Paleoantropología
Encuentran la cueva decorada más antigua de Europa y es obra de neandertales
Está en Roche-Cotard, en Francia, y llevaba cerrada al menos 57.000 años, aunque posiblemente ronde los 75.000
Nos resulta casi imposible explicar el arte. Más allá de las bromas recurrentes, lo máximo que podemos ofrecer es una serie de definiciones circunstanciales que no engloban a la mayoría de las expresiones artísticas existentes. Y, si intentamos ampliar la definición, nos damos cuenta de que sus fronteras se difuminan, incluyendo involuntariamente cosas que jamás consideraríamos arte. Por eso resulta tan controvertido clasificar como “arte” una obra de los humanos prehistóricos. ¿Habían desarrollado una técnica? ¿Qué intención tenían? ¿Acaso importa todo eso? Ante tal polémica, la mayor parte de expertos en paleoantropología han decidido mantener un perfil bajo y evitar la palabra arte. Y así lo ha hecho Jean-Claude Marquet y su equipo en su último artículo, donde no habla de arte neandertal, sino de algo más descriptivo.
El artículo ha sido publicado en la famosa revista científica PLOS ONE bajo el título: “Los primeros grabados no ambiguos de neandertales en las paredes de una cueva: La Roche-Cotard, Valle del Loira, Francia”. Son grabados, marcas en la roca hechas de forma deliberada, fueran con el propósito que fueran. Y, aunque ya conocíamos otros casos, hay dos características destacables en este descubrimiento. La primera es que podemos vincular los grabados a los neandertales con bastante seguridad. La segunda es la antigüedad de estos, situándolos posiblemente como los grabados más antiguos de Francia, sino de toda Europa. Estos dos datos, combinados, son incluso más potentes, ya que, si queremos ver arte en estos grabados, los primeros “artistas” del continente podrían haber sido los neandertales y no nosotros, los sapiens.
Nuestro primo hermano
Las ciencias llevan tiempo reuniendo pruebas sobre la capacidad cognitiva de los neandertales y la cultura que desarrollaron. No eran antepasados nuestros previos a la aparición del Homo sapiens. Éramos más bien primos con un antepasado común, aunque bueno… Tal vez primos algo incestuosos, porque sabemos que nuestras especies se mezclaron entre sí y, ahora, la mayor parte de la población tiene más de un 1% de ADN neandertal en sus células. Sabemos, tanto por las herramientas que dejaron en sus yacimientos, como por el volumen de su cráneo, que posiblemente fueran tan inteligentes como nosotros. Puede que incluso más en algunos aspectos concretos.
Por eso, hallazgos como estos son tan importantes. Por un lado, confirman lo que los expertos y sabían: que los neandertales no son nuestros parientes tontos, sino nuestros iguales. Por otro, muestran como el arte (o al menos cierto juicio estético), no es, ni mucho menos, exclusivo de nuestra especie. Ahora bien… ¿cómo podemos estar tan seguros?
La luz indica el camino
En este caso, las pruebas de la autoría neandertal se han presentado en pareja. La primera consiste en la presencia de unas herramientas muy concretas en la cueva. Estas pertenecen a un tipo de artesanía conocida como “Musteriense”. Se trata de un complejo tecnológico y estilístico del Paleolítico, concretamente entre hace 125.000 y 40.000 años (10.000 años más en algunos lugares del sur de Europa). Por definición, la artesanía Musteriense es de origen neandertal, por lo que podemos deducir que había neandertales habitando esa cueva, donde también se han encontrado restos de sus presas: huesos de bisontes, uros, caballos y ciervos rojos, algunos con muescas y quemaduras de origen humano. Es de suponer, por lo tanto, que los grabados encontrados en la misma cueva, probablemente, también pertenezcan a los neandertales.
El segundo motivo es más contundente y se basa en la luz. Los investigadores han logrado fechar en qué momento colapsó la entrada de la cueva y, como a partir de entonces no había forma de acceder a ella hasta que empezamos a explorarla a principios del siglo XX, podemos deducir que sus pobladores tuvieron que habitarla hace, al menos, 57.000 años. Para determinarlo emplearon un método conocido como “datación por luminiscencia estimulada ópticamente”. En ella se mide la cantidad de luz que emiten los minerales de las capas de sedimento del interior de la cueva cuando se exponen a la luz. A partir de esta información, los investigadores pueden deducir cuánto tiempo llevan estos sedimentos en la oscuridad y, por lo tanto, cuanto tiempo lleva cerrada la boca de la cueva y, lo que es más importante, sabemos que es muy improbable que los grabados fueran de sapiens, porque por aquel entonces todavía no se habían asentado en esta zona de Europa. Otros aspectos estratigráficos sugieren que, de hecho, los grabados son bastante más antiguos, concretamente de hace 75.000 años.
Si los investigadores están en lo cierto, podremos afirmar que La Roche-Cotard es la cueva decorada más antigua de Europa. Y lo que es más importante: que la cueva decorada más antigua de Europa no es obra de sapiens, sino de nuestros minusvalorados primos, los neandertales.
QUE NO TE LA CUELEN:
- No hemos evolucionado del neandertal igual que no descendemos de nuestros primos. Ambos tenemos un antepasado común, una suerte de “abuelo” evolutivo que vivió hace 300.000 o 500.000 años.
REFERENCIAS (MLA):
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