes porque, tal y como indica Guzmán, ésta es una enfermedad que, pese a que afecta sobre todo a personas adultas, sus efectos sobre el sistema inmune pueden empezar a una edad muy temprana.
Por otro lado, los investigadores sugieren valorar la idoneidad de administrar inmunoterapia oral a las personas con diagnóstico de déficit de IgA para compensar la que el cuerpo no genera de forma natural. Por ello, consideran que sería necesario poner en marcha ensayo clínicos con dicho objetivo. Además, no descartan que esta inmunodeficiencia pueda estar detrás de una reducción de la eficacia de otras vacunas.
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