Psicología
Los pensamientos suicidas aumentaron 1000 veces tras la muerte de Robin Williams según la Universidad de Columbia
Un estudio publicado en Science Advance analiza el impacto que tienen los suicidios de famosos en los suicidios
Es importante que hablemos sobre salud mental. Ocultar nuestros fantasmas bajo la alfombra es un error y, para abordar nuestros problemas, nos ayuda mucho saber que no estamos solos, cómo los han vivido otros y qué nombre tienen. Por ejemplo, hubo un tiempo en que el suicidio era tabú y, aunque todavía existe cierta mística a su alrededor, lo tratamos con más naturalidad que nunca. Ahora bien… frente a estas afirmaciones tenemos otra igual de incontestable: el efecto llamada. Porque cuando hablamos de un caso de suicidio corremos el riesgo de que “contagiarle” esos pensamientos a otras personas.
Entonces… ¿qué debemos hacer? La respuesta es clave para entender cómo debemos referirnos a estos sucesos, ya no solo en cenas familiares o con amigos, sino desde los medios de comunicación. Quienes hablan directamente a la sociedad desde periódicos, radios y televisiones tienen una gran responsabilidad y, ahora, con las redes sociales esa responsabilidad se ha extendido a muchas otras personas que, cada una con su estilo y sus valores, convierten el ecosistema comunicativo en un monstruo absolutamente incontrolable. Por suerte, un estudio de la Universidad de Columbia publicado en la revista Science Advance ha analizado cómo afecta el suicidio de los famosos a la ideación suicida y a los suicidios cometidos.
Tres famosos y el culto al click
Lo más importante de un estudio epidemiológico como este es, posiblemente, cómo seleccionas tu muestra, en segundo lugar, qué datos mides y cómo los mides y, finalmente, cómo haces el análisis estadístico. En este caso, la elección de la muestra ha sido relativamente subjetiva. Los investigadores tomaron a tres famosos que se suicidaron durante los últimos años. Por un lado estaban dos casos de 2018: la diseñadora de moda Kate Spade y el del experto culinario y presentador de TV Anthony Bourdain. Por otro lado, estaba Robin Williams, en 2014, posiblemente, el caso más mediático de nuestra generación.
Los resultados fueron bastante determinantes, tras cada uno de los casos, en Estados Unidos había tenido lugar un notable aumento de las ideaciones suicidas y de los casos de suicidio consumado. La cuestión es: cuánto. Porque más allá de la tendencia, lo que este estudio pretendía era cuantificar el efecto, saber en qué medida contribuía una cosa a la otra. En el caso de Anthony Bourdain y de Kate Spade, que fallecieron con pocos días de diferencia, los casos de ideación suicida se multiplicaron por 500 y, en el caso de Robin Williams, por 1000. Unas cifras que estimaron a partir del número de llamadas a al 988, la Línea de Prevención del Suicidio y Crisis.
Dos caras de un problema serio
El pico de contagio, no obstante, duró apenas dos semanas, volviendo rápidamente a sus niveles normales. De hecho, podríamos pensar que dar noticias sobre famosos que se suicidan es, sencillamente, una mala idea, pero nos estamos olvidando de atender al segundo número: el de suicidios que finalmente se cometen. En ese caso estamos hablando de un aumento más modesto, por ejemplo, tras el suicidio de Robin Williams, según los datos de mortalidad del Sistema Nacional de Estadísticas Vitales, las muertes por suicidio se duplicaron.
Por supuesto, el aumento es muy alto y ciertamente preocupante. En España, durante 2023, se suicidaron casi 4000 personas. La clave está en comprender que esos suicidios se deben a una pluralidad de causas y que, si bien las llamadas a teléfonos de ayuda aumentaron 1000 veces, los suicidios finalmente cometidos no se multiplicaron por 1000, sino por una cifra 500 veces menor: 2. No podemos estar seguros de cómo se interpreta esto, pero sí podemos especular al respecto.
La forma y el contenido
Lo cierto es que visibilizar estos casos los humaniza, nos puede dar referentes y, tal vez, la fuerza para buscar ayuda. Ese efecto puede ser real y puede explicar ese enorme aumento de las llamadas que, en el estudio, usaron como medida indirecta de la ideación suicida. Por otro lado, es perfectamente compatible que la forma en que la prensa trató dichas noticias banalizara el suicidio y contribuyera a ese impacto negativo del que habla el estudio. Es posible, por lo tanto, que sea una cuestión de forma y no de contenido. No olvidemos que la prensa se alimentó de la muerte de aquellos tres famosos y llegó a arrojar titulares morbosos, con juegos de palabras y amarillistas.
Todos podemos extraer una lección de este estudio y de la “desafortunada” cobertura mediática. O, en palabras del investigador Jeffrey Shaman, catedrático de Ciencias de la Salud Medioambiental en la Universidad de Columbia: “Si logramos comprender mejor las tasas de contagio del suicidio, cómo varía entre poblaciones y tras sucesos de suicidio tanto locales como nacionales, podríamos utilizar esos hallazgos para orientar mejor los esfuerzos de respuesta rápida en los servicios de prevención y de salud mental”.
QUE NO TE LA CUELEN:
- El estudio ha consistido en un modelo computacional que ha tenido en cuenta los distintos factores que pueden influir en los datos de llamadas al 988 y las muertes por suicidio. Sin embargo, sería interesante que un equipo independiente replicara los resultados de este modelo que, en realidad, es bastante similar al que empleamos para analizar los contagios de una patología.
REFERENCIAS (MLA):
- J. Shaman et al, “Quantifying Suicide Contagion at Population Scale”. Science Advances (2024)