Civilizaciones antiguas

Hace 1.700 años, este enigmático rey maya de una gran ciudad se enterró, ahora lo han encontrado

Un hallazgo arqueológico en Belice redefine el origen del poder en la civilización maya y su relación con otras grandes culturas prehispánicas

El palacio real de Caracol, en Belice
El palacio real de Caracol, en BeliceUniversidad de Houston

Arqueólogos que llevan más de cuatro décadas de trabajos en la antigua ciudad maya de Caracol, ubicada en Belice, han logrado un descubrimiento de suma importancia. Han desenterrado la tumba de Te K’ab Chaak, el primer rey y fundador de la dinastía real de esta potencia prehispánica. Un descubrimiento que preserva la línea de descubrimientos que todavía depara la civilización maya.

La identificación de este enterramiento es fruto del trabajo de Diane Z. Chase, de la Universidad de Houston, quien lidera las excavaciones junto a su marido, Arlen Chase, desde el año 1985. Este hallazgo supone un hito en la comprensión de la estructura de poder inicial en la región.

Caracol alcanzó su apogeo en el 650 d.C., con unos cien mil habitantes, erigiéndose como la entidad política predominante en el área maya tras derrotar a las fuerzas de Tikal en el año 562 de nuestra era. Esta victoria consolidó su autoridad regional por un periodo considerable.

El hallazgo y la figura del primer rey

La tumba de Te K’ab Chaak, cuyo ascenso al trono se sitúa en el año 331 d.C., fue localizada en la base de un santuario familiar real, según apuntan desde Iflscience. Este emplazamiento es una fuente de información relevante para los investigadores sobre las prácticas funerarias de la élite maya.

Los restos del monarca indican que Te K’ab Chaak habría fallecido a una edad avanzada, presentando una ausencia notable de dientes. Este detalle, aunque pequeño, ofrece datos sobre la salud y la dieta de las figuras de poder en aquella época remota.

El ajuar funerario recuperado es considerable: incluía una máscara de jadeíta, tres juegos de orejeras del mismo material, un colgante también de jadeíta, dos conchas de ostra espinosa del Pacífico y dos caparazones de tortuga. La datación de este enterramiento se ha fijado en torno al año 350 de nuestra era.

Una nueva visión de la interacción interregional

La tumba del primer rey forma parte de un conjunto de tres enterramientos contemporáneos que están aportando una visión ampliada sobre la dinámica geopolítica en la antigua Mesoamérica. Se asumía que la gran urbe de Teotihuacán, ubicada en el actual México, extendió su influencia sobre las tierras bajas mayas en el 378 d.C., pero estos tres enterramientos encontrados en Caracol muestran indicios de un contacto considerable una generación antes.

Uno de los sepulcros, por ejemplo, contenía los restos de tres individuos junto a quince cuchillas de obsidiana procedentes de Pachuca, en México. También se hallaron puntas de átlatl, un arma antigua asociada a los guerreros de Teotihuacán que no era utilizada por los combatientes mayas, lo que sugiere que fueron traídas desde el norte.

Este hallazgo implica que el rey fundador de Caracol pudo establecer lazos con Teotihuacán años antes de lo que se creía, lo que redefine la cronología aceptada de la región. Demuestra las considerables distancias que los funcionarios de ambas ciudades debieron recorrer hace unos mil setecientos años para establecer estas relaciones diplomáticas formales entre las élites.

Caracol y Teotihuacán estaban separadas por aproximadamente mil doscientos kilómetros. Caminar entre ambas urbes habría llevado alrededor de ciento cincuenta y tres días, un esfuerzo logístico notable para la época. Esta conexión subraya la envergadura de las redes de interacción que existían.

Los investigadores esperan llevar a cabo análisis genéticos y de isótopos estables en los restos de Te K’ab Chaak con el fin de obtener más información sobre su figura y su linaje. Próximamente, Diane y Arlen Chase presentarán más detalles sobre este descubrimiento en una conferencia organizada por el Grupo de Trabajo Maya en el Instituto de Santa Fe.