
Política
A veinte años del Estatut que encendió la mecha del rupturismo
La reforma impulsada por Pasqual Maragall acabó fracturando la política catalana y abrió el camino al procés

Hoy se cumplen dos décadas de la aprobación del nuevo Estatuto de Cataluña, una reforma que marcó un antes y un después en la política catalana y española. Fue impulsada por Pasqual Maragall, entonces presidente de la Generalitat, con el propósito de cerrar la etapa pujolista y redefinir las reglas del juego entre Cataluña y el resto del Estado. Sin embargo, el resultado no fue la superación del nacionalismo gradualista de Jordi Pujol, como muchos votantes del PSC esperaban, sino un salto mucho más ambicioso que incluso el propio expresident consideró inoportuno por el momento elegido.
El nuevo texto se gestó en el marco del Pacto del Tinell, el acuerdo por el que el tripartito (PSC, ERC e Iniciativa-Els Verds) se comprometía a no pactar con el PP. A espaldas de cualquier sensibilidad constitucionalista, la reforma se planteó con la intención explícita de reforzar la singularidad de Cataluña frente a España. Tras el referendo, Maragall llegó a describir el nuevo Estatuto como una verdadera “Constitución catalana” y aseguró que, a partir de ese momento, el Estado quedaba en un papel “residual”.
La deriva del proyecto encendió un intenso debate. En Cataluña, el malestar con el nuevo marco político dio lugar a la aparición de Ciudadanos, que irrumpió con un discurso abiertamente contrario al nacionalismo catalán. En el resto de España, el Partido Popular presentó un recurso de inconstitucionalidad al que se sumaron el Defensor del Pueblo y cinco comunidades autónomas, entre ellas Aragón, Valencia y Baleares. Frente a esa ofensiva judicial, los principales diarios catalanes publicaron en 2009 un editorial conjunto bajo el título La dignidad de Cataluña, advirtiendo de las “consecuencias” de que el Constitucional recortase las aspiraciones soberanistas.
La sentencia llegó un año después, en 2010: el Tribunal Constitucional anuló 14 artículos del Estatut y rechazó que Cataluña pudiera definirse como nación. La reacción fue inmediata. Bajo el lema “Som una nació, nosaltres decidim”, el president José Montilla encabezó una multitudinaria manifestación de la que tuvo que salir escoltado, pese a que había sido convocada por su propio gobierno.
En paralelo, el desgaste por los casos de corrupción del 3% asfixiaba a Convergència, y Artur Mas acabó capitalizando el malestar. Muchos atribuyeron al fallo del TC el inicio del procés, pero otros analistas subrayan que la agenda personal de Mas resultó decisiva. Su frustrada propuesta a Mariano Rajoy de un pacto fiscal inasumible para el Estado fue, según estas voces, el verdadero detonante que le permitió encender la mecha de la ruptura.
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