Animales

Hemos “roto” a los perros y, según este estudio, empezamos miles de años antes de lo que pensábamos

Un estudio de Science sugiere que la diversidad de razas es muy anterior a lo que suponíamos hasta ahora

Fotografía de un cráneo de cánido arqueológico utilizada para la reconstrucción fotogramétrica de modelos 3D en el estudio.
Fotografía de un cráneo de cánido arqueológico utilizada para la reconstrucción fotogramétrica de modelos 3D en el estudio.C. Ameen (University of Exeter)Eurekalert

Hemos perdido el norte con los perros. Solo hace falta salir al parque para darse cuenta de que, en algún momento, empezamos a criar lobos enfermos en lugar de, simplemente, lobos domesticados. Los perros salchicha sufren de la espalda, los pastores alemanes de la cadera, los dálmatas padecen de gota, los carlinos apenas pueden respirar y los bulldog ingleses tienen que nacer por cesárea. Hemos normalizado la deformidad hasta volverla deseable. Los perros no se quejan, no protestan, y con ellos hemos dado rienda suelta a modas que no toleraríamos en nosotros. En los 90 se popularizó el heroin chic en las pasarelas de moda, un aspecto esquelético, ojeroso y pálido que recordaba al de los adictos a la heroína.

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Por suerte, las críticas hicieron mella y la moda del heroin chic pasó, pero los perros no pueden escribir columnas de opinión ni tuits ingeniosos. Hemos acumulado décadas de malas decisiones. Puede que siglos, porque ya llevamos 200 años de una intensa cría selectiva para potenciar los rasgos que nos parecen más deseables. Y, si pensamos en una cría selectiva no tan intensa, podemos remontarnos unos pocos miles de años… o más. Porque, ahora, un estudio publicado en la revista Science sugiere que esta pendiente resbaladiza pudo haber empezado mucho antes, hace casi 11.000 años. Y, según concluyen los investigadores del estudio, hace 7.000 ya había una gran diversidad de razas.

A medio camino

“Las fases más tempranas de la domesticación del perro siguen ocultas a la vista, y los primeros perros continúan eludiéndonos”, afirma el profesor de Oxford Greger Larson, autor principal del estudio. Así que, para arrojar algo de luz, los investigadores escanearon 643 cráneos de cánidos de hasta 50.000 años de antigüedad. Entre ellos, había lobos y perros domésticos, tanto modernos como prehistóricos. Una base de datos bien surtida a partir de la que establecer comparaciones. Y, aunque no podemos saber cuánto había cambiado su pelaje y el resto de sus tejidos blandos, a juzgar por los huesos, el espécimen más antiguo identificado como un perro doméstico tenía 11.000 años de antigüedad y vivió durante el mesolítico ruso.

El más antiguo de América tenía 8.500 años y, en Asia 7.500, todos ellos con rasgos claros de domesticación en sus cráneos. Sin embargo, el momento que resaltan fue hace 7.000 años, cuando la diversidad de los cráneos de perros ya era el doble que la que podemos ver en lobos modernos y tan solo la mitad que la que exhiben los perros del presente. No obstante, también apuntan que la diversidad craneal de los lobos prehistóricos era mayor a la que tienen ahora, pero hablamos de una diferencia poco relevante. Por aquel entonces ya estábamos a medio camino y el peso de la cría selectiva era bastante menor. Junto con ella estaban actuando otros motores del cambio, como la adaptación a nuevos climas y a la alimentación que había disponible y que los humanos elegían darles. En palabras de la Dra. Carly Ameen, del Departamento de Arqueología e Historia de Exeter: “La diversidad entre los perros no es solo producto de los criadores victorianos, sino el legado de miles de años de coevolución con las sociedades humanas.”

La rana y la olla

Dicen que, si calientas poco a poco una olla con ranas, no se enteran de que el agua está empezando a hervir y mueren en paz. Es falso, por supuesto, pero ejemplifica lo poco sensibles que somos a los cambios graduales. Algo así ha sucedido con las razas de nuestros perros. La Dra. Allowen Evin, coautora principal del CNRS, puntualizó que: “Una reducción en el tamaño del cráneo de los perros es detectable por primera vez entre 9.700 y 8.700 años atrás, mientras que un aumento en la variabilidad del tamaño aparece desde hace unos 7.700 años.” Un cambio bastante rápido al principio, pero donde los rasgos más exagerados tardaron milenios en llegar. “Los perros modernos exhiben morfologías más extremas”, continúa, “como los bulldogs de cara corta y los borzois de cara alargada, que están ausentes en los especímenes arqueológicos tempranos.”

¿Cuándo tuvo lugar, entonces, el punto de inflexión hacia la enfermedad? El estudio no lo responde (ni lo pretende), pero de alguna manera hemos acabado criando razas como el beagle, propensa a la epilepsia, o como el dogo alemán, que acusan problemas de corazón. Quizás lo importante no sea tanto datar las culpas como ponerles remedio y restringir las prácticas de cría que nos han traído hasta aquí.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Los perros están llenos de cualidades maravillosas, pero las importantes tiene que ver con su aspecto, sino con su carácter. Los tamaños extremos, las patas cortas y los cráneos imposibles son caprichos y los perpetuamos por moda.

REFERENCIAS (MLA):

  • Evin, Allowen, et al. “The Emergence and Diversification of Dog Morphology.” Science, vol. 370, no. 6675, 13 Nov. 2025, DOI: 10.1126/science.adt0995.