Independentismo

Puigdemont se erige en guardián del 1-O y avisa que no se resigna con la "pax autonómica"

El expresidente de la Generalitat protagoniza el cierre del acto unitario del 1-O, una manifestación residual con 4.500 personas

El expresidente de la Generalitat y líder posconvergente, Carles Puigdemont ha buscado protagonismo en solitario este 1-O mediante su intervención por videoconferencia en el acto que las entidades independentistas han organizado en plaza de Catalunya, en el centro de Barcelona, y que apenas ha congregado a 4.500 personas.

Un discurso de cierre que ha sorprendido al obviar cualquier referencia directa a las negociaciones con el PSOE y Sumar –no ha pronunciado en ningún momento ni las palabras «amnistía» o "referéndum", ni tan siquiera ha mentado al Gobierno ni a Sánchez– y que utilizó para reivindicar el referéndum ilegal del 1-O, el "nervio" que a su juicio debe determinar la acción política para lograr la independencia.

"La fórmula existe, y solo nos tenemos que decidir a aplicarla. Lo tenemos en nuestras manos, pero depende de nuestra voluntad porque la capacidad la hemos demostrado. Tenemos que hacer lo posible no para una dispersión, sino para una confluencia de voluntades por la independencia, para que el 1-O sea el nervio que determine la acción política".

En este punto, el líder de Junts ha pedido que el 1-O sea "más que una fecha a conmemorar" y que encamine al independentismo hacia el "reconocimiento internacional". Una estrategia que sigue la estela de sus peticiones a Sánchez verbalizadas en Bruselas sobre la exigencia de un mediador. Y también se une a las peticiones de referéndum "respetado y aplicable" que sustituya el 1-O en la negociación con Sánchez verbalizadas por Aragonès.

Eso sí, en un tono más ambiguo del que acostumbra a ser habitual en él, Puigdemont no ha querido entrar en ningún aspecto concreto de las negociaciones y evitó cualquier referencia directa a Sánchez o a la llave de la gobernabilidad que atesora tras el 23J. "Hace un año avisamos que no nos resignaríamos a una pax autonómica, hoy las cosas empiezan a cambiar y tenemos que explorar este camino porque ya hemos perdido demasiado tiempo", fue lo máximo que se aproximó el líder de Junts en su advertencia a los socialistas.

Algo más claro ha sido con sus críticas veladas hacia Esquerra: Carles Puigdemont pidió no "malvender" el 1-O "buscando salidas personales". "No aceptaremos que nadie pase página en nuestro nombre", lanzó el expresidente de la Generalitat, quien se autoerigió en guardián de las esencias del 1-O ante las bases más acérrimas.

Y mientras los partidos independentistas oficializan sus exigencias a Sánchez, la ANC se ha manifestado de nuevo en la calle y registró otro pinchazo, el segundo consecutivo tras la Diada. Por un lado, en el acto central impulsado por la propia ANC y las demás entidades en plaza de Catalunya apenas congregó a 4.500 personas, menos de la mitad de las 11.000 del año pasado. Pero antes, en su manifestación por la mañana, apenas ha reunido a un millar.

Otro 1-O de mínimos, pírrico y muy lejos de las grandes concentraciones de hace un lustro que no evitó que la ANC sacara pecho y reivindicara sus postulados más radicales. La asociación presidida por Dolors Feliu exigió al Govern de Aragonès implantar la declaración unilateral de independencia "el mismo día" en que se apruebe la supuesta ley de amnistía en el Congreso.