Viaje espacial
Una adolescente es capaz de "viajar mentalmente en el tiempo", y ha descolocado a la ciencia
Su mente es una biblioteca donde cada recuerdo emocional está perfectamente catalogado. Así vive una adolescente con hipertimesia, la extraña capacidad de revivir su pasado como si se tratara de un viaje en el tiempo
Imagina recordar cada segundo de tu vida. No como un vago recuerdo, sino como una vivencia real, con todo su peso emocional y sensorial. Para la inmensa mayoría de las menos de cien personas diagnosticadas con hipertimesia en todo el mundo, esta condición es una condena. Se ven asaltados por un torrente incesante de recuerdos que se agolpan en su mente sin control, un bombardeo constante que a menudo les provoca una angustia profunda. Su memoria es un caos, un río desbordado de vivencias pasadas. Este tipo de sobrecarga sensorial interna encuentra un paralelismo en factores externos que también pueden afectarnos, ya que se ha demostrado que incluso la contaminación lumínica podría estar dañando nuestro cerebro de formas inesperadas.
Sin embargo, en este selecto grupo existe una anomalía fascinante: una adolescente, identificada como TL, que no solo convive con esta prodigiosa memoria, sino que ha aprendido a dominarla. En lugar de ser una víctima de su pasado, la joven ha desarrollado lo que parece un control casi absoluto sobre el flujo de su propia historia personal, convirtiendo lo que para otros es una carga en una herramienta extraordinaria.
De hecho, la clave de su dominio reside en una compleja arquitectura mental que ella misma ha construido para no ahogarse en su propia biografía. La joven describe su mente como un edificio con distintas estancias, destacando una «habitación blanca» donde archiva meticulosamente todos sus recuerdos personales y emocionales. Ha creado, en esencia, una asombrosa biblioteca mental para catalogar su existencia, tal y como detalla un estudio que ha recogido el medio Science Alert.
Una mente que archiva emociones
En este sentido, su sistema de catalogación es muy selectivo. La memoria de TL funciona de manera óptima cuando la información está ligada a un sentimiento. Por el contrario, los datos desprovistos de emoción, que ella misma denomina «recuerdos negros», le resultan mucho más difíciles de retener y organizar, demostrando que su capacidad no es un simple disco duro, sino un archivo profundamente humano.
Asimismo, esta organización le permite gestionar las experiencias más difíciles. La adolescente ha diseñado un «cofre» para guardar los momentos negativos y otras habitaciones específicas que le ayudan a procesar sentimientos como la ira o la culpa. Se trata de un mecanismo de defensa psicológico de una complejidad notable, que le evita quedar atrapada en los bucles emocionales que atormentan a otros con su misma condición. La complejidad de su mente para gestionar el pasado es un campo de estudio fascinante, tanto como lo es para la genética entender cómo un organismo pudo volver a la vida tras 46.000 años congelado y preservar su memoria biológica.
Su caso, pionero por explorar también su capacidad para proyectar el futuro, abre una nueva vía para entender los misterios del cerebro. La propia joven describe su habilidad no como un simple recuerdo, sino como la capacidad de «viajar mentalmente en el tiempo». Su experiencia demuestra que tener una memoria prodigiosa no es solo recordar, sino, sobre todo, saber organizar lo recordado, desafiando así los límites de la memoria humana y la forma en que construimos nuestra identidad.