Estado de alarma
Inspector jefe Moncholí: “Desde el helicóptero se ve que la gente cumple las normas”
El helicóptero sobrevuela constantemente la Comunitat con una función sobre todo pedagógica
El inspector jefe Onofre Moncholí lleva 27 años sobrevolando los cielos en un helicóptero de la Policía Nacional. Actualmente es el jefe de base del aparato asignado a la Comunitat Valenciana y realiza también operativos en las provincias colindantes como Murcia, y antes, las Baleares, que ahora cuenta con helicóptero propio.
El veterano piloto dice que desde el aire se comprueba como la gente, en su gran mayoría, cumple con el distanciamiento social y con las normas: “el primer día que se permitió salir a los padres con los niños pudo haber momento puntuales con mayor masificación en el cauce del Turia, pero desde arriba se veía perfectamente que la gente guardaba las distancias y cumplía las normas”.
Desde que comenzó el estado de alarma, las salidas del helicóptero son en su inmensa mayoría para controlar que la gente cumple el confinamiento: “tenemos una labor principalmente pedagógica, cuando vemos a alguien que puede incumplir las pautas dadas le advertimos por megafonía y la gente reacciona enseguida y se comporta. A veces, simplemente recordamos que guarden las distancias de seguridad, que no vayan en grupo". Según afirma Mocholí, durante sus salidas no ha habido ningún incidente serio desde que comenzó el estado de alarma: “la gente lo está haciendo bien”.
Las excepciones son casi anecdóticas, y algunas de ellas generan situaciones no exentas de cierta gracia. Cuando el helicóptero detecta algún incumplimiento avisa por radio y una patrulla acude a comprobar la situación, pero en un vuelo de regreso desde Alicante a Valencia, al sobrevolar la playa de Tavernes de la Valldigna, localizaron a un ciudadano paseando por la arena y le advirtieron en varias ocasiones de que no podía estar allí. El ciudadano contestaba a los requerimientos de los agentes saludando amablemente agitando la mano. Se dio la circunstancia de que el helicóptero se hallaba en ese momento en una zona denominada “de sombra” donde momentáneamente no puede comunicar por radio con la central. Así que el comandante Moncholí decidió hacer aterrizar el aparato en la arena. El vecino debió quedarse de piedra al ver bajar al helicóptero y comprobar como una agente de la Policía Nacional descendía del mismo, le pedía la documentación y le ponía una propuesta de sanción en ese mismo instante. Acto seguido, el helicóptero remontó el vuelvo y siguió su camino hacia Valencia ante los ojos atónitos del ciudadano ya sancionado.
“En las ciudades, lo que más hemos detectado es a gente haciendo deporte en las azoteas cuando no se podía. Pero cuando les llamabas la atención enseguida se iban. Y si volvíamos en un rato a comprobarlo, la inmensa mayoría no habían vuelto a salir”.
Su labor de vigilancia era más sencilla al principio, cuando el confinamiento era total: “de ese modo, si veías a alguien por la calle, o a algún coche, era muy probable que estuvieran incumpliendo la norma”. También en ese caso, asegura Mocholí, más de una vez, cuando llegaba la patrulla, resulta que se trataba de alguno de los casos autorizados, como el paseo de niños con alguna diversidad funcional, o a algún dependiente.
“Ahora, nuestra labor se centra sobretodo en el fin de semana, es muy importante que se guarde la distancia social”, asegura. Sin embargo, el helicóptero ha seguido participando en otros operativos contra el tráfico de estupefacientes, la búsqueda desde el aire de plantaciones de marihuana o el seguimiento a vehículos, así como la asistencia en algunas entradas y registro, como una realizada recientemente en Murcia.
Ruidos por la noche
El inspector jefe Moncholí conoce las quejas que algunos vecinos elevaron por los vuelos nocturnos del helicóptero y tiene una explicación para ello. “Eso fue una noche concreta”. El helicóptero de la Policía no es muy ruidoso, y además es relativamente nuevo, ya que tiene unos cuatro años de antigüedad, y en su día costó seis millones de euros. “Fue una noche que las nubes estaban muy bajas y hubo que decidir entre suspender la operación o volar más bajo de los normal. Había llegado una información sobre la posibilidad de que se estuvieran celebrando ‘botellones’ en algunas zonas de la ciudad o en polígonos industriales, así que se decidió salir volando más bajo”. y ese fue el ruido que despertó a algunos valencianos de madrugada. En circunstancias normales y con un cielo despejado no hubiera sucedido. El operativo no localizó ese día ningún incumplimiento, no hubo 'botellones’ ni alteraciones del orden.
La falta de visibilidad es el principal problema con el que se puede enfrentar un piloto de helicóptero. “Pese a que llevamos instrumental para volar sin visibilidad, el aterrizaje en estas condiciones es muy peligroso”. De hecho, las nubes o la niebla son más peligrosas que la lluvia o el viento, si bien, en dichas condiciones solo se sale si es necesario.
La Policía Nacional forma a sus propios pilotos y de hecho tienen la única escuela de formación de pilotos de España. Tras pasar por la Academia de Policía y tras unos años de servicio obligatorio, se puede optar a un plaza de piloto. La formación dura alrededor de dos años, tres si se trata de mecánico de helicópteros.
El grupo valenciano, cuya base está en Manises, lo componen dos equipos completos, cada uno con dos pilotos, un operador de cámara y un mecánico. Hay nueve bases de helicópteros de la Policía Nacional en toda España, y desde ellas se controla todo el territorio nacional.
Un aparato como el valenciano puede volar a una velocidad máxima de unos 220 kilómetros por hora, lo que hace que desde Manises llega a Castellón en 20 minutos, y en 45 sobrevuela Alicante. A las Baleares tarda algo menos de una hora y media.
“El que se mete a piloto de helicópteros es porque le gusta”, explica Moncholí. “Los horarios son complicados y la disponibilidad es total. A mi me han sacado de la boda de un familiar, o me han anulado un viaje cuando ya tenía todo contratado”.
La entrevista con Moncholí se desarrolla mientras en la ciudad de Valencia y en el aeropuerto de Manises llueve con fuerza. “Hoy no saldremos si no hace falta”. En la base revisan el aparato para que todo esté listo por si hubiera que intervenir. “No me da miedo salir con este tiempo, el helicóptero es muy seguro, a mi me ha salvado la vida alguna vez”, comenta, mientras asegura que “me da mucho más miedo coger el coche”. Pues eso, comandante, buen vuelo.
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