Entrevista
Quim Torra: «Aquello que no logró ser Armand Obiols, lo fue Mercè Rodereda»
El autor se adentra en un libro en la enigmática vida del escritor Armand Obiols
No es esta una entrevista sobre política pese a que el entrevistado sea el anterior presidente de la Generalitat de Cataluña. Quim Torra ha vuelto a sus orígenes como indagador literario de esos nombres nombres importantes de la literatura catalana que han quedado desdibujados. Es el caso de Armand Obiols, seudónimo de Joan Prat, a quien ha dedicado una extensa biografía que va más allá del hecho de ser pareja de Mercè Rodoreda. Eso es lo que encontramos en «Armand Obiols, d’una fredor que crema», una laboriosa investigación publicada esta semana por Empúries.
¿Se puede decir, tomando la palabra a Vila-Matas, que Armand Obiols es uno de nuestros Bartlebys?
Creo que es uno de nuestros Bartlebys y sin duda tiene las características para ser el primero de ellos. Lo digo en el sentido de que es paradójico que publica, pero de todas las prosas y las poesías que publica, las rechaza todas salvo algún poema de juventud. Lo más interesante es la concepción del yo Obiols , la idea de crearse a sí mismo. Lo importante no es si escribes o no sino que eres tú. Hasta los dietarios de juventud de Obiols son magníficos para entender su exigencia, ver hasta que punto tiene un plan para ir construyéndose. Es muy Paul Valéry, uno de sus autores más queridos.
¿Lo que no llegó a escribir lo proyectó en su pareja Mercè Rodoreda?
Todo lo que él no fue, aquello no quiso ser, lo fue ella. En el fondo, cuando abandona toda idea de creación, de repente se da cuenta que tiene una escritora con un talento formidable. Mientras ella trabaja en «La plaça del diamant», le llega a escribir dos veces al día durante semanas. Ella reconocía que tenía al mejor crítico posible y él tenía a su lado a la mejor escritora posible. Ella está en Ginebra y escribe. Él está en Viena y va a los cafés. En el fondo cada uno tenía lo que había aspirado durante toda su vida. No hay que olvidar que, y es importante, él pierde la ambición para ser escritor por el exceso de autocrítica. Esas ganas de su juventud las perdió tras la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial.
Sus libros póstumos no tuvieron una buena acogida.
Es verdad. También la hora de su poesía había pasado. Es un autor que tiene como maestros a Bofill i Matas, Carner, Riba y Valéry. Por tanto, ese momento de la poesía pura, que ellos representan, ya ha pasado en los setenta, cuando se publica su obra póstuma. En el famoso prólogo de Guansé y en el epílogo de Oliver, cuando editan sus poemas, ya está un poco esa tesis de que esa poesía ya ha pasado. Sin embargo, ahora podemos leerlo con otros ojos. Cuando regresas a su «Oda a Catalunya» piensas, como decía Pere Gimferrer, que la de Obiols es una de las mejores poesías en lengua catalana.
En este silencio alrededor de Armand Obiols parece pesar la sombra de su supuesto colaboracionismo durante la Segunda Guerra Mundial. En su libro afirma que no hay pruebas.
No hay prueba, tampoco hay argumento alguno para sostener que Obiols era colaboracionista. Él fue una víctima, un hombre que se vio obligado a trabajar en una pedrera, en una fábrica de explosivos y, finalmente, en el campo de base submarina para barcos alemanes. Y sobrevive. Lo que sucede es que alguien que habla cinco idiomas y que tiene un nivel académica alto acaba en las oficinas donde tiene el cargo de enlace con los trabajadores extranjeros. Cuando miras y aproximas la lupa, ves que allí estaba con mucha gente, también con miembros de la Resistencia. No todo es tan fácil. Los grises son importantes, pero es que en su caso no está ni en la zona gris. Si hubiera encontrado cualquier documento que demostrara que había colaborado régimen Pétain, lo habría dicho. Lo único que tenemos son las cartas que escribe a Mercè Rodoreda y a sus amigos, y que escribe en su estilo antisentimental, con un humor fúnebre. Eso ha hecho que alguno haya tomado algunos elementos para ligarlo con historias que no comparto.
¿Joan Prat mató a Armand Obiols?
El joven Obiols crítico, que quería construirse, tras la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, aún tiene un momento de ambición cuando dirige «Revista de Catalunya», como demuestra su correspondencia con Carner. Pero cuando la revista se hunde y finalmente encuentre un trabajo que le permite un punto de estabilidad, se aferra a eso. Insisto, su prioridad no era escribir sino formarse a sí mismo. Fue un hombre que saltó con mucha facilidad de la poesía a la crítica literaria y de allí a analista político y después editor. No quiso acogerse a algo concreto, solo a lo que le permitía crearse a sí mismo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar