
Arqueología
El hallazgo imposible de tecnología del siglo XXI en un yacimiento romano sorprende a la ciencia
Una noticia impactante llega desde un depósito romano en Italia, con un descubrimiento que podría reescribir lo que sabemos sobre la tecnología antigua

Los logros del Imperio Romano siguen siendo, a día de hoy, motivo de admiración y estudio. Desde sus impresionantes infraestructuras viales hasta la construcción de complejos acueductos o imponentes fortificaciones, la civilización romana ha demostrado una capacidad ingenieril y organizativa fuera de lo común para su época. No en vano, su legado perdura en la actualidad en numerosos rincones de Europa.
Sin embargo, en esta ocasión, la sorpresa no reside en una obra monumental, sino en un hallazgo de dimensiones mucho más reducidas, pero de un impacto considerable para la arqueología y la física. Un grupo de investigadores se ha topado con un elemento que, por su naturaleza, no debería existir en un contexto de hace dos milenios.
Se trata de un material que, por sus características técnicas, solo es posible de fabricar con la tecnología más vanguardista del siglo XXI. El descubrimiento se ha producido en Aquileia, una antigua y relevante ciudad romana en el noreste de la península itálica, que sigue siendo objeto de importantes excavaciones, rivalizando con los descubrimientos procedentes de Pompeya.
Un hallazgo que desafía la cronología
El inusual descubrimiento de este material se ha concretado en un yacimiento arqueológico de la antigua Aquileia, desvelando la presencia de cristales fotónicos en un contexto romano. Este tipo de materiales, tal y como recoge el medio Andro4all, se creía que solo podían ser elaborados con las técnicas nanoscópicas desarrolladas en el siglo actual, lo que plantea serias dudas sobre cómo pudieron llegar hasta allí.
Los responsables de esta investigación son los científicos Giulia Guidetti y Fiorenzo Omenetto, ambos de la Universidad de Tuft, en Estados Unidos. Inicialmente, se pensó que los objetos encontrados eran meros restos de vidrio común, quizá procedentes de algún jarrón o recipiente romano fabricado con los métodos tradicionales de la época.
Sin embargo, un análisis más detallado reveló una realidad mucho más compleja. El material hallado es un cristal con la capacidad de filtrar y reflejar la luz a un nivel atómico muy preciso, un control que los romanos no deberían haber podido alcanzar con sus procesos conocidos. La propia Guidetti ha afirmado que es "un ejemplo de libro de texto de componente nanofotónico", corroborando sus características únicas.
Estos cristales fotónicos tienen equivalentes en la naturaleza, como los que otorgan sus colores iridiscentes a las escamas de algunos peces. No obstante, encontrarlos en un asentamiento romano es un hecho completamente inesperado para los expertos, lo que lo convierte en un caso digno de un estudio. Además, su estructura en forma de "pilas de Bragg", con capas intercaladas de sílice de alta y baja densidad, produce un notable reflejo dorado, añadiendo misterio a su sofisticación.
Interrogantes y futuro de una tecnología inesperada
La principal incógnita que rodea este descubrimiento es cómo un material que, habitualmente, se cultiva en un laboratorio con maquinaria y técnicas de alta precisión, ha terminado en un estrato arqueológico de hace dos milenios. Este enigma ha abierto un amplio abanico de hipótesis en la comunidad científica.
Una de las posibilidades que se barajan, por muy improbable que parezca a primera vista, es que los propios romanos pudieran haber desarrollado de alguna manera esta tecnología de manera autónoma. Esto implicaría una comprensión de la física y los materiales que superaría con creces todo lo que se creía saber sobre sus capacidades científicas.
El estudio de este singular cristal podría tener repercusiones importantes para la ciencia moderna. Comprender cómo pudo formarse o ser creado de forma inesperada en el pasado podría ofrecer nuevas perspectivas sobre la producción de estos vidrios y, quizás, revolucionar algunas técnicas actuales.
A día de hoy, los cristales fotónicos tienen aplicaciones en campos muy avanzados, incluyendo desarrollos en la óptica, la telecomunicación y hasta en sistemas militares, como la búsqueda del camuflaje perfecto. Este hallazgo pone de manifiesto que, a pesar de lo mucho que se conoce del Imperio Romano, su legado sigue guardando sorpresas que desafían los paradigmas actuales.
✕
Accede a tu cuenta para comentar