Coronavirus

Coronvirus. Anatomía de un asesino

Tenemos varias certezas y muchos interrogantes. Lo más inquietante es que el nuevo virus mute a peor

Anatomía de un asesino
Anatomía de un asesinolarazon

Era 2015 y Bill Gates ya dijo que el mayor riesgo de una catástrofe mundial era un virus de alto contagio (más que una guerra) por su capacidad de matar a unos 10 millones de personas en las próximas décadas.

El nuevo coronavirus que saltó de algún animal al humano en Wuhan a finales de 2019 ha logrado acaparar toda la atención. La epidemia está evolucionando de manera muy rápida y con ello, el conocimiento que tenemos. De no saber nada a principios de 2020, la comunidad científi ca ya ha logrado aislarlo, secuenciarlo, identificarlo y desarrollar pruebas para diagnosticarlo.

Por ahora no se sabe qué animal originó el brote de SARS-CoV-2, pero todo apunta a que sucedió en China y que la especie fue un murciélago. Cuando estos patógenos saltan a otras especies, sus sistemas inmunes no saben luchar contra ellos y puede originarse una epidemia si el virus es evolutivamente apto para propagarse.

Un cambio sin precedentes en la población humana (cerca de 200 millones de personas se mudaron a áreas urbanas en el este de Asia durante la primera década del siglo XXI) es una de las razones por las que se originan más enfermedades en Asia y África. Los animales salvajes, que a menudo albergan virus, se encuentran con otros domésticos y con la población humana. Y los virus, que saltan de especie en especie, pueden finalmente infectar a las personas.

Los coronavirus son una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades en animales y humanos. Se llaman así por una especie de picos en la superficie del virus que asemejan una corona y que es una cadena de material genético (ARN) recubierto de una membrana de proteínas que la protegen y de la que sobresalen otras proteínas que le ayudan a unirse a las células humanas y entrar en ellas.

En los humanos, se sabe que varios coronavirus causan infecciones respiratorias que van desde el resfriado común hasta enfermedades graves como el MERS y SARS, con más alta mortalidad. Este coronavirus provoca la enfermedad por coronavirus COVID-19.

El nuevo coronavirus usa como puerta de entrada la proteína ACE2, que es como una cerradura en la que introduce una llave: la proteína S. Cada tipo de coronavirus tiene una proteína S ligeramente diferente, que es uno de los elementos que más mutaciones acumulan debido a su importancia para iniciar la infección. Ello le permite abrir cerraduras de células humanas. Una vez dentro de la primera célula humana, un coronavirus puede generar hasta 100.000 copias de sí mismo en menos de 24 horas. Cada vez que sucede este proceso la célula invadida es destruida y esto es lo que puede producir la neumonía y el resto de síntomas de la Covid-19.

Hiertensión

Las personas mayores y las que padecen afecciones médicas subyacentes, como hipertensión arterial, problemas cardiacos o diabetes, tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave. En torno al 2% de las que han contraído la enfermedad han muerto.

Las vacunas y antivirales que se están desarrollando se centran en interferir en el proceso molecular de infección. Una de las vacunas más avanzadas se basa en introducir un ARN mensajero que produce la proteína S del virus, pero no el resto del patógeno. Esto permite que el sistema inmune la identifique y la recuerde, de forma que si un virus real entra en el cuerpo, los anticuerpos se unen a esa proteína y comienzan el proceso para destruir al virus. Pero se están buscando muchas más vacunas. Sin embargo, no creo que ninguna esté lista para usarse pronto, con lo que solo podrá usarse si el patógeno resurge el próximo invierno o si se convierte en una enfermedad estacional, como la gripe.

Evidencias recientes sugieren que, a diferencia del SARS, que se transmite solo cuando la persona presenta síntomas, este se puede transmitir antes de la aparición de síntomas. Lo que dificulta las medidas de contención y ha hecho poner en marcha medidas de alarma.

El SARS-CoV2 ha demostrado que puede transmitirse de una a otra con facilidad. La OMS estima que la tasa de contagio es de 1,4 a 2,5, otros hablan de un rango entre 2 y 3, aunque puede haber «super- contagiadores» capaces de contagiar hasta a 16 personas.

La OMS ha estimado que el periodo de incubación (entre la infección y la aparición de síntomas) está entre dos y catorce días, pero la gran mayoría los desarrolla entre 5 y 7.

Según la OMS, por análisis previos se sabe que los coronavirus no sobreviven mucho en objetos, aunque un estudio publicado en enero de 2020 dice que pueden sobrevivir en superficies inanimadas como el metal, cristal o plástico 9 días «pero puede ser eliminado eficientemente por la desinfección de superfi cies». El estudio no analiza el tiempo de supervivencia del coronavirus causante del brote iniciado en Wuhan, sino de otras variantes de esta familia de virus.

Otro estudio encontró virus viables en aerosoles (partículas suspendidas en el aire) hasta 3 horas después, hasta 4 horas en cobre, 24 horas en cartón y 2 o 3 días en plástico y acero inoxidable, Pero los virus siempre mutan. Y hay cuestiones abiertas sobre cómo será la progresión de covid-19. Una de las más inquietantes es si podría mutar hacia una forma más agresiva que aumentase la frecuencia de casos que cursan con síntomas graves. Y en este entorno, una de las afectaciones más importantes que hace es el pánico. Esperemos superarlos. Habrá que luchar quedándonos en casa y con las medidas higiénicas. #YoMeQuedoenCasa