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Adiós 2020: El año que lloramos hasta las fiestas

No hubo pólvora y aunque el fuego acabó consumiendo el monumento de la falla municipal, no hubo aplausos. Ardió en un plaza vacía

La parte principal de la falla municipal ardió sin público tras suspenderse las Fallas
La parte principal de la falla municipal ardió sin público tras suspenderse las FallasLa RazónLa Razón

En 2020 los valencianos han llorado hasta sus fiestas. El estallido de la pandemia se llevó por delante la celebración de las Fallas y la Magdalena. No hubo pólvora y aunque el fuego acabó consumiendo el monumento de la falla municipal, no hubo aplausos. Ardió en un plaza vacía. La música, que acompaña sin excepción, a todos los festejos, no salió a la calle. Se quedó en los balcones, desde donde vimos la vida pasar durante tres largos meses.

Después llegó la nueva normalidad, pero en ella, ahora ya lo sabemos, tampoco hay fiestas. No hubo Semana Santa, ni Hogueras, ni fiestas patronales en los pueblos... Y sin ellas, en Valencia, en Castellón y en Alicante, en los 542 municipios que conforman la Comunitat Valenciana, todos fuimos un poquito menos felices. «O hay vacuna o no se pueden celebrar eventos masivos», ha dicho la consellera de Sanidad, Ana Barceló, para avisar de que 2020 no será el único año sin pólvora ni música en las calles.

Porque además de llevar mascarilla nos han pedido que no nos reunamos, que no comamos de la misma paella, que no celebremos la vida y que seamos comedidos en despedir a los que se han ido. Ahora nos han dicho que hay que dejar sillas vacías, porque solo así, podremos volver a juntarnos en la Navidad de 2021.

Hemos llorado hasta las fiestas porque nos han explicado que el virus es el único que nunca falla a ninguna de nuestras reuniones. Quizás, por eso ahora lloramos cuando vemos que ya hay una vacuna y que cada día queda menos para llorar de alegría.