Deporte

La ciencia descubre que estos tres músculos son la clave del hombre más fuerte del mundo, Eddie Hall

Tras analizar la musculatura del campeón de strongman Eddie Hall los científicos han identificado tres músculos especialmente desarrollados

Eddie Hall mientras Jonathan Folland mide su fuerza
Eddie Hall mientras Jonathan Folland mide su fuerzaLoughborough UniversityLoughborough University

Entrenar está de moda y, aunque hacer deporte es sano y recomendable, la obsesión por obtener el físico de nuestros sueños es especialmente tóxica. La mayoría de los varones que se apuntan a un gimnasio busca músculos más grandes y, entre las mujeres, los cuerpos musculados también empiezan a popularizarse. Sin embargo, hay algo que como sociedad parece que todavía no hemos entendido: más grande no siempre significa más fuerte. De hecho, un estudio reciente ha analizado el cuerpo de quien fue el hombre más fuerte del mundo en 2020, Eddie Hall, y el resultado es que, posiblemente, los músculos que han marcado la diferencia en su carrera como strongman son, precisamente, los que menos lucen en sus poderosas piernas.

Hablamos de tres músculos especialmente delgados si los comparamos con los grandes paquetes musculares que tornean las piernas de los culturistas. Están muy lejos de parecerse al cuádriceps, a los bíceps femorales o a los glúteos y sus nombres son desconocidos para el gran público: grácil, sartorio y semitendinoso. Si los buscas en un atlas de anatomía verás que son apenas cuerdas. El grácil, por ejemplo, va del pubis a la zona interior y superior de la tibia (la parte superior de la cara medial). El semitendinoso empieza en la tuberosidad isquiática, que es otra zona inferior del hueso que forma la cadera y termina al lado del grácil. Finalmente, el sartorio empieza en la cresta ilíaca, esa zona afilada que podemos palpar en el lateral de nuestra cadera y, curiosamente, termina donde los otros dos músculos, formando entre ellos la llamada “pata de ganso”.

La variabilidad humana

Todos conocemos alguien sorprendentemente fuerte para su tamaño o, por la contra, un musculitos de gimnasio incapaz de hacer una flexión. Si lo que buscamos es la hipertrofia (el aumento de tamaño), nos centraremos en los músculos más llamativos e intentaremos concentrar todo nuestro entrenamiento en ellos, que no se ayuden de otros menos vistosos, porque no queremos malgastar nuestro tiempo para duplicar el tamaño de un músculo que nadie va a ver.

Evidentemente, esto es una simplificación muy burda, pero que nos ayuda a entender cómo los movimientos compuestos, aquellos que implican varias articulaciones en lugar de aislar músculos concretos, son preferibles para desarrollar fuerza, aunque no tanto para ganar volumen. El número de repeticiones, series y el peso que empleemos también condicionarán cómo de eficiente es nuestro entrenamiento para ganar volumen o aumentar nuestra fuerza. Ahora bien… ¿Cómo han determinado los científicos que la clave de Eddie Hall estaba en su grácil su semitendinoso y su sartorio?

Todo suma

En el estudio recientemente publicado en Journal of Applied Physiology los expertos explican que hicieron resonancias magnéticas tanto a Eddie como a otros participantes (tanto entrenados como sin entrenar). Con esas imágenes pudieron calcular el volumen de cada uno de sus músculos y compararlos, no solo entre los más evidentes, sino entre los que suelen pasar desapercibidos. Evidentemente, los resultados mostraron que el cuádriceps de Eddie, ese gran músculo que estira la articulación de la rodilla como si diéramos una patada, era algo más del doble de grande que en los hombres no entrenados y un 18% más grande que los de un velocista de élite. Esta diferencia del 18%, para hacernos una idea, es como si pasáramos de medir 1,5 metros a 1,77. Una diferencia notable que compartía con el bíceps femoral (el opuesto al cuádriceps).

Ahora bien… si comparamos su sartorio, grácil y semitendinoso encontraremos que son, entre dos veces y media y cuatro veces más grandes que los de una persona no entrenada. No es fácil determinar a qué se debe esta diferencia. Puede que el entrenamiento de Eddie haya favorecido estas adaptaciones desde su infancia o, quizás, puede que ya contara con cierta ventaja genética. A fin de cuentas, los seres humanos somos variables entre nosotros, hay personas más altas, personas con los rasgos más afilados y personas con unos músculos naturalmente más fuertes y grandes que otras.

El estudio es realmente interesante, en eso no cabe duda. Sin embargo, es un caso aislado. Nos habla del cuerpo de Eddie Hall y poco más. Para confirmar estos resultados hará falta un estudio que analice más casos de “forzudos” y los compare entre sí. Y, aunque los casos de estudio, como puede ser este, son muy importantes para marcar las líneas de nuevas investigaciones más fiables, debemos tomarlos con precaución, disfrutando de la curiosidad, pero evitando convertir sus resultados en consejos prácticos.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • No obstante, es importante insistir en que, a pesar de que hay una clara correlación entre el volumen de un músculo y la fuerza que este puede ejercer, la correlación es más fuerte si comparamos a un mismo individuo antes y después de un periodo largo de entrenamiento. Y es que, si comparamos a individuos diferentes, hay otras características que pueden afectar a la correlación, por ejemplo, el lugar exacto donde se inserten los músculos. Algunos se unen al hueso más cerca de la articulación, otros más lejos, de ello depende, por ejemplo, el hueco que queda entre el bíceps y el codo. Y, del mismo modo que cuesta mucho levantar un peso al final de un palo, estas distancias van a condicionar que el músculo tenga que ser más o menos grande para poder ejercer la misma fuerza.

REFERENCIAS (MLA):