Arte

Rusiñol, el espejo roto en el que se miraba Picasso

Una exposición en Sitges recoge la totalidad de los retratos que el malagueño dedicó al modernista

Santiago Rusiñol retratado por Picasso
Santiago Rusiñol retratado por PicassoMuseu Picasso

En sus años de formación como artista, el joven Pablo Ruiz Picasso buscó modelos a los que seguir, veteranos maestros cuya sombra quería acariciar. Uno de ellos era uno de los habituales de la cervecería Els 4 Gats, en la calle Montsió de Barcelona. Se llamaba Santiago Rusiñol y Picasso quiso ser, durante una parte de su vida, como él. Por eso se obsesionó con aquel bohemio modernista al que retrató en, al menos, 22 ocasiones.

Ese es el material de la pequeña gran exposición que puede verse en el Museu de Maricel de Sitges y que desde hoy y hasta el 24 de septiembre permanecerá abierta. Comisariada por Ignasi Domènch, la muestra se apoya en nueve originales picassianos que se guardan en el museo que lleva el nombre del autor de «Las señoritas de Aviñón» en Barcelona. De estas manera pueden verse varios de los retratos que Picasso dedicó a Rusiñol, así como un dibujo en el entonces joven pintor reinterpreta «Alegoría de la Poesía» y otro en el que Picasso recrea las firmas de Rusiñol y Ramon Casas.

Ayer, durante la presentación a los medios de la muestra, Emmanuel Guigon, director del Museu Picasso habló del préstamos que ha realizado la institución barcelonesa como algo «necesario, como una obligación. Es una pequeña exposición, pero también es una joya».

Por su parte, Ignasi Domènech habló de esta propuesta como una «reivindicación de 22 retratos únicos, aunque es posible que existan más». Domènech habló de Picasso como un admirador de Rusiñol, alguien que se refleja en el modernista. «Picasso le dedicó varios retratos, aunque eran obras íntimas que no estaban pensadas para ser presentadas públicamente», comentó el responsable de los Museos de Sitges.

Lo que sí tuvo una dimensión importante, dentro de este diálogo entre Rusiñol y Picasso, fue el hecho de que el primero adquiriera varias obras del segundo cuando era un completo desconocido. Son los dibujos que Picasso subastaba en Els 4 Gats para poder pagarse la cena de la noche. Rusiñol depositó esos materiales únicos en su casa-museo del Cau Ferrat, en Sitges, donde se exponen todos y que, por unos meses, forman parte de esta iniciativa.

Picasso jugó con Rusiñol: lo hizo encorvado y acompañado de su inseparable pipa, también lo disfrazó como el caballero con la mano en el pecho del Greco, como genio a la espera de recibir la gloria que se merecía, disfrazado con su querido Ramon Casas, o sodomizado por un crítico mientras acariciaba –otra vez– la gloria.

¿Fue el modernista siempre el modelo de Picasso? Cuando el joven pintor viajó al París de las vanguardias, se dio cuenta que el viejo modernista ya no podía ser el espejo que buscaba. La ruptura, desde un punto de vista creativo, fue total, aunque Picasso y Rusiñol volverían a encontrarse, como en los viejos tiempos, en 1917. Por otra parte, cuando el autor de «L’auca del senyor Esteve» ya había muerto, un Picasso ya consagrado no dudó en visitar el Cau Ferrat para rendir homenaje al amigo que lo había salvado económica en los tiempos duros de la Barcelona de finales del XIX.