Economía

Castellón, el talón de Aquiles de la economía valenciana

La crisis del sector cerámico ha sumido a la provincia en una profunda recesión

Ascer ha tramitado una solicitud para poder seguir exportando a este país, pero aún no tiene respuesta
Imagen de la descarga de unos contenedores en el puertolarazon

Castellón, una de las regiones más ricas de Europa históricamente y la provincia con un mayor porcentaje de PIB industrial en España (36 por ciento), gracias a su sector azulejero, se encuentra sumida en una profunda recesión económica que dura ya demasiado tiempo. Como para todos los sectores, la pandemia supuso un importanto parón, pero fue el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, con el disparatado incremento del precio del gas, lo que marcó el comienzo de una recesión de la que todavía, a día de hoy, se desconocen las consecuencias.

La provincia fue, durante los últimos 50 años, un referente en industrialización y en pleno empleo. Sin embargo, en la actualidad se ha convertido en el farolillo rojo de la Comunitat Valenciana, con una tasa de paro de más del 14 por ciento, dos puntos por encima de la media nacional.

Y es que en esta provincia, uno de cada cuatro empleos depende, de manera directa o indirecta, del sector cerámico. «Si se gripa la cerámica, se gripa toda la economía provincial», explica el presidente de la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) en Castellón, Luis Martí, quien asegura que la preocupación es «máxima», puesto que, más allá de los datos objetivos, que ya son bastante inquietantes, existe otro elemento mucho más intangible, que es la confianza empresarial, un indicador que está descendiendo durante los últimos años, y que podría llevar a una deslocalización industrial.

En este sentido, Martí asegura que una de las principales inquietudes es que las empresas azulejeras decidan trasladar su producción a otros países donde los costes sean mucho más bajos. Asegura que, aunque todavía no está sucediendo, es un temor «fundado».

Más allá de las predicciones, el problema, explica el presidente de la patronal provincial, es qué va a pasar con los más de 7.000 trabajadores del sector que han perdido el empleo durante estos dos últimos años, aunque sea de manera temporal, al estar incluidos en ERE o ERTE. «Estos trabajadores están consumiendo paro, si no son readmitidos por las empresas, ¿qué van a hacer?».

Martí advierte de que «el riesgo de la desindustrialización es de toda España en su conjunto, estamos perdiendo competitividad. En otros países se está invirtiendo mucho en reindustrializar, sobre todo en EEUU, pero ya hay informes que alertan de que Europa tiene que apostar otra vez por la industria. Es un riegso que vivimos en primera persona y de manera más acusada».

La sensación, dice el presidente de la organización empresarial, es de que no existe «un plan industrial que tenga ambicion para poder mantener e impulsar al sector cerámico que, aunque es muy resiliente», ha sufrido pérdidas muy importantes durante los últimos años, que no se le están compensando. Además, resalta que el azulejo se enfrenta a un futuro muy incierto, con unos objetivos de descarbonización muy estrictos marcados por la Unión Europea.

Desde su punto de vista, el Gobierno central no ha sabido calibrar el volumen del problema y recuerda que en Italia, con una producción de azulejo muy inferior a la española, que es el principal país fabricante de Europa, el Gobierno dio ayudas mucho más cuantiosas a las empresas que en España, lo cual les ha permitido adaptarse mucho mejor a las circunstancias y no perder competitividad.

Agricultura y sector servicios

A la crisis de la cerámica se ha unido en Castellón la debacle del sector agrario que, no por ser común a todo el país, afecta menos a este territorio. De hecho, en esta provincia se da una de las mayores tasas de abandono de cultivos agrarios del país, y la tasa de despoblación es una de las más altas de España.

En cuanto al turismo, el gran salvador de la economía regional en mitad de las crisis, está sirviendo, con un PIB de entre el 10 y el 11 por ciento, para «tirar un poco del carro», señala Martí, aunque no se puede comparar dice, el empleo que se genera en este sector con el que se produce en la industria. Pero no todo son malas noticias. Martí apunta al sector químico-energético como la esperanza para la provincia, ya que en los últimos meses ha empezado a despuntar.