Antropología

Este es el primer retrato de un beso, pero no se estudia por romanticismo

Tiene 4.500 años de antigüedad, se habría producido en Mesopotamia y su análisis permite comprender su efecto en la transmisión de enfermedades

Tablilla arcilla mesopotamia beso
Besos eran los de antes, que quedan grabados en arcilla... desde hace 4.000 añosTHE BRITISH MUSEUM/CC BY-SA 4.0THE BRITISH MUSEUM/CC BY-SA 4.0

A la hora de estudiar los besos (que sí, que hay científicos que se dedican a ello), los expertos establecen dos clases muy claras. El beso amistoso-paternal y el beso romántico-sexual. Mientras que los primeros parecen ser omnipresentes entre los humanos a lo largo del tiempo y la geografía, los besos románticos no son culturalmente universales. Uno de los primeros registros de estos intercambios, con fines eróticos, se encuentra en un manuscrito de la Edad de Bronce procedente de la India y que habría sido escrito en el 1.500 a. C. aproximadamente.

Sin embargo sería mucho más antiguo según un reciente estudio publicado en la revista Science. Los autores, Troels Pank Arbøll y Sophie Lund Rasmussen, de las universidades de Copenhagen y Oxford respectivamente, plantean la hipótesis de que la evidencia más temprana del encuentro de dos pares de labios (el beso romántico), ya era una práctica bien establecida hace 4.500 años en el Medio Oriente. Esto no solo hace retroceder los primeros besos mil años (como mínimo), también explica cómo aceleró simultáneamente la propagación del virus del herpes simple.

De acuerdo con Arbøll y Lund, se puede obtener una mayor comprensión de la historia de los besos en las sociedades humanas, y su efecto secundario en la transmisión de enfermedades, a partir del estudio de los relatos y el arte de la antigua Mesopotamia. La investigación sugiere que los besos romántico-sexuales evolucionaron con el fin de evaluar aspectos de la idoneidad de una pareja potencial a través de señales químicas comunicadas en la saliva o el aliento, mediando sentimientos de apego entre personas unidas y facilitando la excitación sexual y, por lo tanto, las relaciones sexuales.

“En la antigua Mesopotamia, donde vivieron las primeras culturas humanas – explica Arbøll –, la gente utilizaba la escritura cuneiforme en tablillas de arcilla. Muchos miles de estas tablillas de arcilla han sobrevivido hasta el día de hoy y contienen ejemplos claros de que besarse se consideraba parte de la intimidad romántica en la antigüedad, al igual que besarse podría ser parte de las amistades y las relaciones familiares. Por lo tanto, besarse no debe considerarse como una costumbre que se originó exclusivamente en una sola región y se extendió desde allí, sino que parece haber sido practicado en múltiples culturas antiguas durante varios milenios".

Pero además de su importancia para el comportamiento social y sexual, la práctica de besar puede haber desempeñado un papel no intencional en la transmisión de microorganismos, lo que podría causar la propagación de virus entre los humanos. Sin embargo este aspecto es más dudoso, reconocen los autores.

“Existe un corpus sustancial de textos médicos de Mesopotamia, algunos de los cuales mencionan una enfermedad con síntomas que recuerdan al virus del herpes simple – añade Arbøll –. Es interesante notar algunas similitudes entre la enfermedad conocida como buʾshanu en los textos médicos antiguos de Mesopotamia y los síntomas causados ​​por las infecciones por herpes simple. La enfermedad de bu'shanu se localizaba principalmente en o alrededor de la boca y la garganta, y los síntomas incluían vesículas, uno de los signos dominantes de la infección por herpes. Si la práctica de besar estaba muy extendida y bien establecida en una variedad de sociedades antiguas, los efectos de besar en términos de transmisión de patógenos probablemente deben haber sido más o menos constantes".

De este modo, los retratos de los primeros besos guardan en su interior una historia igual de antigua e importante para la humanidad: el viaje de algunos de los virus más antiguos con los que convivimos.