Medicina
¿Qué ocurre si comes carne humana?
Hay cosas que es mejor descubrir desde la teoría, sin aventurarnos en la práctica, y esta es una de ellas
Ahora que se acaba de estrenar La sociedad de la nieve de J.A. Bayona, hay una pregunta que ronda la mente de todos. ¿Qué ocurre si comes carne humana? Una pregunta que ahora es tabú, pero que no siempre lo ha sido. De hecho, hay registros de comportamientos caníbales en los albores de nuestra historia y no debería sorprendernos. La mayoría de los animales carnívoros y omnívoros (e incluso algunos herbívoros), pueden recurrir al canibalismo ante determinadas condiciones extremas, como la escasez de alimentos, la sobrepoblación, o la falta de algún nutriente . Hay incluso instintos básicos que empujan a algunas hembras a devorar a sus crías cuando no están preparadas para cuidarlas o nacen con enfermedades graves. Así pues… ¿Qué podría impedirnos a nosotros, animales , hacer lo propio en la situación adecuada?
Según nos cuenta Heródoto, Darío I, monarca de Persia, quiso dar una lección a los griegos que residieran en su imperio. Mientras que los griegos solían quemar a sus muertos , unos indios llamados calatias acostumbraban a devorarlos. Así pues, Darío, convocó a algunos griegos y les preguntó por cuánto dinero se comerían a sus difuntos padres. Los griegos se negaron a responder, escandalizados. Pero la sorpresa llegó cuando Darío les preguntó a los indios por cuánto dinero quemarían ellos a los suyos, porque la respuesta fue idéntica. Y es que el canibalismo entre humanos es tan antiguo como la propia humanidad y muy anterior a nuestros escrúpulos éticos. Ahora bien… ¿es seguro?
El peligro de comer cerebros
Es posible que, si le preguntamos a un científico por qué es problemático comer a otros humanos, nos quiera contar la historia del kuru, una enfermedad descrita entre los nativos de Nueva Guinea. A grandes rasgos , los afectados comenzaban con problemas motores y terminaban muriendo, tras perder el control de su cuerpo. Los investigadores no tenían claro el origen de esta enfermedad, pero sabían que no parecía contagiosa, o al menos no por el aire, ni de persona a persona. Aunque, eso último no resultó ser del todo cierto. Todo dependía de a qué nos refiriéramos con “persona”, porque lo que sí había era transmisión de cadáver a persona. Los habitantes de algunas tribus de Nueva Guinea tienen por costumbre comer a sus muertos y, por lo visto, comerse a un enfermo de kuru transmitía el kuru, concretamente al alimentarse de un cerebro infectado.
La enfermedad resultó ser priónica, como la de las vacas locas o, dicho de otro modo, se debía a una sustancia cuya estructura estaba alterada y que no solo perdía su función por el proceso, sino que podía hacer que otras sustancias idénticas a ella vieran alterada también su estructura. Por eso encontramos a gente decir que el canibalismo es mala idea por enfermedades como el kuru, pero, en realidad, pasaría lo mismo si nos alimentamos de ciervos con la enfermedad del ciervo zombi o vacas locas. No hay enfermedades que surjan de que un individuo se alimente de sus congéneres, por lo que el motivo tiene que ser otro.
Fuego amigo
¿Y entonces por qué no ocurre con más frecuencia? La respuesta es en parte cultural, pero también nutricional y evolutiva. Hace unos años, un grupo de científicos publicó en Nature un análisis sobre la significancia calorífica de la carne humana. Querían saber si nuestros antepasados prehistóricos se alimentaban de sus muertos por cuestiones rituales o si realmente suponían un aporte de energía relevante. Los resultados fueron claros: 100 gramos de carne humana tienen menos calorías que 100 gramos de la mayoría de los animales que tenían a su disposición. Nos superan osos, mamuts, castores, marmotas… casi todo. Y nosotros solo superamos a caballos, liebres y algunos parientes de los ciervos y los antílopes. De hecho, calcularon cuántos días se podría alimentar a 25 humanos con la carne de las personas devoradas en cada yacimiento y no daban para mucho. Los 30 de Caune l’Argo nos habrían dado para 10 días a nosotros, 6 días a los neandertales y un poquito más a los sapiens de entonces.
Y, si nos centramos en la cuestión evolutiva, debemos tener en cuenta que somos animales sociales. El canibalismo es más frecuente en animales solitarios, normalmente predadores. Una especie gregaria que se alimente de sí misma tendría algunos problemas de supervivencia. Así que, en realidad, comer humanos no supone un riesgo para nuestra salud por sí solo, pero una población con suficientes individuos caníbales iría menguando y/o cayendo en la endogamia. Así pues, si estamos aquí y vivimos en grupos, es porque contamos con algunas inhibiciones que van más allá de la moral, y que evitan que nos comamos unos a otros. Y eso está bien.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Canibalismo, a pesar de que mucha gente lo piensa, no es lo mismo que antropofagia. Cuando hablamos de conductas caníbales nos referimos a individuos que comen a otros de su misma especie, ya sea una persona comiendo a otra, o un león devorando a otro león. En cambio, la antropofagia sería alimentarse de seres humanos, ya sea un león que come humanos o un humano que come personas (lo cual, casualmente, es tanto antropofagia como canibalismo).
REFERENCIAS (MLA):
- Herodotus. et al. The Histories. Penguin Books, 2003.
- Liberski, Paweł et al. “Kuru, The First Human Prion Disease”. Viruses, vol 11, no. 3, 2019, p. 232. MDPI AG, https://doi.org/10.3390/v11030232. Accessed 2 Aug 2022 .
- Cole, J. Assessing the calorific significance of episodes for human cannibalism in the Palaeolithic. Sci. Rep. 7, 44707; doi: 10.1038/srep44707 (2017).
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