Divulgación científica

“Está probado que muchos de los déficits y trastornos que ahora se ven en niños y adolescentes es un déficit de naturaleza”, afirma Odile Rodríguez de la Fuente

La bióloga y divulgadora ha presentado el libro La historia más fascinante del mundo, un relato de ciencia destinado a niños y niñas, que recorre más de 4.000 millones de años.

Odile Rodríguez de la Fuente
Odile Rodriguez de la Fuente apuesta por un público ávido de ciencia.Odile Rodríguez de la FuenteOdile Rodríguez de la Fuente

La verdad que ya era hora. Si bien la divulgación científica tiene un público fiel, este en su mayor parte es adulto. Y es la pescadilla que se mueve la cola: no se hacen libros (o al menos no muchos) para un público joven, no se estimula la curiosidad científica y no buscan libros sobre el tema. Y vuelta a empezar. Por eso es tan interesante la llegada de La historia más fascinante del mundo, el último libro de Odile Rodríguez de la Fuente. Licenciada en biología y producción de Cine (con mención Cum Laude incluida), trabajó en la sede de National Geographic y este es su tercer libro, aunque seguramente uno de los más desafiantes.

“La parte más difícil del libro ha sido qué escribir y qué dejar atrás en un camino de más de 4 mil millones de años de evolución – nos explica Odile en conversación telefónica -. El proceso de elección ha tenido que ver con el asombro: datos como que somos polvo de estrellas. Y luego otra parte que tiene que ver con el hilo de la historia, que quede plasmado que todo está relacionado. En ciencia hemos tenido un relato muy frío, pero la ciencia es cada vez más integradora, muchas cosas, como lo animado y lo inanimado, no se puede separar. Para que los niños de pequeños entiendan que la vida hay que entenderla como un todo…”

A Odile el amor por la ciencia y la naturaleza le viene por genética, pero también por curiosidad. Y hasta por necesidad. Ha explorado el planeta con la misma avidez que los libros y con la misma necesidad de comprender, también ha entrevistado a importantes figuras de la ciencia. Pero, sin duda, su gran “amor” es el medio ambiente.

“Nuestra esencia es increíble, somos el producto de 4.000 millones de años de evolución sobre la Tierra, todo el potencial con el que nacemos es enorme y lo desconocemos – añade la autora -. Uno de los mensajes esenciales es que cuanto más nos naturalicemos, mejor estaremos y mejor estará la naturaleza, pero depende de cómo relacionemos nosotros. Está probado que muchos de los déficits y trastornos que ahora se ven en niños y adolescentes es un déficit de naturaleza y está vinculad a TDH, a alergias, a hiperactividad bronquial, intolerancia a los alimentos… Todo esto está muy relacionado con la asepsia. Y muchos trastornos emocionales y psicológicos en niños y adolescentes. Y tiene todo el sentido, somos el producto de nuestra relación con la naturaleza. La necesitamos desde un punto de vista integral”.

La historia más fascinante del mundo recorre los más de 4.000 millones de años del planeta… solo que lo hace en 24 horas. Allí está el nacimiento de la Luna, a los 15 minutos, las primeras bacterias y la fotosíntesis (poco después de las seis de la mañana), la llegada de los dinosaurios (pasadas las 22:30) y la aparición de los primeros homínidos, solo un minuto antes de la medianoche. Nuestra historia como humanos modernos, explica el libro de Odile, apenas representa unos cuatro segundos en este escenario de 24 horas. Y esto nos dice mucho.

Por un lado, nos sitúa en una posición de enorme humildad en un planeta que compartimos con especies que nos llevan millones de años de ventaja evolutiva. Y, por otro, nos presenta el asombro y la curiosidad de la ciencia, que nos ha permitido retroceder en el tiempo y conocer y explicar lo que ha sucedido desde el inicio de los primeros segundos terrenales. En esta balanza entre la humildad y el orgullo, el equilibrio lo pone la emoción.

“Hay una parte muy importante que es nuestra comprensión de todo lo que nos rodea, que no es únicamente intelectual, que es la experiencia y es la más importante – afirma Odile-. Las partes más importantes de nuestra vida tienen que ver con los sentidos, con la creatividad, no es solo un proceso intelectual frío. Muchas veces la ciencia parece un proceso frío, pero los humanos estamos hechos de historias. Nos sentamos delante de un fuego a contarnos historias. Por lo tanto, para que la ciencia llegue a niños y adultos, hay que narrarla como una historia. De hecho, las historias más fascinantes atrapan por ello y ahí está el título del libro: La historia más fascinante del mundo. Tenemos hambre de historias que nos lleguen, que nos toquen, para entender plenamente la naturaleza hay que experimentarla. Y la única forma es ir a la naturaleza”.

Entre las 72 páginas del libro, exquisitamente ilustrado por Rena Ortega, se encuentra LUCA, el último antepasado común de todos los organismos vivos, también está la aparición de insectos gigantes, la llegada de los mamíferos y, cómo no, el mayor organismo conocido: Gaia, la Tierra.

“De mi libro me hubiera gustado entrevistar a Gaia – confiesa Odile-, con el sistema vivo planetario que estamos empezando a entender, pero que tiene un comportamiento demasiado parecido a un organismo vivo. Me gustaría saber cómo funciona esto. Pero también tengo otro objetivo: que el libro genere asombro, que los lectores se pregunten si lo que se cuenta es verdad, ya sería un gran logro. El asombro genera curiosidad y empatía. Estamos hablando de algo que compartimos todos los humanos. Todo esto forma parte de nosotros. Si el lector se asombra con algo de lo que forma parte, sería genial”.

Es inevitable, si hablamos de Odile, recordar a su padre, Félix Rodríguez de la Fuente, sin duda el divulgador y defensor más importante de la naturaleza en España. Pero el testigo del conocimiento se mueve de forma constante y los hijos de Odile bien podrían continuar con el legado.

“Mis hijos han influido muchísimo en este libro. No en la redacción tanto, sino como persona – concuerda Odile -. Yo digo que he aprendido más de mis hijos que de mí misma. Es una oportunidad única para redescubrirte, a través de nuestros hijos, vemos nuestros mayores defectos y nuestras mayores oportunidades. Ellos, y la naturaleza, son nuestro mejor espejo. Sus preguntas y sus respuestas me enseñan mucho. Tienen una capacidad para destilar la esencia que nos excede a veces”.

Y entonces llega una de las dudas más frecuentes, vinculada a la divulgación y el inherente rigor científico, a la necesidad de niños y niñas de comprender y a una faceta que pocas veces relacionamos con la ciencia: la imaginación.

“El lugar de la imaginación en la ciencia, yo creo que es el motor – concluye Odile -. No se puede hacer ciencia sin imaginación. Primero debemos observar, luego hacer una hipótesis y esta propuesta tiene que partir de la imaginación porque se trata de ver relaciones donde nadie más las ha visto. Cuando hablo de la historia de la humanidad, de los diferentes estadios de los homo sapiens, hoy cada vez más los antropólogos nos dicen que los cazadores recolectores, que su capacidad visual, sus sentidos, su capacidad de fuerza, de resistencia, eran mucho mayores a las nuestras. Y eso se nos hace raro, pero también nos hace más pobres, menos imaginativos. Necesitamos salir más a la naturaleza para comprender el mundo que nos rodea y tener una mayor riqueza”.

Y La historia más fascinante del mundo, sin duda, es un muy buen diario de viaje con el cual comenzar a explorar.