
Historia
Agullent, el pueblo valenciano que desafió a la peste bubónica
La ermita de San Vicent Ferrer acoge cada año la Romería para rememorar el milagro de este santo

La Sierra de Agullent acoge a sus pies la pequeña localidad que recibe el mismo nombre y que, con dos mil habitantes, es un paraje rodeado de naturaleza, silencio e historia. Una de sus principales leyendas, aunque bien documentada en los archivos del municipio, es el milagro que obró San Vicent Ferrer cuando en el verano del año 1600 una epidemia de peste bubónica arrasaba el pueblo.
Según se cuenta en el documento Decret del Miracle, fechado en el año 1658, en aquel verano de 1600 la población, asustada ante la rapidez con la que se extendía la enfermedad, se refugió en los campos y montañas. Cuenta la historia que el ermitaño, Joan Solves, que cuidaba el santuario de Sant Vicent Ferrer, no se atrevía ni siquiera a bajar al pueblo, y por eso, no tenía aceite para la lámpara del santo.
El día 3 de septiembre, por la noche, el ermitaño oyó un rumor en la ermita: se acercó para comprobar qué podría ser y vio la figura de un fraile dominico arrodillado al pie del altar. Corrió a comunicarlo a su mujer y, cuando volvió a la iglesia, ya no vio ningún fraile, a pesar de que la puerta se encontraba cerrada. En cambio, la lámpara estaba sobresaliendo de aceite, con una luz muy flamante. Ante tan gran misterio, el ermitaño corrió para comunicarlo a las autoridades; tocó la campana y “oídas por toda la gente del lugar y barracas del término publicándose dicho milagro empezaron a hacer luminarias y disparar muchos arcabuces.”De aquella luz y de aquel aceite milagroso todos recibieron curación. La gente se llevaba el aceite, sin que menguara en la lámpara, y no se apagaba, aunque soplaba viento atramontanado. Era un signo ineludible de la protección que Sant Vicent Ferrer iba a dispensarlos.

La alegría que experimentaron todos los vecinos al enterarse del milagro, se manifestó encendiendo “molts focs i disparant molts arcabuços”, es decir, encendiendo muchos fuegos, unas manifestaciones, sin duda, espontáneas que respondían a aquello que era habitual en estos casos. Disparar armas al aire, como señal de gozo y como homenaje, era habitual en las ceremonias y grandes acontecimientos, en los acompañamientos procesionales y en las escoltas a reyes y personas principales; encender hogueras la víspera de las festividades era y continúa siendo una costumbre arraigada. El recuerdo de aquella noche feliz se transformó con los años en un ritual: la Nit de les Fogueretes, que consiste en una romería hasta el santuario y la ermita del santo.
El santuario de San Vicent Fererr está edificado en el siglo XVIII sobre los fundamentos de la antigua ermita, y a su lado hay un albergue-casa de colonias y un espacio de restauración casera. Destaca el Cristo Crucificado, el “Post i la Llàntia de Sant Vicent Ferrer”, todos ellos del siglo XV, y los lienzos del altar de la iglesia pintados por Josep Segrelles.
Más allá de creencias religiosas, la conocida Nit de les Fogueres d’Agullent, se ha convertido con el paso de los siglos en un excelente testimonio del patrimonio festivo de las tierras del interior. Un acto de alto valor etnológico histórico y cultural, declarado por la Consellería de Turismo como Fiesta de Interés Turístico. La localidad cuenta además con unas rutas senderistas alrededor que bien merecen un buen paseo.
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