
Evolución
Así es el “cuerpo humano perfecto”, según una experta en anatomía y paleoantropología
Desde nuestros ojos hasta los músculos de nuestras extremidades o la forma en que nacemos. Todo se ha revisado para mostrar “errores evolutivos”.

Todo comenzó por una apuesta lanzada al aire. Alice Roberts, anatomista, paleoantropóloga y divulgadora británica, ganó un reto tan provocador como cautivador: ¿qué cuerpo diseñaríamos si hubiésemos podido corregir los errores de los millones de años de evolución humana? Su proyecto no se limita a una broma futurista: es un experimento intelectual cargado de rigor, pensamiento evolutivo y una dosis de humor inquietante.
La idea surgió gracias a Roger Highfield, director del Science Museum de Londres, quien planteó a Roberts el siguiente desafío: “Si el cuerpo humano está tan mal diseñado, como tú dices, entonces… mejóralo y muéstralo en tres meses.”
El resultado fue una estatua de tamaño natural, a partir de la 3D-escaneado de su propio cuerpo, sobre la que se añadieron una serie de modificaciones inspiradas en especies del reino animal. Las modificaciones fueron debatidas, diseñadas junto al artista anatómico Scott Eaton y el escultor Sangeet Prabhakar, y destinadas a ilustrar tanto fallos evolutivos como posibles mejoras.
De acuerdo con Roberts que nuestro cuerpo es a la vez una máquina impresionante y un “pegote de piezas” con herencias inesperadas. “Cada uno de nosotros posee un cuerpo que funciona, la mayor parte del tiempo, pero que está improvisado, como una bolsa de trapos, a veces con máquinas que hacen ruido”.
Así fue cómo identificó partes de nuestro cuerpo susceptibles de mejora. Por ejemplo, los ojos. En su visión ideal, adoptaríamos un sistema parecido al de los pulpos, que elimina el “punto ciego” presente en nuestros sistemas visuales.Los oídos: cambiaríamos la audición humana por orejas felinas o amplificadas, para sanar la pérdida de frecuencias altas que acompaña la edad.
Sin embargo, uno de los mayores cambios tiene que ver con el parto: en lugar de una pelvis humana adaptada al bipedismo, pero problemática en la gestación, Roberts propone una estrategia tipo marsupial, con bolsa y parto temprano, para evitar el traqueteo genético de una cabeza grande en un canal pequeño.
Las piernas también entran en la ecuación de Roberts. Tomando como inspiración el diseño de las piernas de un avestruz, con músculos más próximos al centro del cuerpo y tendones de choque, para reducir el desgaste y mejorar la eficiencia de la marcha-carrera.
En lo que respecta a órganos internos, “el cuerpo perfecto” de Roberts incorpora un sistema respiratorio más unidireccional (como el de las aves) y arterias coronarias conforme a lo que se ve en algunos mamíferos (como perros o cobayas), para reducir el riesgo de infartos.
El proyecto de Roberts no busca imponer un nuevo canon de belleza; más bien revela que la perfección no es el fin de la evolución, y que muchos de nuestros problemas corporales, como dolor de espalda, desgaste articular, pérdida auditiva, son legados de una historia larga.
Ella lo define como un “experimento de pensamiento”: preguntarse qué habríamos cambiado si hubiésemos sido diseñadores del cuerpo humano, en lugar de herederos de una biología accidental.
¿Por qué este proyecto importa hoy? No solo difunde la anatomía y la evolución de forma accesible, también abre el debate sobre diseño corporal, medicina y salud: ¿podríamos diseñar mejores cuerpos en el futuro, gracias a la biotecnología, la ingeniería genética? ¿O prótesis avanzadas?
Y, al mismo tiempo, promueve la reflexión ética: si podemos “mejorar” el cuerpo humano, ¿dónde trazamos la línea entre terapia, mejora y perfección?Roberts no prometió crear el cuerpo perfecto; prometió hacernos ver que podemos refinar nuestra visión de lo que significa estar bien diseñado.
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